Porno de productividad: qué es y por qué debería preocuparnos

Burnout trabajo productividad
Foto: Anna Tarazevich.

Si pasas horas viendo videos para ser más eficiente pero terminas con más frustración que ideas, es probable que hayas caído en la “productividad tóxica”. Un clickbait que te puede llevar a procrastinar todavía más y a desaprovechar tu necesario tiempo de descanso.




Con la pandemia, da la sensación de que se han exacerbado tres síntomas o fenómenos que ya se venían presentado en las últimas décadas. El primero es la autoexplotación, algo que el filósofo surcoreano Byung-Chul Han advertía hace ya 10 años en su libro La sociedad del cansancio.

“Ahora uno se explota a sí mismo creyendo que se está realizando”, escribió ahí. “Es la pérfida lógica del neoliberalismo que culmina en el síndrome del trabajador quemado (...) Se vive con la angustia de no hacer siempre todo lo que se puede, y si no se triunfa, es culpa de uno”.

Luego está el concepto de “Positividad tóxica”, que refiere a esta tendencia muy moderna de hacerle el desvío a las emociones negativas, lo cual es muy seductor pero puede terminar siendo contraproducente. Y tercero, la tierna ambición de querer ser la mejor versión de sí mismo: hacer deporte, comer bien, no procrastinar, estar al día con los últimos gritos de la tecnología para ser un súperhumano y en síntesis ser lo más productivo que podamos en todo aspecto de la vida.

Es decir, hacer más en menos tiempo. ¿Para qué? Nadie sabe. ¡Qué importa!

Pero, ¿quién no querría todo eso? Tiempo para tu familia y amigos, un estado físico espectacular —o decente—, un trabajo motivador —o que no te despidan—, los chakras alineados y una vida sexual de película. Y todo ojalá, lo más rápido posible, por favor.

Si estás en esa, es sumamente posible que hayas caído en el consumo de porno de productividad o, en su definición apta para toda la familia, en la productividad tóxica.

“Llamo productividad tóxica o porno de productividad a la búsqueda obsesiva de contenido sobre la eficiencia. Porque al igual que el porno, es material que está totalmente desconectado de la realidad, que puede ser adictivo y que, si lo sigues al pie de la letra, puede darte métodos poco saludables”.

La definición es de Anne Laure Le Cunff, fundadora de Nesslabs, blog de ideas, neurociencia y hacks para el cerebro.

¿Te has visto en la profundamente irónica situación de estar evadiendo tus pendientes, muchas veces a altas horas de la noche, buceando por YouTube entre videos como “5 métodos definitivos para una productividad insuperable” o los “10 mejores consejos para superar la procrastinación”? Somos dos.

Para detectarlo, Le Cunff identificó tres banderitas rojas que el contenido de porno de productividad suele tener en común:

  • Sugerencias poco practicables, como despiértate todos los días a las 4 de la mañana.
  • Resultados alejados de la realidad, como con este método solo necesitarás trabajar 4 horas al día.
  • Que son presentados por personas tipo gurú, del tipo “mirenme lo tengo todo resuelto”. Como dice ella, “es súper posible que efectivamente hayan obtenido éxito y logrado varias de sus metas, pero es un poco engañoso decirle a la gente que siguiendo exactamente lo que hicieron lograrán los mismos resultados”.

Tutoriales, millones de dólares y burnout: el caso Ali Abdaal

Ali Abdaal calza perfecto en esta categoría. Abdaal tiene 26 años, es médico graduado de Cambridge, un destacado youtuber (tiene algo más de 2 millones de suscriptores) y también hace un podcast llamado Not Overthinking. Es un entusiasta extremo de la productividad: sus videos, muy pulcros y mateos —con títulos como “Cómo crear un negocio de 1M de dólares mientras estudias medicina”, “Cómo hacer 27 mil dólares a la semana”, “Cómo dormir de forma productiva” o incluso “Cómo ver televisión de forma productiva” (spoiler: poniendo tus series favoritas en fast forward)—, van sobre cómo estrujar el tiempo al máximo para producir más y así ganar más plata.

Casualidad o causalidad, al mismo tiempo que empezaron a salir videos que lo sindicaron como “el rey de la productividad tóxica”, justamente hizo uno reconociendo tener “una relación tóxica con la productividad”, donde dice que sufrió de burnout, de insatisfacción crónica y procrastinación del sueño.

Luego publicó un par de videos asegurando que ahora sí descubrió el secreto definitivo para la productividad: relajando un poco su agenda, llevando un diario de vida y disfrutando del proceso en vez de pensar tanto en los resultados. Incluso citó a Alan Watts diciendo que “la vida hay que tomarsela con menos seriedad y más sinceridad”. Pero no mucho tiempo después volvió a los clásicos: “6 tips para hacer dinero en 60 segundos”, se llama un video que subió hace dos meses.

“No hay nada de malo con motivar a las personas a ser una mejor versión de sí mismas”, reflexiona Le Cunff en este video, “pero muy distinto es vender la idea de que puedes convertirte en alguien completamente diferente y que puedes hacerlo rápido. Hay algo poco ético en cómo estos contenidos alimentan nuestro deseo natural por ser mejores”.

Procrastinación con porno de productividad

Mariana Bargsted es psicóloga y doctora en Comportamiento Social y Organizacional de la Universidad Autónoma de Madrid. Cree que esta búsqueda medio frenética por adquirir recursos de productividad de forma autodidacta es multifactorial y, como todo lo que está sucediendo actualmente, involucra bastante a la pandemia.

Explica que en el nuevo escenario de teletrabajo, las organizaciones han puesto énfasis en los recursos técnicos (computadores, conexión a Internet), incluso salud mental (“al principio al menos”, matiza), pero “que en herramientas y mecanismos para la gestión del tiempo y el trabajo no se ha hecho mucho”.

Burnout productividad trabajo
Foto: Nataliya Vaitkevich.

Asegura que por ahí puede que la mesa esté cojeando. “Además, hay una mayor demanda de parte de las organizaciones, que por un lado implementan tecnologías más ágiles pero dejan la productividad como responsabilidad del trabajador”.

En ese escenario, Internet ve un nicho y una excelente oportunidad. ¿Por qué estos contenidos nos resultan tan atractivos, tan imposibles de no pinchar, casi adictivos? Según Anne Laure Le Cunff, porque apelan a nuestro wishful thinking, que es como le dicen los gringos a nuestras ilusiones: lo que nos gustaría que pasara pero no lo que en realidad pasa.

Esto es distinto a la mentalidad positiva que efectivamente te puede llevar a ser más productivo. El wishful thinking, dice, es una estructura mental que complace a nuestra imaginación, al cómo nos gustaría ser. “Pero son metas que jamás podrán encontrarse con la realidad”, advierte. Por eso, el porno de productividad también puede ser una forma de procrastinación. “Cuando no tenemos ganas de trabajar, nos ponemos a planear estrategias o a ver videos sobre productividad, y eso nos da una ilusión de estar siendo productivos”.

Menos videos, más descanso

Mariana Bargsted, que actualmente dirige el Observatorio del Futuro del Trabajo en la U. Adolfo Ibáñez, lo plantea con bastante franqueza: “Si en los tiempos de descanso uno se queda viendo videos sobre productividad, es la profecía de un burnout seguro”.

Asegura que en el último tiempo se ha visto un aumento en los casos de burnout o estrés crónico, un cuadro que provoca despersonalización y agotamiento. “Todo eso se traduce en una baja de productividad. O sea, el remedio termina siendo peor que la enfermedad”.

Acá se pone serio el tema. “Estar en modo de estrés permanente significa mantenerse con la adrenalina alta, secretando altos niveles de cortisol, lo cual puede generar desde problemas cardíacos hasta cáncer”. O incluso la muerte: en Japón son miles los fallecidos al año por karōshi, palabra que literalmente significa “muerte por exceso de trabajo”.

La buena noticia es que la solución es no hacer nada. “Las personas necesitan recuperarse, desconectarse para justamente recuperar energía. No hay que asociar el descanso a la pérdida de tiempo; se descansa para recuperar el potencial y ser más eficiente”, dice Bargsted.

Jade Bowler es una StudyTuber. Eso existe: es un género de contenidos con consejos para estudiar mejor. Ella escribió un libro que se titula The Only Study Guide You’ll Ever Need: Simple Tips, Tricks and Techniques to Help You Ace Your Studies and Pass Your Exams!, un inmenso título que se podría traducir brevemente como “una guía de trucos para estudiar y aprobar los exámenes”. Allí aborda la productividad desde “una perspectiva holística”.

Aconseja: “no te puedes enfocar si tu mente no está OK. Pero como no todos los días pueden ser un excelente día, mi sugerencia es establecer rutinas que nos permitan estar conscientes de nuestro estado mental. Yoga y meditación te puede sonar hippie, pero sirven”.

Bargsted la apoya, asegurando que hay bastante evidencia científica de que la meditación o el yoga impactan positivamente con el desempeño laboral y estudiantil. El psicólogo clínico y best-seller Jordan Peterson ha dicho que, para resistirse a la productividad tóxica, es clave el rol del juego: “todos los mamíferos lo hacen, por algo será. Jugar estimula la corteza prefrontal, que es la parte del cerebro responsable de la toma de decisiones más importantes”.

No existen fórmulas mágicas cuando se trata de productividad, por más que un título sugerente y una bajada seductora te griten lo contrario y lleven tu dedito a la pantalla como una polilla a la luz.

La próxima vez que estés cayendo por ese vórtex algorítmico eterno, recuerda este consejo de Le Cunff : “en vez de bucear incesantemente por Internet buscando un truco, es mejor invertir en un sistema de productividad propio, que funcione para ti. Pregúntate cuáles son tus fortalezas y qué cosas se están poniendo entremedio de tus metas”.

La clave —sugiere la académica de la UAI— es remover las ideas de que la productividad es igual a la felicidad, y de que más es igual a mejor. “Ambas son falacias”, dice. Aconseja aprender a buscar cómo agregar valor a lo que se hace, a mantener un diálogo fluido con pares y jefes para saber cómo contribuir mejor, a poner el foco en trabajar la autonomía y la autorregulación. Y a descansar.

“Es mucho mejor estar 15 minutos meditando que una hora buscando videos de productividad”, cierra Mariana Bargsted. Punto”.

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