La columna de Claudio Pizarro: “Desafío Estratégico según Davos 2024″
"Es clave compatibilizar la construcción de comunidad con el desempeño y crecimiento económico, de lo contrario, la sostenibilidad del negocio y del Estado está cuestionada. Ningún miembro de la comunidad puede quedarse atrás, ya sea la familia, la empresa o el país".
La semana pasada se realizó la 54° versión del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, convocando a líderes mundiales de la empresa, la política, la academia y la sociedad civil. Su foco fue “reconstruir confianzas”, una temática que nos toca de cerca y que tal parece no sólo afecta a nuestro país y a Latinoamérica, sino que a buena parte del planeta.
El New York Times sintetiza los tres principales takeaways del citado encuentro. Ellos son: (i) la inteligencia artificial está presente en muchas, sino en casi todas las conversaciones; (ii) ESG (Environment, Social and Governance) no es todo lo prioritario, pese a que el año 2023 fue el más caliente del planeta, desde que se tiene registro; y (iii) mucho optimismo, pero con cautela, dado el surgimiento creciente de políticos populistas, guerras en desarrollo y tensiones geopolíticas.
¿Cómo aplica lo indicado a nuestro país? Hace unos días, la Comisión Nacional de Evaluación y Productividad liberó su Informe Anual de Productividad, en el que señala que en esta materia estamos estancados desde hace 15 años. Esto, mientras la inteligencia artificial acelera y vuelve urgente la necesidad de adoptar tecnologías digitales para competir en mercados globales. Avanzamos en cuidado ambiental, pero aún hay mucho por hacer, destacando casos en minería, Energías Renovables No Convencionales y automotriz (electromovilidad). Ni la fractura del proceso político que se exacerba a partir de octubre de 2019 ni los dos procesos constitucionales fallidos ayudan a crear un ambiente que propicie la inversión.
Después de cuatro años muy difíciles, las cosas vuelven a encauzarse, aunque en un marco muy distinto, más complejo. Los clientes y ciudadanos son más digitales, exigiendo respuestas e imponiendo condiciones que prácticamente no admiten errores o retrasos. Usan las redes sociales como un espacio para ejercer su poder, lo que obliga a las empresas y organismos del Estado a estar cada vez más atentos, ya que su actividad no es sólo físico, sino que también digital.
Para enfrentar esta complejidad, Daniel Innerarity, filósofo y ensayista español, propone una reflexión: cada uno debe creer que su proyecto de futuro se puede lograr, para lo cual debe actuar en forma coherente en cada espacio de su quehacer. De lo contrario, cuesta creer, porque los sueños no se concretan, lo que genera descontento, a veces miedo e incluso rabia. Básicamente, no se trata solo de crecimiento económico, sino que también de comunidad, ya que así damos respuesta al proyecto de cada uno de sus integrantes o al de una gran mayoría de ellos. Un columnista explicitaba el fin de semana, “el 75% de la población mundial vive en países en vías de desarrollo”, pero, al mismo tiempo, es necesario decir que a nivel mundial, el 1% más rico posee el 45% de la riqueza (Credit Suisse, Global Wealth Report 2023); y en Chile, el 10% concentra el 80% (WEF, 2024).
Por lo tanto, es clave compatibilizar la construcción de comunidad con el desempeño y crecimiento económico, de lo contrario, la sostenibilidad del negocio y del Estado está cuestionada. Ningún miembro de la comunidad puede quedarse atrás, ya sea la familia, la empresa o el país.
Para abordar esta complejidad, no existe solución mágica. No es un problema de “copiar y pegar”, ni siquiera de “copiar y pegado especial”, muy lejos de “enchufar y usar” (plug and play). En Davos la confianza tiene un rol protagónico, siendo una condición eminentemente humana, por lo que la filosofía política nos ayuda a construir más y mejores empresas para el futuro -mucho más complejo- que ya está aquí.
* El autor es Profesor Adjunto, Ingeniería Industrial, Universidad de Chile Managing Partner, CIS Consultores