Skincare: estos son mis diez productos imprescindibles para cuidar la piel

Durante la pandemia decidí alivianar mi rutina de cuidado de la piel. Antes usaba de todo, desde tónicos para equilibrar el pH, pasando por varios sérums con diferentes principios activos, hasta máscaras para alcanzar distintos objetivos. Pero en un momento se hizo demasiado y sentí la necesidad de hacerla más sencilla.

Creo que hubo dos razones: la primera fue sentir que, entre esa cantidad de productos y el uso de la mascarilla, más que ayudarla a mantener su salud solo estaba ocluyendo mi piel.

La segunda, si entramos en una lectura más profunda, la pienso como una verdadera metáfora de lo que estábamos viviendo en ese momento: me di cuenta de que lo importante era lo simple y sentí la necesidad de reducir, de descomplicar mi vida. Pero ahí ya entro en otro tema.

Así fue cómo llegué a mis esenciales. Estoy convencida de que a la piel hay que escucharla, que todas son distintas y que si uno primero identifica cuál es su tipo, así se puede dar cuenta de qué es lo que le funciona y qué no. Y a partir de eso, empezar a probar.

Mi piel siempre fue grasa, pero con los años se ha ido poniendo más mixta, aunque pasa por etapas que ya soy capaz de captar y tratar. A partir de ello, les dejo un listado explicativo de cuáles son mis imprescindibles y por qué.

Las aguas micelares son una forma rápida y fácil de desmaquillar, limpiar y ayudar a tonificar el rostro, cuello y escote. Su nombre viene de las micelas que contiene, unas moléculas que actúan como un imán atrapando la suciedad y la grasa de la piel. Esto lo pueden hacer a partir de su carácter bipolar, ya que por un lado atraen el agua y por otro la repelen. Para eso, la solución se aplica suavemente sobre la piel con un algodón o un pad desmaquillante reutilizable. A pesar de que lo habitual es no enjuagar el rostro después de usar agua micelar, yo personalmente prefiero hacerlo. Hoy, por suerte, existen aguas micelares para todos los bolsillos y necesidades.

Luego de años de prueba y error, he llegado a la conclusión de que lo mejor para mi piel es hacerle una doble limpieza en la noche. Primero uso agua micelar para retirar lo superficial y luego profundizo con un limpiador.

Todas las pieles son diferentes y cada una requiere de productos diferentes, con distintas formulaciones y texturas. Como la mía es mixta/grasa, elijo un limpiador en gel. Debo reconocer que me costó mucho encontrar el adecuado, ya que estos suelen deshidratar; por eso le soy absolutamente fiel al que uso actualmente: el fel Hyseac de Uriage.

Es fácil comprender la lógica tras el orden en que hay que aplicar los productos para el cuidado de la piel: debemos ir desde lo más ligero hacia lo más denso; así se entiende que, después de limpiar, el primer paso sea aplicar el sérum.

Existe un mundo de posibilidades dependiendo de la edad que se tenga, el tipo de piel o el objetivo a tratar. Personalmente, priorizo la hidratación y por eso utilizo un sérum ligero de ácido hialurónico y, en ocasiones, con vitamina c. El ácido hialurónico es el principio activo hidratante por excelencia, un gran aporte para todo tipo de piel si se elige la textura adecuada. Mi preferido es el Minéral 89 de Vichy.

Los productos específicos para el contorno de ojos se formulan considerando la delicadeza de la zona orbicular, que es mucho más fina que otras áreas del rostro. Sus principios activos suelen ser hidratantes, nutritivos y/o descongestivos, pero, al igual que el resto de los pasos, su elección depende del objetivo que se busque. Ante lo delicada de la zona, lo recomendable es aplicar el producto con el dedo anular, terminando con suaves golpecitos para ayudar a su penetración.

La clave para una piel sana es seguir tres pasos fundamentales: limpieza, hidratación y protección solar. Y como buena parte de nuestro país es especialmente seco, hidratar se hace aún más relevante. A pesar de que es común que la gente piense lo contrario, una piel seca no es lo mismo que una piel deshidratada: mientras la primera es una condición que se debe a la poca producción de sebo, la piel deshidratada es un estado que se produce al consumir poca agua. La piel grasa puede (y suele) deshidratarse, es por eso que un buen producto para equilibrar el nivel de agua es fundamental, pero con una textura adecuada: más densa para la piel seca y más liviana para la que es grasa.

Se salga o no de la casa, haya sol o esté lloviendo, haga frío o calor, el protector solar en estos tiempos es un imperativo para el cuidado diario de la piel.

Todos estamos al tanto de que la exposición al sol sin usar fotoprotector aumenta de manera exponencial la posibilidad de padecer un cáncer a la piel, pero ello además tiene efectos en la apariencia: las consecuencias del daño que sufren las células por la radiación solar se relacionan con flacidez, hiperpigmentación, deshidratación e hiperqueratosis, generando una textura rugosa. Ahora bien, ¿por qué también debemos usar protector solar en espacios cerrados? Simple: la luz azul de las pantallas (computadores, celulares, etc.) emite radiaciones que generan un potente fotoenvejecimiento, ya que aporta a la generación de radicales libres, provocando la disfunción de las células. Por eso, el uso del protector solar es clave. Yo, además, elijo uno con color —el FusionWater Color de ISDIN—, para así emparejar el tono de la piel.

La exfoliación es la descamación de células muertas que se acumulan en la capa más superficial de la piel. El cúmulo de éstas puede hacer que el cutis se vea más opaco e incluso puede acentuar arrugas y líneas de expresión, ya que la oscuridad de estas células hace que los pliegues se noten más. Por eso, usar un exfoliante adecuado al tipo de piel que se tiene es un gran aporte para su salud y luminosidad.

Un buen exfoliante, aplicado de la manera correcta, ayuda a impulsar la renovación celular e incluso a atenuar manchas. Mi elección personal es el Masivol, un producto con ácido mandélico, en una fórmula que también incluye ácido hialurónico y aloe vera. Como mi piel es sensible y muy reactiva, actualmente lo aplico sólo una vez a la semana.

A pesar de lo evidente, no es habitual que las personas incorporen una toalla para uso exclusivo del rostro en la rutina de limpieza diaria. De poco sirve aplicarse hidratantes, protectores solares y sérums si al final usamos la toalla que utiliza toda la familia para secarse las manos y quizá qué otras partes del cuerpo. No hay mucho más que decir: es un verdadero imprescindible.

A pesar de haber estudiado cosmetología, cuando aparece una espinilla o puntos negros evito tocarme: las extracciones se las dejo a la persona experta a cago de mi limpieza facial. Como mi tipo de piel tiende a ser grasa, la aparición de impurezas es algo habitual. Por eso, una limpieza profesional con extracción es clave para su salud. Yo suelo hacerla mes por medio.

De todos los productos de esta lista, este es el menos imprescindible, pero yo ya no la suelto. Especialistas han confirmado que el uso de una funda de almohada de seda es beneficioso para la piel, y yo lo siento así.

La seda, entre otras cosas, tiene un efecto antibacteriano, por lo que acumula menos bacterias y ácaros. Además, si lo comparamos con otros más duros, como el algodón o el poliéster, este material genera una sensación muy agradable en contacto con la piel y evita que se marque el tejido. La seda también puede regular el exceso de humedad.

Otro beneficio es que absorbe significativamente menos crema que otros materiales, por lo que es un buen aliado después de la rutina de cuidado nocturna.

*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 20 de septiembre de 2023. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.