Instituciones y ciclo económico
"La política económica anticíclica chilena, con resultados tan exitosos en el pasado reciente, podría ser cambiada por un marco institucional que no tuviera otro efecto que ser un gran amplificador del ciclo económico".
La invasión del ejército ruso a Ucrania agrega una nota más al cóctel de incertidumbre que ha tenido la economía mundial en los últimos años. Ya no solo tendremos que lidiar con los efectos de la crisis sanitaria y los impactos económicos que deja a su paso -interrupción de las cadenas logísticas, países altamente endeudados, presiones inflacionarias, mayores costos sanitarios y restricciones de desplazamientos, entre otros-, ahora tendremos que adicionarle un ambiente geopolítico explosivo con efectos que pueden ser devastadores para la economía mundial si continúa la escalada bélica.
Más allá del reordenamiento que tendrá en el mapa político internacional, el ámbito de influencia de las súper potencias, los resultados económicos ya podrán sentirlo las familias en cualquier parte del mundo. El precio del petróleo Brent bordea los US$100 y los precios del trigo se elevan a sus mayores niveles en una década. Al momento de echar un litro de bencina o comprar un kilo de pan en las próximas semanas sabremos que, aunque lejos del conflicto, sus efectos indirectos nos alcanzan sin excepción.
En el pasado, Chile diseñó mecanismos para atenuar el ciclo económico y sortear las crisis. Un tipo de cambio libre, un Banco Central autónomo y con un objetivo nítido en materia inflacionaria, una regla de balance estructural para la política fiscal y un marco jurídico estable con reglas claras para los inversionistas. En las tres décadas pasadas, Chile enfrentó mucho mejor que la región los shocks negativos, lo que lo convirtió en el destino de cientos de miles de migrantes que reconocieron este mejor desempeño de la economía local en relación con el vecindario latinoamericano.
Lamentablemente muchas de las herramientas que permitieron mitigar el ciclo económico en el pasado hoy están bajo cuestionamiento. Sin mucha evidencia en lo económico algunos buscan “moderar” la autonomía del Banco Central, debilitar el derecho de propiedad, atomizar la política fiscal en múltiples actores y diseñar un nuevo marco jurídico. Además, de todos los cambios institucionales que estas transformaciones profundas suponen, es importante alertar sobre los efectos que tendrán en una economía pequeña y altamente dependiente del entorno externo.
Diluir el rol que juegan los responsables de la política monetaria y fiscal y crear un marco jurídico que nos expone a mayor incerteza jurídica desalentará las decisiones de inversión privadas, presionará el gasto público sin control, desanclará las expectativas inflacionarias y nos dejará con una mayor vulnerabilidad en la siguiente crisis económica internacional. La política económica anticíclica chilena, con resultados tan exitosos en el pasado reciente podría ser cambiada, por un marco institucional que no tendría otro efecto que ser un gran amplificador del ciclo económico.
*El autor de la columna es economista
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