Los beneficios y problemas de correr con música
Los puristas dicen que correr con música es “hacer trampa” y algo de razón tienen: las canciones provocan un efecto químico en el organismo que mejora el rendimiento. Observamos los pros y contras de ponerle ritmo al trote, además de consejos para sacarle el mayor provecho.
Vas corriendo a todo ritmo. Literalmente: vas trotando y escuchando música en tus audífonos. Eres Rocky, Forrest Gump o Brittany Runs a Marathon.
En tu mente protagonizas un videoclip o un comercial, o quizá simplemente estás en total plenitud avanzando a una velocidad perfecta, observando todo en pausa. A velocidad crucero, y casi por arte de magia, tu cabeza está alineada totalmente con tu cuerpo. Es decir: no estás pensando en nada del pasado ni del futuro. Estás ahí, en ese momento y en ese lugar.
De pronto, todo se derrumba. Tu celular avisa que te queda poca batería. O los modernos audífonos inalámbricos, que olvidaste dejar enchufados, quedan en un desesperante silencio. El estado fitness zen se diluye con el último porcentaje de carga que les quedaban.
El sonido se apaga y con él, automáticamente, también tus ganas e incluso tu energía de seguir corriendo. ¿A quién no le ha pasado? ¿Por qué sucede eso?
La relación entre la práctica del ejercicio con la música ha sido intensamente estudiada e incluso discutida. Ya en 1902, el psicólogo William McDougal postuló que algunos sonidos podían incitar ciertos movimientos o reacciones. En un plano más deportivo, el debate y las investigaciones comenzaron a principios de 1980, con la invención del Walkman de Sony, el primer reproductor de música portátil, lo suficientemente pequeño para poder llevarlo mientras se corría.
Sin quererlo, fue uno de los inventos tecnológicos que más incidió en la masificación de la práctica deportiva, aumentando el número de entusiastas en aproximadamente un 30%, según la revista Time. De ahí para adelante, se ha desarrollado un mundo de gadgets y aplicaciones para combinar sonido y actividad física.
Como veremos más adelante, la música es un aporte tan estimulante para la realización de ejercicio físico como un buen calzado deportivo. Por eso, cuando se apaga de forma repentina, en medio de una ráfaga de endorfinas, es tan terrible como si se te rompiera una zapatilla.
“La música es un gatillante de cumplimiento de tareas e influye en el sistema nervioso”, explica la psicóloga deportiva Renata Almada, panelista de TNT Sports y columnista en el sitio Prensa Fútbol. “El ritmo actúa sobre nuestra corteza motora, que es la parte del cerebro que decide cuándo y cómo movernos, y envía señales a los músculos. Si no hay música, sentimos haber saltado la etapa de activación y no llegamos a ese nivel óptimo de segregación neuroquímica que nos prepara para la actividad física”.
En palabras simples, cuando se apaga la música se acaba la fiesta.
Doping auditivo
Costas Karageorghis es profesor de psicología deportiva y uno de los líderes mundiales en investigar la relación entre música y ejercicio.
En conversación con la revista Runners World aseguró que “la música eleva aspectos positivos del ánimo, como la excitación y la alegría, mientras que disminuye aspectos negativos, como la tensión y la fatiga”.
“Hay bastante investigación que muestra que la música puede impulsar el estado de foco durante una corrida”, ha dicho, citando por ejemplo un estudio de la Sociedad Británica de Psicología.
Sin embargo, hay quienes se manifiestan en contra. Zydrunas Savickas, un pesista considerado el hombre más fuerte de la historia, dice en el documental Born Strong (2017) que entrena solo y en silencio, simplemente porque “es más difícil”.
David Goggins, ultra-maratonista, triatleta y autor del libro superventas Can’t Hurt Me, plantea derechamente que escuchar música mientras se corre o entrena es “hacer trampa”.
“Nunca entreno con música. La gente dice que la necesita para motivarse, pero no siempre va estar ahí. ¿Qué harás cuando eso no exista? Lo que importa es la motivación interna; el fuego que te haga entrenar debe venir del interior”, dijo en el podcast de Joe Rogan.
De donde sea que venga ese ímpetu, según una investigación publicada por el American College of Sports Medicine, correr con música es definitivamente más placentero que hacerlo sin ella.
Se ha demostrado, incluso, que impacta positivamente en la resistencia. Renata Almada explica que escuchar música mientras se hace ejercicio “disminuye la percepción subjetiva de cansancio”.
Pasa que las canciones que nos gustan nos hacen segregar más dopamina, hormona que genera una sensación de placer. Como eso también afecta a la secreción de ácido láctico, que avisa cuando los músculos están agotados, ayuda a que no nos demos cuenta cuando el cuerpo nos esté dando señales de cansancio.
“El riesgo ahí es llegar a una exposición que pueda generar un desmayo, deshidratación o alguna lesión”, advierte Almada. La clave, sugiere, está en tener “una planificación correcta, donde la música se incorpore a este plan pre-establecido y se respete un tiempo y ritmo específico”.
Al contrario de Goggins, que lo ve como “hacer trampa”, según Almada entrenar con música tiene que ver con “conocer los mecanismos cerebrales y sacar provecho de ello”.
“Si uno se puede valer del estímulo musical para producir un estado de energía superior a lo normal, no es trampa. Pero no hay que desconectarse de las señales que da el cuerpo en cuanto al desgaste natural de los músculos. Una trampa, en el sentido de peligro, sería desconectarnos de nuestra parte física”.
Aparte de lo interior, dice que la música no debe impedir el buen funcionamiento de los canales de atención exteriores, como fijarse dónde uno pisa, el estado del suelo y mantenerse alerta a las cosas y personas que nos rodean. Para eso, usar el volumen a un nivel moderado es fundamental.
Anclaje, sincronía y relajación
El profesor y entrenador Karageorghis propone una interesante medida para zanjar la discusión. En un debate publicado por Runners World dice que es buena idea que por cada dos sesiones de trote con música (o running, como se le dice hoy) se haga una en silencio.
Así, dice, el cuerpo no desgasta el factor “novedad” del estímulo musical y por otro lado tampoco se “acostumbra” a necesitar ese recurso siempre para poder entrenar.
En un plano más holístico, el investigador y también psicólogo deportivo Jim Denison plantea otro punto. Debido al multitasking, argumenta que hemos perdido la capacidad de estar “en paz y en calma”. Sugiere que escuchar música o un podcast mientras corremos, aunque parezca relajante y estimulante, también es una forma de multitarea.
Más allá de ese debate, tal como puedes tener un tipo de música predilecta para distintas ocasiones, también la hay para las distintas etapas del entrenamiento. A diferencia de lo que uno suele pensar, que lo que importa es solo el “durante”, Almada explica que el “antes y después” también puede potenciarse con la experiencia sonora.
Para “hacerse el ánimo”, la profesional recomienda una playlist que “presagie la actividad deportiva”. A esto se le llama técnica de anclaje. “Es como un disparador de inicio, que activa y envía mensajes para una mayor circulación sanguínea y una sensación de motivación. Es un gatillante a nivel psicológico”.
Este track de LCD Soundystem, que dura 46 minutos, fue compuesto en 2006 por encargo de Nike y su programa Original Run Series. Tiene una fase de calentamiento o warm-up, luego una de alta intensidad y al final una de relajo.
Luego, cuando ya saliste y no hay vuelta atrás, lo que sugiere es aprovechar lo que se llama la sincronía. “Para regular el grado de activación y la intensidad, es importante exponerse a estímulos auditivos de ritmos más rápidos, que ojalá se asocien a los movimientos en cuanto a ritmo y cadencia. Este fenómeno se llama sincronía, en el que el cerebro trata de coordinar los movimientos del cuerpo con el ritmo de la música”.
Por último, y aunque suene sorprendente, cuando ya terminó el ejercicio y te estás duchando o relajando la música puede tener un rol importante en el descanso del cuerpo.
“Para regular los niveles de cortisol y adrenalina que suben durante el ejercicio, se recomienda la técnica de relajación”, dice Almada. Esto es, canciones suaves, con ritmos armónicos. Ese efecto sedante, explica, “es parte del pilar de la recuperación, tanto física como mental”.
Esto cobra mayor importancia todavía cuando se entrena de noche, para poder lograr conciliar un nivel óptimo de sueño. Respecto a qué hacer cuando en medio de la corrida se te acaba la batería del celular o de los audífonos y tu energía se queda en mute, no queda otra que recordar las palabras de David Goggins y encomendarse al cielo a que por favor de alguna manera se te prenda el fuego interno.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.