Paso a paso: cómo hacerle juguetes caseros a tu mascota
Jugar es una actividad esencial para el bienestar de los animales: mejora su salud y también el vínculo contigo. Para ello no hace falta invertir en caros productos: acá explicamos cómo fabricar dos entretenidos juguetes con materiales reutilizados.
El aburrimiento no es solo un privilegio humano: también los animales pueden caer en estados de tedio, sobre todo aquellos domesticados, que pasan muchas horas solos en casa o que, aún teniendo compañía, no se les dedica suficiente tiempo de entretención.
Aunque no lo parezca, el juego es fundamental para su calidad de vida, especialmente para las mascotas, que no siempre conviven con un compañero de su misma especie con el cual interactuar, ni tampoco cuentan con todo el espacio libre que les gustaría.
Una tenencia responsable de mascotas no solo implica hacerse cargo de su alimentación y manejo sanitario, de su registro —en el Registro Nacional de Mascotas— o de responder ante eventuales daños que pudiera hacer el animal; también corresponde velar por su bienestar psicológico.
“Día a día se reconoce más en la comunidad científica la relación positiva entre el juego y el bienestar de las mascotas”, sostiene Rodrigo Morales, médico veterinario y presidente de la ONG Compromiso Animal Chile. Las actividades lúdicas o recreativas pueden mejorar el estado físico del animal y la cohesión social, “lo que puede incidir en la salud y calidad de vida de la mascota y promover una mejor co-existencia con las personas”.
En el caso particular de perros y gatos, se debe considerar que se trata de animales sociales: para ellos, el juego es parte importante de su rutina, al igual que comer y dormir. “En estado salvaje, animales semejantes lo hacen para despertar habilidades y generar vínculos con sus pares”, describe Alejandra Marconi, médica veterinaria. En los domésticos, también es una manera de descargar energía y vincularse con el entorno.
¿Qué pasa si no jugamos con las mascotas? La ausencia de estas instancias puede generarles múltiples efectos negativos, como un desarrollo de la frustración o un estrés crónico. Alejandra Santelices, médica veterinaria, etóloga y directora de la Fundación EMA, dice que eso podría gatillar conductas no deseadas, como ladridos excesivos o comportamientos agresivos, tanto con otras personas como con las cosas que lo rodean.
“Cuando hay una falta dramática de estimulación, el animal incluso podría llegar a generar conductas de automutilación”, dice Santelices. Este tipo de situaciones, en la que el estrés les lleva a enfermar, a veces es motivo de que muchos y muchas tutores terminen abandonando a sus mascotas.
Fortalecer el vínculo
El bienestar que jugar les produce a las mascotas tiene varios alcances. Por ejemplo, les ayuda a adaptarse a su hogar y que se sientan cómodos en él, y también fortalece el vínculo con sus tutores y les hacer sentir parte de una familia.
Si un animal muestra una conducta de juego es manifestación de su bienestar y de su adaptación al entorno, dice Santelices. “Jugar implica estados emocionales placenteros, lo que resulta en una forma tremendamente eficiente de generar cohesión social y reducir los conflictos dentro del grupo”, dice la etóloga.
Por eso es tan relevante dedicar una parte del día a jugar con nuestras mascotas. El ideal, según los especialistas, es entre 20 y 50 minutos diarios. Obviamente, las necesidades de juego dependerán de la especie, la raza, la edad y sus condiciones físicas, entre otros factores. Las características particulares de cada individuo son también un aspecto sumamente importante de analizar.
“No es lo mismo tener un bulldog, que podría estar feliz durmiendo gran parte del día, que un border collie, cuya misión genética es trabajar y por lo tanto demanda mucha actividad”, ejemplifica Alejandra Marconi, quien dice que la hora de comer y de pasear son muy buenas instancias para promover el juego.
Santelices dice que no solo se deben dedicar horas específicas al juego con las mascotas, sino que “el ambiente en el cual vive un perro y un gato debe contar con diversos elementos que enriquezcan su vida”.
En el mercado abundan los juguetes para mascotas, los cuales pueden variar en su tipología dependiendo del objetivo que cumplan: para el juego entre mascota y humano, para cuando los animales se quedan solos, para bajar el estrés o para fomentar el desarrollo cognitivos, en los que el animal debe utilizar el ingenio para obtener comida.
Sin embargo, los precios de un buen juguete no suelen ser muy económicos: incluso pueden superar los 100 mil pesos, en el caso de un rascador para gatos.
En muchos casos, además, los juguetes son desechables o se desgastan rápidamente, sin contar con que a menudo se pierden en plazas o parques. Por eso, el gasto en este tipo de productos no siempre es sostenible para todas las familias, algo que no debería ser impedimento para que las mascotas cuenten con elementos de entretenimiento.
Una buena idea es armar juguetes de forma casera, lo que además supone contribuir con el reciclaje y la reutilización de objetos que, de otra manera, terminarían en la basura. Pero cuidado, que no todo material es adecuado para estos efectos. Algunos, incluso, podrían representar un peligro para tu mascota.
¿Qué considerar antes de armar un juguete casero?
Antes de reciclar o reutilizar algún objeto para utilizarlo como juguete casero, debes evaluar el potencial peligro que pudiera representar para tu mascota, tanto en lo material como en su tamaño.
“Siempre debemos revisar que esté libre de tóxicos para la mascota y que no contengan productos químicos”, dice Alejandra Marconi. También con el tamaño: “a veces la gente hace pelotas o elementos para lanzar con sus animales que, al ser muy pequeños, pueden ser tragadas y provocar serios riesgos de salud”, complementa Rodrigo Morales.
Ni productos tóxicos, afilados ni abrasivos deberían considerarse, tampoco los hilos, que también representan un peligro si son ingeridos por el animal. “Puede ser tremendamente dañino para el tracto intestinal, pudiendo incluso generar necrosis de tejidos intestinales”, apunta Santelices.
Lo mejor es supervisar y evaluar el comportamiento de la mascota al recibir un nuevo objeto para jugar: así se puede entender cuáles son sus estrategias de juego, qué partes del cuerpo utiliza con mayor frecuencia y así medir el riesgo de cada “juguete”.
¿Qué busca un perro al jugar?
“La conducta de juego es una recreación incompleta del instinto de caza, y como es parte de su repertorio conductual natural le resulta ser muy placentero exhibir este comportamiento”, responde Santelices. Al jugar, un perro también práctica “la pelea, morder, perseguirse o la manipulación de objetos de su entorno”, añade Morales. “Esto puede ser una preparación para la vida social de adulto”, permitiéndole al perro mejorar sus habilidades de posicionamiento espacial y su capacidad locomotora, una herramienta para enfrentar “lo inesperado”, según Morales.
A través del juego, un perro busca socializar, generar vínculos y botar tensiones. “La manera de estimularlos podría ser simular tareas que para ellos son naturales, como la caza”, propone Alejandra Marconi. “Buscar juguetes con su nariz es algo que los estimula mucho, ya que utilizan su sentido más desarrollado: el olfato”.
¿Qué busca un gato al jugar?
“Los felinos desarrollan comportamientos de juego desde las primeras semanas de edad, cuando comienzan a relacionarse con el resto de la camada o con su madre”, explica Rodrigo Morales. “Aquí, el juego y las conductas repetitivas son esenciales para el desarrollo de capacidades motoras como succionar, lamer o perseguir”.
La caza es el principal estímulo del gato en el juego. Allí, dice Alejandra Santelices, se conjugan distintas fases conductuales: la búsqueda, el acecho, la persecución, la captura, la matanza y posterior consumo de la presa. “Esta última parte suele ser menos evidente en gatos domésticos, ya que generalmente el juego termina en la captura”, expone la etóloga. Es relevante que el juego concluya ahí, en la captura del juguete/presa, ya que de lo contrario se fomenta el estrés y la frustración, lo que a su vez puede derivar en problemas conductuales.
Un ejemplo común de juego que resulta frustrante para un gato es la persecución de luces láser, donde los animales persiguen algo que nunca consiguen siquiera tocar. En cambio, dice Santelices, “una idea entretenida y sencilla es usar los tubos vacíos de papel higiénico, cerrar los extremos y dejar dentro trocitos de alimento”. Algo que tanto perros como gatos podrán disfrutar utilizando su ingenio.
¿Otros ejemplos de juguetes caseros?
- Mordedor o cuerda de ropa para perros: “Puede hacerse cortando en tiras alguna prenda vieja y amarrándola en forma de espiga o trenza, con varias tiras para que tome volumen. Un extremo de la cuerda puede tener mayor cantidad de tela, como una pelota, para que genere peso y pueda llegar más lejos al lanzarla”, explica Morales. En los juegos de tironeo, dice Santelices, es importante poner algunas reglas simples para enseñar el autocontrol y mejorar el vínculo: “como que tu perro aprenda a no robarte el juguete de las manos”. Este juguete, además, dice Marconi, ayuda a limpiar sus dientes.
- Caña de pescar para gatos: Unir una cuerda delgada a una vara o palo de madera, y en el extremo de ella agregar una pluma, una pequeña pelota o una tira de ropa. “Con esto se estimula al gato para que persiga la cuerda y juegue”, dice Morales. Simple, sencillo y barato.
- Cajas para gatos: Una simple caja de cartón puede ser suficiente estimulo para un gato. Videos de ello hay millones en YouTube, pero también uno puede ponerse creativo. “Podemos hacerle una entrada de su tamaño, poner la comida dentro e ir ubicando la caja en distintos lugares de la casa”, dice Marconi. También unir cajas como si se tratara de túneles o escondites son otras alternativas infalibles.
- Toallas o papel de diario con alimento para perros: Envolver los pellet o premios en una toalla enrollada, o en papel de diario plegado, y luego esconderlo en distintos rincones del hogar puede ser muy entretenido para tu perro: incentiva el uso de su olfato e ingenio, y lo recompensa cada vez que los encuentra.
Paso a paso: cómo hacer un dispensador de comida tipo Kong
Este juguete le permitirá a tu perro jugar y se premiado por sus esfuerzos e ingenio. Se trata de un elemento que estimula su mente y olfato, muy recomendable para animales que viven en departamentos o sufren de estrés. También es súper útil para perros que comen con demasiada ansiedad.
¿Qué se necesita?
- Botella plástica
- Corta cartón
- Comida para perros
- Lija o cinta adhesiva
Paso a paso:
- Lava y seca la botella, y luego destápala.
- Con el corta cartón, haz cuantos agujeros te plazca en el cuerpo de la botella, de un tamaño suficiente para que la comida pueda entrar o salir de ella (aunque no tan grandes como para que se caigan rápidamente). Cuida de que no queden restos de plástico en su interior.
- Lija los bordes de los agujeros, de manera que estos no resulten peligrosos para tu perro, quien muy probablemente introducirá su lengua por ellos.
- Para mayor seguridad, puedes recubrir los bordes con cinta adhesiva, como masking tape. Para ello debes cubrir completamente los agujeros con un trozo de cinta y luego, con el corta cartón o una tijera, perforar la cinta justo al centro. Luego, utilizando tus dedos, cubre los bordes de la botella con la cinta.
- Carga la botella con una porción de comida y vuelve a taparla.
Tu juguete dispensador de comida ya está listo para ser sometido a prueba. Observa cómo se comporta tu perro con él. La idea es que tenga cierta dificultad para conseguir el alimento, pero también que los pellets eventualmente caigan. Sino, puede generarle frustración y no volver a interesarse por tu invento.
Paso a paso: cómo hacer un rascador casero para gatos
Para aliviar la tensión, para divertirse o para mantenerse limpios, los gatos utilizan sus afiladas uñas para arañar superficies que les parecen tentadoras. Una buena manera de ayudarles en ese afán —y evitar que lo haga en tus muebles— es con este rascador casero para gatos, ¡tan sencillo como efectivo!
¿Qué se necesita?
- Cartón corrugado
- Lámina de corcho
- Cola fría o silicona líquida
- Cinta adhesiva
- Cortacartón y lápiz
Paso a paso
- Con un lápiz, marca sobre el cartón corrugado diversas tiras del mismo tamaño —entre 10 y 20 cm— y córtalas con el cortacartón.
- Toma una de las tiras y enróllala sobre sí misma hasta convertirla en un cilindro. Los bordes externos del cartón deben dar hacia arriba y abajo. Utiliza la cola fría o la silicona líquida para fijarla, para que luego no se abra con facilidad.
- Refuerza el montaje del cilindro con cinta adhesiva.
- Toma otra tira de cartón y enróllala sobre el cilindro ya armado, con los bordes externos apuntando hacia arriba y abajo. De esta forma, tu cilindro tomará mayores dimensiones. Usa el pegamento para hacer más firme el montaje.
- Agranda el cilindro, que será finalmente el rascador, hasta la dimensión que desees, pero procura fijar el último tramo del rollo de cartón con pegamento, para que éste no se abra con facilidad.
- Del pliego de corcho, corta varias placas para luego adherirla con silicona líquida o cola fría a las paredes del rascador y ¡voilá!
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