La columna de Matías Concha: “El dilema copernicano ambiental de Chile”

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La columna de Matías Concha: “El dilema copernicano ambiental de Chile”


A lo largo de la historia moderna, difícilmente ha habido un cambio más trascendente a nivel de ciencia que la publicación en 1543 de “De revolutionibus orbium coelestium” de Nicolás Copernico, que cambió la manera en cómo pensábamos a partir de la observación, chequeo científico y contexto que favorezca el surgimiento de ideas que interpreten la realidad. En esos tiempos, las pasiones se enfrascaron en guerras religiosas, pero entre los estados Teutones de Prusia Oriental y Polonia, existió el principado de Elm, que abrazó la neutralidad, lo cual, unido al surgimiento de la imprenta, permitió que un desarrollo independiente fuese validado en muchas latitudes, para finalmente legarnos el convencimiento de que la Tierra no era el centro del Universo.

Hoy, a nivel científico, se ha generado una gran convergencia en cuanto a que las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero (GEI) han acrecentado el calentamiento global, en donde los efectos para Chile, con sus 6.000 kilómetros de costa y un desierto en crecimiento, lo convierten en uno de los lugares de mayor vulnerabilidad a estos cambios. En esta línea, escuchamos los llamados de las autoridades de Naciones Unidas a actuar ahora con carácter de urgente, pero ¿Cuál ha sido nuestra reacción al respecto?

Mientras que, por un lado existe una dinámica que busca ir reduciendo las emisiones donde se generan, su éxito depende de su aplicación en los países más contaminantes como China y EEUU, lo cual no está garantizado. ¿Significa que todo está perdido? La verdad depende cómo reaccionemos. Estamos transitando hacia un nuevo modelo de menores emisiones, pero se requiere de inversiones, permisos ambientales y fomentos para llevar a cabo una sustitución colosal. Quizá nos encontramos todos mirando a un problema estático de emisiones que dependen de los grandes emisores y no logramos ver el dinamismo detrás de una efectiva transformación en la sustitución en curso.

En materia de emisión y certificación de los GEI, se cuenta con tres alcances reconocidos que miden las emisiones directas e indirectas de la cadena productiva y logística. Si bien es importante perseverar en los tres alcances, Chile genera cerca del 0,26% de las emisiones mundiales, por lo cual la aplicación de estos tres puntos no nos permite ser incidente para avanzar a una solución global. En este sentido, se viene desarrollando el alcance cuatro, que más allá de las emisiones directas e indirectas productivas, refleja las sustituciones en su uso, que pone en valor la producción de una tonelada de cobre, litio, tierras raras, captura de carbono forestal, salmón y gran parte de los insumos que el planeta necesita para la descarbonización. Si una unidad genera cinco y sustituye 100, ¿Debo llegar a detener este proyecto considerando solo los cinco negativos y no los 100 positivos? Más allá de solo mirar la producción, la política pública debe reconocer y valorar el colosal aporte medido como externalidad positiva de una serie de bienes producidos en Chile que pueden ser clave en la descarbonización. Un fomento puede dar forma a una estrategia país diferenciadora e incidente que nos enorgullezca y permita promover las urgentes inversiones para llevar a cabo no solo para descarbonizar, sino para alcanzar el desarrollo y mejorar la calidad de vida.

Tenemos que tomar conciencia de que, para revertir el calentamiento global, las iniciativas locales serán más incidentes dependiendo del rol de cada país. Chile está en una posición geopolítica neutra privilegiada para tomar un liderazgo de proveedor de bienes críticos para la descarbonización, independiente del incierto escenario comercial que EEUU o China impongan. De esta forma, la mejor política pública en Chile para lograr la incidencia climática global no está en actuar mirándonos al ombligo productivo interno, sino en ser parte de una solución más integral, que requiere de mayor inversión e incidencia. En el caso de Chile, la mejor solución debe ir en ayuda de la cadena de valor completa, considerando los usos o emisiones evitadas, lo cual podría posicionar a nuestro país desde una posición insignificante a una de referente para revertir el calentamiento global.

*El autor de la columna es consejero de la Sofofa

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