La subida de tasas hace aún más ricas a las grandes empresas
La cantidad que las empresas ganan con el efectivo en el banco está subiendo incluso cuando los costos de los intereses fijados durante la pandemia se mantienen estables.
La Reserva Federal subió las tasas de interés para frenar la economía, que estaba al rojo vivo. En algunas de las empresas más grandes y seguras, las medidas tuvieron el efecto contrario al deseado, aumentando sus beneficios y su poder adquisitivo.
Los que salieron ganando con la subida de tasas fueron los prestatarios de alta calidad, que se aseguraron unos tipos de interés bajos durante la pandemia con bonos que vencían más a largo plazo que en cualquier otro momento del siglo. La subida de las tasas tiene escasa repercusión inmediata en sus costos de endeudamiento -sólo afecta a los bonos cuando se refinancian-, mientras que ganan más en sus reservas de efectivo de forma inmediata.
Para la Reserva Federal, esta dinámica atenúa el impacto de las subidas de tasas, que se supone que funcionan en parte persuadiendo a las grandes empresas de que el capital es más caro, por lo que deben ser más cautelosos. Las empresas que tienen más dinero gracias a la subida de las tasas pueden aumentar los dividendos, invertir más y estar más dispuestas a pagar más por el personal adecuado, todo ello para apoyar la economía.
Tome por ejemplo a Microsoft, la segunda empresa más valiosa del mundo. Tiene más efectivo e inversiones a corto plazo que deuda, por lo que nunca se iba a ver amenazada por unas tasas más altas. Pero también ha fijado sus costos de endeudamiento: En el último trimestre pagó exactamente los mismos intereses, US$ 492 millones, que un año antes. Sin embargo, ganó bastante más por su efectivo e inversiones a corto plazo, con una tasa anualizada que pasó del 2,1% al 3,3%; combinado con un pequeño aumento de su tesorería a US$ 111.000 millones, ganó US$ 905 millones en intereses sólo en el trimestre, frente a US$ 552 millones.
La experiencia de Microsoft parece reflejarse en toda la economía. Los pagos netos de intereses de las empresas -es decir, los intereses pagados por la deuda menos los recibidos por los ahorros- disminuyeron al subir los tipos de interés, lo contrario de lo que suele ocurrir.
Por supuesto, la subida de las tasas sigue perjudicando a las empresas, lo que ha creado una división entre los que “tienen” y los que “no tienen” en el mercado. El dolor recae sobre las empresas más débiles que no han podido asegurarse tipos bajos durante mucho tiempo, o que han optado por endeudarse mediante préstamos bancarios a tipo variable o deuda similar en la que los tipos suben a medida que lo hace la Reserva Federal. Las empresas calificadas como basura, la categoría más débil, tienen ahora el vencimiento promedio más corto de su deuda, lo que significa que se enfrentan a refinanciaciones más frecuentes a tipos mucho más altos. Más dinero gastado en intereses significa menos disponible para los accionistas, los trabajadores y la inversión.
Incluso para las empresas más débiles, ha habido relativamente poco dolor hasta ahora. Los impagos y las quiebras han aumentado, pero están lejos de ser catastróficos. Christian Stracke, presidente de la gestora de fondos californiana Pimco, afirma que las empresas se han beneficiado de una mayor inflación que ha sostenido los márgenes de beneficio, lo que ha hecho que las tasas más altas sean más fáciles de afrontar. “Los tipos de interés reales después de la inflación sólo han pasado a ser positivos recientemente”, aseguró.
“Si mantenemos las tasas donde están ahora y sigue habiendo un enfriamiento de la economía, entonces habrá una tensión real, si no angustia, en el mercado de crédito apalancado”.
Si dividimos el mercado por tamaños, resulta evidente que las empresas más grandes son las menos afectadas por la subida de tasas. Los cálculos de Andrew Lapthorne, responsable de investigación cuantitativa de Société Générale, muestran que el tipo de interés que paga la décima parte de las empresas más grandes del índice S&P 1500 apenas ha subido desde sus mínimos y sigue por debajo de su máximo prepandémico. La tasa de interés pagada por la mitad más pequeña de las empresas del índice ha subido hasta alcanzar el nivel más alto en más de una década, mientras que las empresas del medio han vuelto aproximadamente a las tasas prepandémicas.
Los responsables políticos que quieren frenar la economía se enfrentan a la disyuntiva de elegir entre tasas aún más altas para exprimir a las empresas vulnerables, o mantener los tipos altos el tiempo suficiente para que empiecen a afectar a las empresas que se acogieron a tasas bajas a medida que sus bonos se refinancian.
Lo que complica aún más la tarea de la Reserva Federal es que un patrón similar ha pasado con los consumidores. Los que se acogieron a tasas hipotecarias bajas -con algunos asegurándose las tasas más bajas de la historia en 2021- están, como Microsoft, pagando lo mismo por su deuda mientras ganan más con sus ahorros. Pero aquellos que no cumplían los requisitos para las hipotecas estándar, o que eligieron préstamos a tipo variable, o necesitan pedir prestado ahora, están sufriendo las subidas de tasas de la Fed.
Por supuesto, nada es para siempre. La disparidad entre los ganadores y los perdedores de las subidas de tasas es otra de las razones por las que los valores más grandes -los ganadores- han sido, con diferencia, los más rentables este año.
Sin embargo, esta dinámica se ve amenazada: El tiempo y la economía. Cuanto más tiempo mantenga la Fed las tasas altas, más bonos, incluso de los emisores de mejor calidad, tendrán que refinanciarse a un costo más elevado. Y si la economía finalmente se quiebra, las empresas cíclicas -las más sensibles a las recesiones, como los fabricantes de automóviles-, enfrentadas a flujos de caja marcadamente más bajos, tendrán dificultades para pagar incluso las bajas tasas de interés a los que se aferraron hace tiempo.
Hasta entonces, vivimos tiempos extraños. La subida de las tasas hace que una gran parte de la economía se sienta más rica, no más pobre.
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