La columna de Javier Vega: “Inversión en Chile, de la coyuntura a la realidad”

El FMI dice que persiste el riesgo de descontento social en Chile por las demandas insatisfechas y el deterioro de la seguridad
La columna de Javier Vega: “Inversión en Chile, de la coyuntura a la realidad”

"El freno de golpe que tuvo la inversión la década pasada fue una señal más que nítida para corregir las malas decisiones en materia de políticas públicas que se tomaron en el pasado".



Los datos económicos conocidos estos días fueron decepcionantes. El segundo trimestre la economía chilena registró un débil incremento de 1,6%, desacelerando en relación con el desempeño del primer trimestre (+2,5%). Al comparar la variación trimestral el resultado es aún más preocupante: la economía local retrocedió a una tasa anualizada de 2,5% (t/t) respecto del primer trimestre de este año.

Y eso que el segundo trimestre tuvo vientos externos favorables. Las exportaciones de bienes y servicios anotaron una variación anual de 7,3% -el mejor rendimiento en seis años- y tuvieron una contribución positiva al resultado del segundo trimestre de 2,4 puntos porcentuales. Dicho de otra manera, sin el dinamismo del sector exportador, la economía chilena habría registrado una caída anual en el segundo trimestre.

Demás está decir que el principal problema en materia económica que enfrenta nuestro país es la debilidad estructural que arrastra la inversión. Los datos del segundo trimestre lo confirman: la formación bruta de capital fijo volvió a hundirse, esta vez con una caída anual de 4,1%, la cuarta consecutiva.

Pese a que, en el margen, la inversión dejó de caer (en particular el componente maquinarias y equipos), pensar que tenemos el problema resuelto es poner demasiado énfasis en un dato en particular. Es cierto que en relación con el primer trimestre la inversión creció 1,4% (trimestre a trimestre), usando la serie desestacionalizada. Pero también lo es que entre el segundo trimestre de 2013 y el mismo periodo de 2024 la formación bruta de capital fijo ha aumentado solo 2% -leyó bien-, usando los datos limpios de estacionalidad, es decir 11 años prácticamente estancados.

Al comienzo de la década pasada, parecía que la falta de inversión era una cuestión pasajera, seguramente de rápida solución. No importó subir abruptamente los impuestos, encarecer los costos laborales y hacer más complejo e incierto el proceso de tramitación ambiental. Chile era un país tan atractivo – se decía- que lo seguirá siendo en el futuro, a pesar de estos ajustes.

La realidad ha demostrado ser más porfiada de lo que algunos pensaban. El freno de golpe que tuvo la inversión la década pasada fue una señal más que nítida para corregir las malas decisiones en materia de políticas públicas que se tomaron en el pasado. Y, pese a que en varios círculos existe conciencia de que hay que echar pie atrás en algunos frentes, lo cierto es que avanzamos dos pasos y retrocedemos tres.

El proyecto de permisos sectoriales busca reducir los plazos y simplificar el árido proceso de tramitación en Chile. En paralelo el proyecto de tramitación ambiental, hasta el momento deja más dudas que certezas que, de no corregirse, puede terminar entrampando aún más el avance de las iniciativas. Por su parte, los costos laborales siguen al alza después de la reducción a 40 horas de la jornada semanal, el aumento del salario mínimo y diversas regulaciones que encarecen la contratación. La mesa para implementar una negociación ramal en Chile es una señal decepcionante, que pone más cuesta arriba cualquier atisbo de confianza para la inversión.

¿Puede un inversionista sentirse tentado en invertir en Chile con este set de políticas? Mientras no revirtamos las decisiones que han encarecido los costos y alejado a los inversionistas, seguiremos admirando el potencial de inversión que tiene Chile, sin ver su despegue definitivo.

*El autor de la columna es socio de Mirada Externa

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