La columna de Matías Concha: “De la intervención a la solución”
"Al momento de intervenir una dinámica competitiva empresarial, la política pública debe cuidar no caer en buenismos para crear feudos artificiales permanentes que agudizan el problema social, económico y ambiental en el tiempo, sino de una política que genere inversión, competencia, oportunidades y empodere a las personas para que ellos mismos sean los verdaderos protagonistas en promover la historia del futuro".
Cuando al ministro Marcel le preguntaron por avanzar con un séptimo retiro, respondió categóricamente: “Hemos aprendido que el costo es enorme”, en donde su respuesta se basó en que los retiros debilitaron la capacidad de ahorro y la consecuente inflación aumentó las tasas, y actualmente pone un peligroso freno a la inversión, sobre todo de la construcción. Ahora bien, los retiros no son un caso aislado, sino parte de un sistema de cantos de sirena que en política buscan retribuciones de corto plazo sin hacerse cargo de las consecuencias que tiene su implementación y es ahí en donde se debe levantar la voz.
En el contexto actual, resulta fundamental empatizar y entender el drama de la caída de encadenamientos productivos y su efecto que tiene en las personas y regiones. Casos simbólicos como el de Paipote en Atacama o la Siderúrgica Huachipato en la Región de Biobío nos deben llamar a la reflexión, en el sentido de la profundidad del problema que va mucho más allá de un negocio en particular. Ahora bien, ¿Cómo en estos casos no caer en los cantos de sirena de protecciones sin hacerse cargo de las consecuencias que esto significa?
Es precisamente en este contexto de crisis de emblemáticos proyectos en donde aparecen dos conceptos que son fundamentales para robustecer: educación e inversión de recambio. El primero es perseguir la excelencia en la educación y sobre todo fortalecer la educación técnico profesional particularmente en zonas vulnerables, lo cual es la gran llave para desarrollar un conocimiento aplicado en el tiempo. Llama la atención que el cierre de Paipote venga acompañado de un fuerte debilitamiento del sistema educativo de Atacama, lo cual agudiza un problema y dificulta la implementación de cualquier solución permanente que debe ser priorizada.
Más hacia el sur, el caso de Huachipato se encuentra inmerso en un ambiente en donde la Región del Biobío ha sido golpeada por una crisis de seguridad e incertidumbre que ha significado que el sector forestal ha sufrido la quema de 1/3 de su superficie, disminuye su superficie total en un 14% y se pierdan del orden de 3.200 empleos al año. Adicionalmente, el otro sector relevante en el PIB regional (la pesca) está amenazado por un proyecto de ley que, al igual que la jibia, difícilmente logre atraer inversión y empleo. Todo esto inmerso en un contexto en donde proyectos emblemáticos de nueva inversión verde como el tercer intento del proyecto de tierras raras en Penco o la detenida inversión forestal y pesquera sujeta a adicional incertidumbre de la permisología difícilmente puedan sostener la nueva inversión y encadenamiento productivo necesario para enfrentar la crisis climática futura.
Independiente del fundamental apoyo a las familias y medidas focalizadas de apoyo a todo un encadenamiento productivo en regiones tan sensibles claves como Atacama en el norte y Biobío en el sur, es clave entender cómo se canalizará una señal del estado tomando en cuenta la consecuencia que una intervención directa o indirecta. Al momento de intervenir una dinámica competitiva empresarial, la política pública debe cuidar no caer en buenismos para crear feudos artificiales permanentes que agudizan el problema social, económico y ambiental en el tiempo, sino de una política que genere inversión, competencia, oportunidades y empodere a las personas para que ellos mismos sean los verdaderos protagonistas en promover la historia del futuro. Sabiendo las consecuencias de los retiros en Chile y aquellas de enarbolar banderas proteccionistas selectivas en Latinoamérica, debemos promover con fuerza el fundamental rol del estado en destrabar las barreras a la inversión y no claudicar en mejorar el foco en la calidad de la educación como los verdaderos motores para poder avanzar hacia una solución permanente.
*El autor de la columna es consejero Sofofa
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