Ahora es el turno de Biden: a más tardar a fin de mes definirá si cambia a Powell por una demócrata en la presidencia de la Reserva Federal
Lael Brainard, integrante de la junta de gobernadores del organismo desde 2014, es cercana al progresismo oficialista y ya tuvo una entrevista con el mandatario estadounidense.
A fines del mes pasado, el Presidente chileno Sebastián Piñera definió la continuidad de Mario Marcel al mando del Banco Central, renovándole por los cuatro años que le quedan en la institución su presidencia. Optó por mantener a Marcel, que políticamente es cercano al mundo socialista, en vez de nombrar en el cargo a alguno de los consejeros del oficialismo. En EE.UU., a más tardar el 25 de noviembre, una determinación de similares características debe tomar el mandatario Joe Biden, quien avisó a principios de mes que decidiría con “bastante rapidez” respecto de si deja en su puesto a Jerome Powell, el actual mandamás de la Reserva Federal (Fed), o si nominará a su colega Lael Brainard, hasta ahora la única en competencia.
Aunque la valorada conducción del instituto emisor estadounidense en medio de las turbulentas aguas de la pandemia le otorgan sólidas credenciales a Powell, quien asumió la conducción de la institución en febrero de 2015, sucediendo a la actual secretaria del Tesoro, Janet Yellen, lo cierto es que está lejos de tener su puesto 100% asegurado.
Cercano al mundo republicano, razón por la cual se ganó en su momento el nombramiento por parte de Donald Trump y por lo que podría concitar más consenso en el Congreso, el abogado enfrenta a una competidora que tiene importantes puntos a su favor.
La opción del recambio
Brainard, doctorada en Economía en la Universidad de Harvard, cuenta con una carrera en la secretaría del Tesoro y con siete años de experiencia como gobernadora de la Fed, tras ser nombrada en el cargo en 2014 por Barack Obama. Además de ello, es la única demócrata de los gobernadores de la entidad y dentro del partido oficialista cercana al mundo progresista, el que tiene mayoría en el Senado, órgano encargado de sellar con su venia el nombramiento de Biden.
No es de extrañar entonces que esté en la terna final que, aunque no oficial, quedó expresada la semana pasada con la entrevista que sostuvo el mandatario con Brainard, según informó Bloomberg citando fuentes cercanas a la Casa Blanca.
Sin embargo, la misma agencia de noticias financieras había adelantado que Biden, quien debe completar varias posiciones en la Reserva Federal, bien podría estar considerando a la gobernadora para el puesto de vicepresidenta.
Además de este último puesto, en la Fed existe una vacante en el directorio y en la vicepresidencia de Supervisión Bancaria, que acaba de dejar Randal Quarles, el primero en un cargo que se creó con posteridad a la crisis financiera.
Coincidencias y discrepancias
De quedar en el puesto que antes ocuparon pesos pesados como Paul Volcker, Alan Greenspan y Ben Bernanke, Brainard no implicaría un cambio muy radical en relación a Powell respecto a la política del banco central más importante del mundo.
De hecho, trabajaron estrechamente en la monumental expansión monetaria que se desplegó en la crisis del coronavirus y comparte una perspectiva dovish, es decir, moderada en la evaluación sobre un alza en la tasa de interés.
Sin embargo, la diferencia más importante que implicaría un cambio que deje a la gobernadora en el máximo cargo de la Fed, sería su postura más severa sobre la regulación bancaria, justamente lo que la acerca al ala más progresista del Partido Demócrata y la distancia de los grandes prestamistas de Wall Street.
De hecho, en esta materia se ha enfrentado a Powell, quien se ha manifestado más proclive a flexibilizar ciertas regulaciones promulgadas con posteriodad a la crisis financiera de 2008, con lo que se ha ganado importantes enemigos en el oficialismo.
La senadora de Massachusetts y una de las líderes del progresismo, Elizabeth Warren, indicó en septiembre que dejar a Powell como presidente de la Fed sería un error, señalando que el reciente retroceso de las regulaciones bancarias lo convierten en un “hombre peligroso”.
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