La mano dura de Biden con China amenaza el impulso de un Estados Unidos verde

El Presidente Biden quiere que Estados Unidos genere más energía renovable. FOTO: LEAH MILLIS/REUTERS

El Presidente intenta encontrar un equilibrio entre la creación de industrias de energía limpia y el freno a las importaciones chinas de baterías y piezas de paneles solares.


La administración Biden en Estados Unidos está levantando barreras a las importaciones chinas de energías limpias para proteger a las industrias nacionales cuando se acercan las elecciones presidenciales. Pero las restricciones comerciales también amenazan otra de las prioridades de Biden: el desarrollo de la generación de energías renovables.

Este mes, su gobierno ha permitido la entrada en vigor de una serie de aranceles dirigidos a los fabricantes chinos de paneles solares, después de haber suspendido las medidas hace dos años. La Comisión de Comercio Internacional, organismo federal que analiza las cuestiones comerciales, también dio su visto bueno inicial a una petición antidumping respaldada por algunos fabricantes estadounidenses de paneles solares. En las próximas semanas, se espera que la administración cierre una laguna arancelaria que permitía a las empresas introducir muchos paneles solares libres de impuestos.

Estas medidas, junto con otras que aumentan los aranceles sobre productos ecológicos como las baterías y los vehículos eléctricos, representan algunos de los intentos más enérgicos hasta ahora para proteger a las industrias nacientes de un exceso de productos chinos ecológicos y sacar a Estados Unidos de las cadenas de suministro de energía limpia que domina Beijing.

Pero Estados Unidos sigue dependiendo de la importación de componentes solares, y algunos ejecutivos del sector afirman que las medidas -en particular la petición antidumping- están haciendo que los promotores suspendan las adquisiciones de paneles, retrasen los plazos de trabajo y se preparen para unos costos más elevados. Esto, a su vez, amenaza el rápido despliegue de energías renovables necesario para que Estados Unidos alcance sus ambiciosos objetivos en materia de energía limpia y clima.

El gobierno de Biden está “tratando de encontrar un equilibrio entre sus objetivos de energía limpia y el apoyo a la fabricación nacional, y en muchos aspectos están enfrentados”, dijo Andrew Gier, director de prácticas energéticas de Capstone, una consultora de políticas con sede en Washington, D.C.

El apoyo de la administración a la fabricación nacional ha ayudado a su programa ecológico, no lo ha perjudicado, afirmó Ali Zaidi, asesor nacional sobre el clima del Presidente Biden. Esto se debe a que el gobierno se asegura de que el suministro de baterías y componentes renovables sea abundante y no dependa de un solo país como China, sostuvo.

“No ha habido ninguna compensación”, aseguró Zaidi. Por el contrario, añadió, el gobierno ha estimulado inversiones que “no sólo fomentan el despliegue de la energía solar, sino también su fabricación aquí en Estados Unidos”.

El debate en torno a las medidas comerciales de energía limpia subraya la delgada línea que el gobierno de Biden debe caminar entre la promoción de su agenda verde y la protección de la fabricación estadounidense. Dos años después de que los incentivos de la Ley de Reducción de la Inflación desencadenaran una carrera por construir cadenas de suministro de energía limpia en Estados Unidos, las compañías han anunciado inversiones por valor de US$ 114.000 millones en productos como baterías, paneles solares y vehículos eléctricos, según el grupo empresarial ecologista E2.

Sin embargo, la Agencia Internacional de la Energía calcula que China sigue albergando el 80% de la capacidad de fabricación de energía solar y el 75% de la producción de baterías, lo que significa que Estados Unidos dependerá de los fabricantes chinos para abastecerse de energía limpia en un futuro próximo.

“Dados los incansables esfuerzos del gobierno chino y de las empresas con sede en China para dominar la fabricación de energía solar, tenemos que ser igual de implacables para garantizar que la aplicación de las normas comerciales funcione”, señaló Timothy Brightbill, socio de Wiley Rein y abogado jefe de la petición antidumping.

En el sector solar, esta dependencia se ha visto acentuada por la reducción a la mitad de los precios de los paneles durante el pasado año, a medida que los fabricantes chinos y sus operaciones en Malasia, Tailandia, Vietnam y Camboya aumentaban la oferta, según Brightbill. Las importaciones se dispararon y las existencias se acumularon en Estados Unidos, agregó.

El fabricante de paneles solares Qcells, una unidad del conglomerado surcoreano Hanwha, está invirtiendo miles de millones de dólares para expandirse en Georgia. Sin embargo, Hal Connolly, vicepresidente de política pública y relaciones gubernamentales de Qcells, declaró el mes pasado que los clientes optan por comprar paneles importados a un precio inferior al que costaría fabricarlos en Estados Unidos. La firma y sus homólogas están “perdiendo millones de dólares al mes”, indicó en una audiencia de la Comisión de Comercio Internacional sobre la petición antidumping.

Qcells es una de las empresas que respaldan la petición, según la cual los fabricantes de los cuatro países del sudeste asiático se benefician de subvenciones injustas y practican dumping con los paneles y células solares, una pieza fundamental.

No todo el mundo está de acuerdo. Atraída por los incentivos del gobierno, Canadian Solar terminó el año pasado una fábrica de paneles de US$ 270 millones en Texas. La empresa, que tiene su sede cerca de Toronto y fabrica la mayoría de sus productos en China, también está creando una planta de US$ 800 millones en Indiana para producir células solares.

Se espera que la planta de Indiana esté lista en 18 meses. Hasta entonces, Canadian Solar planea importar componentes de paneles desde su fábrica de Tailandia, que podría verse afectada por los nuevos aranceles. “Las zanahorias funcionan, los palos no” cuando se trata de fomentar el crecimiento de las industrias de energías renovables, dijo Thomas Koerner, jefe de ventas globales de la compañía.

Estados Unidos aún no fabrica células solares, y no fabricará suficientes para satisfacer la demanda interna al menos durante la próxima década, de acuerdo al grupo de presión de energía verde American Clean Power.

Jim Murphy, presidente de la empresa energética Invenergy, con sede en Chicago, advirtió que las restricciones podrían ralentizar los proyectos de energías renovables. La petición está llevando a Invenergy, que tiene en cartera proyectos de generación de energía renovable por valor de miles de millones de dólares, a revisar todos sus contratos de importación de paneles y venta de proyectos para ver cuáles serán los efectos, afirmó Murphy.

La incertidumbre generada por la petición antidumping y otras medidas comerciales “ralentiza los proyectos y pone a los promotores en una situación difícil con sus clientes”, manifestó. “Y no ayuda a alcanzar los objetivos de despliegue que las empresas individuales o el sector en su conjunto -y creo que el gobierno de Biden- tienen aquí”, concluyó.

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