La OPEP, Biden y los precios de la gasolina
El presidente quiere que el cartel bombee más petróleo, pero que Estados Unidos menos.
En lo que respecta a la disonancia cognitiva, este es un clásico. El objetivo político explícito del presidente Biden es reducir la producción de petróleo y gasolina de Estados Unidos, limitando el suministro global de combustibles fósiles en nombre de la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, su administración ahora está implorando al cártel petrolero de la OPEP que bombee más petróleo para que los precios de la gasolina en Estados Unidos no suban más de lo que ya lo han hecho bajo la supervisión de Biden.
El martes, los precios del petróleo subieron a máximos de seis años después de que la Organización de Países Exportadores de Petróleo y Rusia no lograran ponerse de acuerdo sobre el aumento de las cuotas de producción. La primavera pasada, la OPEP recortó las cuotas de producción después de que los precios del crudo cayeran a US$20 por barril en medio de cuarentenas que afectaron a la economía y una guerra de precios entre Arabia Saudita y Rusia.
Pero la demanda de energía se ha recuperado en gran parte del mundo a medida que se distribuyen las vacunas con el covid-19, los gobiernos alivian las cuarentenas y aumentan los envíos de carga. El consumo de petróleo de Estados Unidos está ahora aproximadamente donde estaba en este momento en 2019. La OPEP estima que la demanda de petróleo en los países industrializados aumentará en 2,7 millones de barriles por día este año.
A principios de junio, la OPEP aumentó modestamente las cuotas de producción, pero la demanda aún se está recuperando más rápido que la oferta. El resultado es que los precios del crudo promedian alrededor de US$74 por barril, lo que sería alrededor de un 45% de alza este año. Los países de la OPEP, naturalmente, quieren aprovechar la recuperación de la pandemia para impulsar la producción y generar más petrodólares para financiar a sus gobiernos.
Pero una disputa entre Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos por las cuotas está bloqueando un acuerdo, elevando los precios de la gasolina en Estados Unidos a un máximo de casi siete años. Aquí entra la Administración de Biden. Un vocero de la Casa Blanca afirmó el lunes que está instando a la OPEP y sus aliados a llegar rápidamente a un compromiso “que permita avanzar en los aumentos de producción propuestos”.
A la Administración le preocupa que los precios más altos de la gasolina puedan socavar la agenda climática y los planes de gasto de Biden. Los republicanos han estado vinculando su veto al oleoducto Keystone XL con precios más altos de la gasolina. Los dos no están directamente relacionados. Pero, si no hay Keystone, eso significa que más crudo de Canadá y el norte de Bakken Shale tendrá que trasladarse por ferrocarril a las refinerías estadounidenses.
Esto está contribuyendo a una mayor demanda y precios de fletes, así como a estancamientos en la cadena de suministro, todo lo que se suma a la presión inflacionaria. Los consumidores sienten el dolor en sus facturas, ya que los precios del gas natural y el propano también han aumentado. El aumento de los costos de la energía también están influyendo en el aumento de los precios de los bienes en general.
Biden sabe que los crecientes precios de la gasolina y otros bienes perjudican a los estadounidenses de clase media y podrían socavar su presidencia. Esta es una de las razones por las que rechazó una propuesta para pagar el acuerdo de infraestructura bipartidista del Senado aumentando el impuesto a la gasolina.
Pero fíjense en la ironía de que Biden ahora está instando a la OPEP a abrir sus grifos incluso mientras su administración está aplicando políticas con el objetivo de detener la producción de petróleo y gas natural de Estados Unidos. Su administración ha tratado de detener los nuevos arrendamientos en tierras federales, suspendió los arrendamientos en el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico de Alaska y está ampliando las protecciones a de las especies en peligro de extinción para limitar la producción de petróleo en tierras privadas, entre otras políticas diseñadas para castigar a los combustibles fósiles.
Pero reducir la producción estadounidense significa reducir la oferta global incluso cuando la demanda aumenta. Esto significa más posibilidad de ventaja de precios para la OPEP y Rusia, y para Irán, si es que Biden permite que Teherán escape a las sanciones sobre sus exportaciones de petróleo como parte de un nuevo acuerdo nuclear. Así que Rusia e Irán se beneficiarán del desarme de combustibles fósiles de Biden, mientras que los estadounidenses pagarán más por la energía.
La salida a tales contradicciones sería permitir que los productores estadounidenses respondan a precios más altos sin nuevos obstáculos políticos. (Él) Puede decirle al lobby climático que supere la derrota política.
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