Cómo prepararse para una entrevista de trabajo
De todas las interacciones de lenguaje oral que mantenemos en nuestras vidas, una de las más estresantes y demandantes es la entrevista de trabajo. Acá aparecen recursos o habilidades de comunicación que se pueden aprender y mejorar y que pueden marcar una diferencia.
Cuando nos comunicamos a través de las palabras no son solo las palabras las que hablan por nosotras y nosotros. Además de lo que decimos está el cómo lo decimos. Ello incluye el tono de la voz, el timbre de la voz, las pausas, el ritmo, la velocidad, y muchísimos otros matices que las personas son capaces de detectar con mucha sutileza y precisión, aunque no puedan explicar bien de dónde extraen esa información. Una solicitud sencilla como, "¿me pasas la sal?", puede ser pronunciada con un tono de voz delicado, agresivo o incluso aquello que hoy se denomina pasivo-agresivo. A estos recursos la literatura de las ciencias de la comunicación los llama "recursos paraverbales": no son las palabras mismas, sino la manera como son dichas.
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Del mismo modo, hay todo un campo de comunicación que descansa sobre el llamado "lenguaje no verbal" que incluye la postura, la tensión del cuerpo, el movimiento de las manos y las piernas, las distancias con las que nos aproximamos a otras personas, así como los gestos faciales. Para hacerse una idea de esto basta con observar a distancia a dos personas, por ejemplo, en un café a diez metros nuestros. ¿Podemos saber si su conversación es cordial o algo más conflictiva? ¿Sí? Claro, porque nos basamos en esos indicios no verbales para detectarlo.
En las entrevistas de trabajo quienes evalúan toman en consideración todo esto, aunque no necesariamente de manera especializada. Marshalita Sims Peterson, especialista de Behavioral Studies de la Universidad de Missouri‐St. Louis comenta en su paper "Personnel interviewers' perceptions of the importance and adequacy of applicants' communication skills" que un amplio porcentaje de quienes entrevistan a postulantes a trabajos valoran altamente las habilidades de comunicación que incluye lo paraverbal y lo no verbal, pero que no disponen de conocimiento o formación específica en estos campos.
De este modo, hay que cuidar especialmente estos aspectos al presentarse a una entrevista de trabajo, y para ello existen algunas claves.
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Preparación
Fue el connotadísimo sociolingüista William Labov quien en la década de los sesenta reparó quizá por primera vez en que cuando nos comunicamos oralmente, por ejemplo, en una conversación, ese hecho no tiene nada de espontáneo. Hasta el intercambio más aparentemente casual en el pasillo de la oficina con una compañera de labores tiene una estructura, un contenido y ciertas reglas implícitas (que varían de cultura en cultura) y que, en consecuencia, no es algo que se produzca de manera instantánea y no meditada. Muchas veces ese intercambio en el pasillo es algo que se ha venido preparando, más o menos conscientemente, durante días o semanas.
De la misma manera Douglas Biber sostenía en 1988 que no hay que pensar que las únicas expresiones del lenguaje que resultan "preparadas" son las que se realizan por escrito. En el lenguaje oral muchas veces debemos haber tenido una aproximación previa, una preparación, de lo que íbamos a decir. ¿O no nos sucede que en medio de una celebración nos ofrecen hacer un brindis o en una cena familiar que digamos "unas palabritas"? Muchísimas personas se estresan ante estas situaciones y puede ser que durante la media hora anterior que se les pida ese brindis o esas palabritas, mentalmente se han estado preparando para el qué decir, el cómo decirlo y también sobre qué guardar silencio.
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En las entrevistas de trabajo sucede lo mismo. Por ello muchos sitios con tips para esto indican que hay que prepararse al menos sobre tres aspectos: quiénes somos (saber qué decir ante preguntas sobre nuestra trayectoria o sobre nuestros objetivos), quiénes son ellos (conocer la empresa con la que nos estamos relacionando, al menos habiendo revisado sus datos públicos y asuntos como su misión y visión), y también sobre aspectos sorpresivos (situaciones potenciales en que se nos va a poner a prueba para ver nuestra reacción sobre asuntos emergentes e inesperados).
Para ello resulta un buen sistema tener algunas respuestas preparadas de antemano, siguiendo lo que planteaba Labov, como la estructura, el contenido y aquellas reglas implícitas. En el ideal esta presentación la debemos preparar en soledad primero y luego frente a personas de nuestra confianza, ojalá de nuestra misma disciplina o labor, de modo de observar en la práctica cómo nos desempeñamos.
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Los diez recursos comunicacionales clave
Sims Peterson ha indagado entre decenas de profesionales dedicados a las entrevistas de trabajo cuáles son los rasgos o recursos de lenguaje (verbal, paraverbal y no verbal) más importantes en los que se fijan al entrevistar. Esta es la lista:
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Ilustración: César Mejías.[/caption]
Contacto visual: esquivar la vista resulta tan complejo como mantener la vista posada sobre las personas con mucha insistencia y durante mucho tiempo (esto último genera en los seres humanos una reacción que se llama de "ataque o escape", fight or flight), por lo que hay que balancear ambos extremos.
Relevancia del tema: una de las cosas que hay que evitar a toda costa es "irse por las ramas", si se abre en nuestras interacciones en estas circunstancias demasiados paréntesis, demasiadas notas al pie se observa que se está siendo impreciso o vago.
Organización de la respuesta: usar los dedos para marcar un punto uno, dos o tres, ayuda a responder. Una buena técnica es tomar notas en un papel antes de responder jerarquizando desde lo más importante de decir, ante cada solicitud, a lo que es más secundario.
Habilidad de escuchar: aquí aplica lo que se conoce como "escucha atenta", y hay marcadores de ello, como asentir con la cabeza, responder con un "hum", "ajá" o "claro", de modo que quien interactúa con nosotras o nosotros perciba que le estamos entendiendo.
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Claridad de la respuesta: acá también hay un par de extremos de los que se debe huir; ser extremadamente vago, y ser extremadamente conciso. Si se responde con evasivas o vaguedades da la impresión de que no estamos siendo claros. Si, por otro lado, se responde de manera brevísima y al punto, puede sentirse como brusquedad o hasta tosquedad.
Gramática: la regla es una, responder con oraciones completas y pausas entre ellas, con sujeto, verbo y complementos, en ese orden, no tratar de usar un lenguaje alambicado o estrafalario.
Retroalimentación: ¿cómo lo hacemos para que el diálogo fluya? Simple, haciendo a nuestra vez también preguntas, un diálogo es como un juego de tenis o ping-pong, debemos provocar que nos turnemos al hablar y para ello debemos movilizar al otro lado para que también se exprese.
Adecuación de vocabulario: usar términos precisos, pero no rebuscados. Esto último se percibe como poco natural.
Precisión del contenido: toda vez que podamos ocupemos alguna fuente bibliográfica o de lecturas que tengamos ("esto es algo que aparece en, o que dice…". Mejor si podemos dar un dato específico como una cifra o un porcentaje.
Autoconfianza: el lenguaje paraverbal es clave aquí, no dejarse mucho tiempo para que se nos quiebre la voz, esta se haga un "hilito" o respirar agitadamente, para ello resulta bueno conocer algunas técnicas de respiración y relajación del cuerpo y la voz. Al mismo tiempo, acá entra todo lo que tiene que ver con la postura, el ocupar el espacio, así como nuestro lenguaje en el vestuario y presentación personal.
Sobre el autor:
Doctor en Lingüística, Investigador del Centro de Estudios Cognitivos de la Universidad de Chile y autor de The Libro y Clásicos AM: historia de la balada romántica latinoamericana.
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