Una taza contra el frío: guía para elegir el mejor té

El té negro no lleva este nombre porque produzca una infusión de ese color. Lo que pasa es que las hojas de este té son muy oscuras, ya que han pasado por un proceso de oxidación prolongado. Sin duda alguna, es el tipo de té más consumido en el mundo (también en Chile), y por la misma razón se le puede encontrar en una variedad de categorías definidas generalmente por origen, como es el caso de los tés negros de Vietnam o Nepal, y los muy conocidos Ceylán (de Sri Lanka) y Darjeeling (de India). También se les clasifica por la mezcla de tés —blends, en inglés— y otras plantas, las que dan vida a variedades como las muy famosas y británicas Earl Grey (aromatizado con bergamota) e English Breakfast (más fuerte).

Los tés negros son más bien fuertes y tienen una buena cantidad de cafeína, por lo que son recomendados para beber al desayuno y durante la mañana, desestimándose su uso hacia la noche o cuando se está cerca de conciliar el sueño. Además de ser extensa, la oferta de té negro en Chile es muy variada y bien rotulada hoy en día, por lo que es muy fácil ir probando distintos tés por origen y mezclas hasta dar con el favorito para cada uno.

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Esta variedad de té se ha hecho muy popular en todo el mundo durante los últimos quince años, principalmente por sus cualidades diuréticas y energizantes, que lo han transformado prácticamente en un producto imprescindible para quienes quieren llevar una vida —y alimentación— más sana.

Ahora bien, el té verde tampoco genera una infusión de este color, sino que lleva este nombre porque sus hojas son de este tono, puesto que no han pasado por un proceso de fermentación. Por lo mismo, su sabor es considerablemente más suave —y con menor contenido de cafeína— que el del té negro.

Dada su popularidad, actualmente es posible encontrar té verde en cualquier comercio. Además, está presente en diferentes calidades y variedades. Solo hay que vitrinear y elegir.

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El té blanco recibe este nombre porque sus hojas no han sido procesadas, y por eso algunas veces conservan unos delgados brotes de color blanco. Se trata de un té amarillo pálido en la taza y de un sabor muy suave, apenas perceptible el paladar. Es el más ligero de los tés —y quizá por eso no tan popular como otros—, aunque comparte las propiedades diuréticas del té verde. A pesar de eso, es bastante fácil de encontrar en el comercio.

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Hasta hace un par de décadas, las posibilidades de darle un toque extra de sabor a una taza de té se reducían a agregarle una rodaja de limón o naranja, una rama de canela, una hoja de menta, un trozo de jengibre y poco más. Ahora, en cambio, las posibilidades de probar un té con sabor y aroma extra es más que amplia. Hay infusiones con cítricos, menta, lemongrass, coco, berries, duraznos, mango, canela y muchísimo más. Al final, decidirse es solo cosa de gustos. Aunque ojo, los expertos catadores de té por lo general aconsejan preferir las variedades clásicas y en el estado más puro posible.

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Así como en Chile la mayoría de los consumidores de café le agregan leche a su bebida, en países como Inglaterra, donde se bebe té varias veces al día, lo usual es que también lo prefieran con un chorrito de leche, solo para “cortar” su taza.

Ahora bien, esa preparación que consiste en poner una bolsa de té una taza que, en vez de agua, está llena solo de leche caliente, es una versión —y tradición— completamente chilena.

Este es en rigor un té con leche. Sin embargo, uno muy particular y, actualmente, el más famoso de todos. El té chai —también llamado masala chai— es una preparación originaria de la India, en la que se mezcla té —por lo general verde—, con una variedad de especias y hierbas aromáticas que cambian según el lugar del país donde se haga. Este mix de té y otros ingredientes se hace hervir con una mezcla de agua y leche.

Si bien prepararlo tiene todo un ritual, en la actualidad existen mezclas industriales de té chai que vienen listas, a las que solo les hace falta agregarles agua y/o leche, dependiendo del gusto del consumidor.

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Existe un té negro originario de China muy particular, pues posee un sabor muy intenso y un potente aroma ahumado, ya que sus hojas pasan por un proceso de secado con humo. Esta variedad de té se llama lapsang souchong y se recomienda para beber por las mañanas o incluso como un digestivo después del almuerzo. A pesar de ser considerado un té más bien exótico, actualmente es bastante fácil de conseguir en el comercio local.

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Los que ya pasan de los cuarenta recordarán un té en polvo —muy económico— que en los años ochenta tenía hasta comerciales en televisión y que aún se vende en algunas tiendas. Sin embargo, no se trata de ninguna manera de un té recomendable. El té en polvo que sí tiene prestigio mundial es el té matcha, que se elabora en base a hojas de té verde provenientes de plantas que han crecido a la sombra y que han sido cosechadas antes de su completa maduración.

Es famoso por ser el protagonista de la tradicional ceremonia del té de los japoneses y por una serie de propiedades que lo han llevado a ser el favorito de muchas personas obsesionadas con su salud, en especial de algunas celebridades. Consumirlo, dicen, ayuda a controlar los niveles de azúcar en la sangre, estimula el sistema inmune y mantiene sanas las arterias, entre otros beneficios. Además, también se usa en repostería y otras preparaciones de la comida japonesa.

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Si uno busca en el pasillo del té del supermercado o en las vitrinas de las tiendas especializadas, seguramente se sorprenderá con la gran cantidad de tés “funcionales” que existen. Y cuando digo funcionales, me refiero a todos esos tés que, más que destacar su origen o composición, lo que ponen en valor son los beneficios que otorgarían si los bebemos de manera sostenida.

Nos podemos encontrar con tés que estimulan el sueño, otros que relajan el ánimo, unos que purifican la piel y hasta variedades que aseguran ayudar a desintoxicar el cuerpo. Son, en realidad, distintas mezclas de tés con hierbas, frutas, semillas y hasta especias. Incluso algunos no tienen nada de té en su contenido. ¿Sirven? Difícil saberlo, pero de que se venden, se venden.

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Según los entendidos, siempre será mejor consumir té en hoja que en bolsitas individuales. ¿La razón? El formato hoja permite graduar de mejor manera la cantidad de té que se va a usar —y así controlar resultados más fuertes o suaves—, lo que permite además percibir de manera más efectiva la calidad del té —principalmente aromas, colores y sabores—, cosa que con los de bolsa no se puede hacer.

Ahora bien, si se compra un té de calidad —aunque sea en bolsitas—, no hay mayor problema. Lo que sí es muy importante, tanto para el té en hoja como el de bolsa, es usar agua recién hervida y luego dejarlo reposar unos minutos antes de servir. ¿Se deja la bolsa en la taza hasta terminar o se saca antes? ¿Se agrega azúcar, miel, endulzante o nada? Ahí ya entran a primar los gustos de cada uno.

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Pero si se deciden por preparar el té en hoja, vale la pena adquirir una tetera que se use exclusivamente para estos fines. Son fáciles de conseguir en el mercado y se recomienda siempre lavarla exclusivamente con agua caliente y nunca con lavalozas, para así no traspasar el sabor del jabón a nuestra bebida.

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Si quieren tomar té en hoja pero solo para una taza, con la misma comodidad de una bolsa individual, pueden también probar un infusor. De esta forma, se puede utilizar la cantidad justa de hojas para una sola porción, sin necesidad de desperdiciar té ni agua.

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*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 1 de junio de 2022. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.