Las acciones estadounidenses han perdido su excepcionalidad (excepto las grandes tecnológicas)

FILE PHOTO: The Netflix logo is pictured on a television in this illustration photograph taken in Encinitas California
En esta foto de archivo se muestra el Logo de Netflix en un televisor. La fotografía ilustrada fue tomada en Encinitas, California, Estados Unidos, el 18 de enero del 2017. REUTERS/Mike Blake/File Photo

Los papeles de los bancos e industrias nacionales ahora se mueven más cerca de los precios de las acciones extranjeras que junto al crecimiento bursátil de Estados Unidos.


Las empresas estadounidenses tienen mucho en común. Tienden a tener mucha exposición a la economía estadounidense, tienen una demanda similar de sus acciones a través de la compra y venta en índices amplios del mercado estadounidense y, por supuesto, están sujetos a las mismas regulaciones, leyes y gobernanza.

Por lo tanto, es extraordinario descubrir que los bancos y las acciones industriales de Estados Unidos ahora se mueven más de cerca con los precios de las acciones extranjeras que con las acciones de crecimiento de Estados Unidos, que están dominadas por las FANG —abreviación para Facebook, Amazon, Netflix y Google, ahora Alphabet— junto con Microsoft. No ha habido una desconexión como esta desde al menos 1991, cuando comenzaron los datos diarios para el índice Russell 1000 Growth.

Se vuelve aún más extremo cuando el mercado se divide entre el crecimiento y las acciones de “valor” baratas que cotizan con una valoración más baja que el resto del mercado. Los datos del profesor Kenneth French de Dartmouth muestran que el vínculo entre los movimientos en los dos grupos —la correlación de los cambios diarios durante 12 meses— es el más débil desde al menos 1926.

De alguna manera, no es exactamente una sorpresa descubrir que están sucediendo cosas raras. Después de todo, acabamos de vivir el declive económico y el repunte más pronunciado de la historia, y el primer cierre forzoso de la economía por parte de un gobierno.

Sin embargo, tal ruptura de las conexiones normales entre las acciones es una señal de que algo anda mal, incluso después de que el mercado parece haberse recuperado por completo del colapso provocado por el Covid-19 en marzo de 2020.

Primero, una nota de esperanza. Es posible que esto sea solo una señal de que las acciones globales están madurando. Estados Unidos alberga las empresas de mayor crecimiento del mundo (China tiene varias más, pero son principalmente nacionales), y bailan a un ritmo diferente. Se beneficiaron ampliamente de las cuarentenas, a diferencia de todos los demás, y su valor está menos vinculado a la economía que la mayoría de las empresas. Las FANG y otras acciones similares con gran crecimiento tienen poco en común con una empresa de defensa francesa o un fabricante de automóviles japonés.

Mientras tanto, el resto del mundo, una vez más, excepto China, se parece mucho más al índice de valor accionario de Estados Unidos que al indicador de crecimiento. Los sectores financiero e industrial representan aproximadamente un tercio del valor estadounidense y del mundo si excluimos a Estados Unidos (utilizando las medidas de MSCI para la coherencia entre países). Las acciones de tecnología representan aproximadamente una décima parte de cada índice. El índice de crecimiento de Estados Unidos es completamente diferente, compuesto por solo un 8% de finanzas e industrias, y un 43% de tecnología, más otro 18% en servicios de comunicación, donde se ubican Facebook, Alphabet y Netflix.

Sin embargo, eso ha sido cierto durante bastante tiempo. El gran cambio que impulsó la extrema divergencia del año pasado en las oscilaciones diarias es la mayor sensibilidad a las acciones del gobierno y el banco central.

El cierre del comercio implicó esencialmente la compra de acciones de crecimiento y la venta de acciones de valor, lo que centró el dinero global en las FANG y compañía. La flexibilización de las cuarentenas significó que este intercambio se invirtió, por lo que, naturalmente, los precios de los dos grupos de acciones a menudo se movieron en direcciones opuestas.

Los pagos de estímulo tuvieron un efecto similar, impulsando las acciones económicamente sensibles que habían sido golpeadas por la peor recesión de la historia, mientras que hicieron poco por las acciones de crecimiento.

Finalmente, está la Reserva Federal. Sí, una vez más, la extrañeza del mercado se debe en gran parte a la Fed. El mercado bursátil se ha vuelto super sensibilizado a las perspectivas de la acción de la Fed, debido al dominio de las grandes tecnológicas. Los inversionistas han estado fijando las ganancias cada vez más en el futuro, lo que ha llevado a las valoraciones más altas para las acciones en crecimiento —y el mercado en general— desde la burbuja del puntocom.

Depender de que las ganancias se materialicen más en el futuro aumenta la importancia de las tasas de interés entre las de ahora y las de entonces. Mientras más bajas sean las tasas, más valiosa será la promesa de un dólar en 10 años. Esto se debe a que la alternativa, tener efectivo, produciría menos y, por lo tanto, mayor sería la valoración de las acciones con potencial de crecimiento de ganancias.

Las acciones de valor ofrecen un menor crecimiento de las ganancias y, por lo tanto, son menos sensibles a las tasas; también se benefician mucho más de la fortaleza económica a corto plazo que podría llevar a la Fed a subir las tasas. Negociar la perspectiva de futuras subidas de tasas en acciones implica cambiar dinero entre sectores sensibles a estas tasas —tecnología vs bancos e industriales— o entre crecimiento y valor. Esto ayuda a explicar por qué las acciones se mueven de manera tan diferente.

El peligro para los inversionistas es que las valoraciones altas significan que las acciones de crecimiento se han vuelto mucho más sensibles a las tasas que en el pasado, por lo que incluso un pequeño cambio de enfoque por parte de la Fed podría afectar sus valoraciones mucho más de lo habitual.

Hasta ahora esto no ha sido un problema. El aumento de los rendimientos de los bonos del Tesoro de septiembre a marzo simplemente frenó las acciones de crecimiento, en lugar de perjudicarlas. En promedio, Facebook, Apple, Amazon, Microsoft, Netflix y Alphabet no llegaron a ninguna parte a medida que aumentaron los rendimientos, y solo uno, Alphabet sensible a la publicidad, venció al S&P 500. Desde que los rendimientos de los bonos del Tesoro comenzaron a caer nuevamente a fines de marzo, todas estas acciones se han disparado, y solo uno —Netflix, que sufrió bajas de visualizaciones por el término de las cuarentenas—no pudo vencer al S&P.

Lo que parece incorrecto es que en un mercado libre las acciones deban depender tanto de la acción del gobierno y del banco central. Dada la escala de intervención sin precedentes, tal vez sea de esperar. Mi temor es que, a diferencia de muchos de los efectos del covid-19, esta dinámica haya llegado para quedarse.

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