La columna de Roberto Camhi: “Futuro del trabajo: adiós a las antiguas credenciales”

INE
La columna de Roberto Camhi: “Futuro del trabajo: adiós a las antiguas credenciales”

"No será la IA y las máquinas las que reemplacen los trabajos humanos, nuestro trabajo. Serán los propios humanos que usen la tecnología a su favor los que reemplazarán a aquellos que no la utilicen y no sean capaces de adaptarse".



El año que terminó fue de muchas conversaciones en torno a la Inteligencia Artificial (IA), no libres de algunas fatalistas predicciones relativas al futuro que se nos avecina. El hecho de que la IA generativa pueda alcanzar capacidades superiores a las de la inteligencia humana está comenzando a inquietar a muchos, con justa razón. Solo la falta de conciencia y de objetivos no controlados es lo que, según los expertos, evita que la IA se apodere de nuestras vidas, tome el control, y nos relegue a la segunda posición como los seres más inteligentes del planeta.

Sin embargo, la preocupación más habitual que escucho es respecto del futuro del trabajo y sobre quiénes se verán más perjudicados en el corto plazo por esta transformación histórica, en donde los llamados knowledge workers—profesionales cuyo trabajo está asociado principalmente a información y conocimiento—se encuentran en el epicentro.

Estudios del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) y Stanford coinciden en que los profesionales más beneficiados serán aquellos que logren convertirse en “aumentadores de IA”, es decir, personas capaces de aprovechar estas herramientas para potenciar su productividad y creatividad. Es decir, quienes la usen como un superpoder en profundidad. Entre ellos están, por ejemplo, los que trabajan en ciencia de datos, desarrollo de software y la analítica de negocios, quienes verán una demanda creciente de habilidades híbridas basadas en la comprensión técnica combinada con el pensamiento estratégico y ya no en un título profesional.

Aquellos que hasta ahora se consideraban trabajos seguros, están en la cuerda floja y se ven como los grandes perdedores. Analistas financieros, abogados y un sinfín de roles y profesiones asociados a tareas rutinarias, repetitivas o fácilmente automatizables, muchas de ellas creativas y de nivel medio, ya enfrentan una automatización parcial o total. Tengo dos hijas estudiando medicina y les sugerí que no se especialicen en radiología, campo en donde la IA ya demostró mayores capacidades que los propios médicos, gracias al entrenamiento previo de cientos de miles de imágenes y diagnósticos. Un informe de McKinsey titulado “Generative AI and the future of work in America” del año 2023, sugiere que hasta el 30% de las horas trabajadas en la economía de EE.UU. podrían ser automatizadas para el 2030. No me extrañaría que ese número hoy, iniciando el 2025, sea mucho mayor.

Y es que una de las gracias de esta tecnología es que prácticamente no tiene costo marginal de complejidad en la resolución de problemas. Si haces la prueba, verás que el tiempo de respuesta es el mismo, independientemente de la dificultad de la pregunta, lo que nos lleva a pensar que, efectivamente, la productividad puede crecer al infinito gracias a la IA. Según el estudio de McKinsey, los profesionales de STEM (ciencia, tecnología, ingeniería, y matemáticas), áreas creativas, empresariales y legales podrían verse muy beneficiados con este aumento de capacidades y productividad, pero, en cambio, muchos otros empleos, que no requieren interacción humana compleja, análisis o decisiones estratégicas, como aquellos de apoyo administrativo, servicio al cliente y servicios de alimentos, seguirán disminuyendo.

Esta realidad futura podría verse como apocalíptica si no tuviésemos nada que hacer al respecto. Lo interesante es que depende más de nosotros que de la propia tecnología. No será la IA y las máquinas las que reemplacen los trabajos humanos, nuestro trabajo. Serán los propios humanos que usen la tecnología a su favor los que reemplazarán a aquellos que no la utilicen y no sean capaces de adaptarse. Se requiere capacitación permanente en nuevas habilidades y competencias, en vez de las antiguas credenciales académicas, para mantener el ritmo de la evolución y lograr buenos niveles de empleabilidad.

*El autor de la columna es fundador de Mapcity y Apanio, advisor y director de startups, autor de “Piensa al revés”, “Hackea tu Mente” y “TÚ”.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.