Los buenos gerentes roban
"No se trata de copiar, sino que de reinventar y adaptar, combinando ideas que ya existen y transformándolas en algo nuevo".
¿Has robado alguna vez? Seguro que a cualquiera que se le haga esta pregunta responderá inmediatamente, sin pensarlo, que nunca lo ha hecho, aunque si nos esforzamos, más de alguna anécdota encontraremos de cuando éramos niños. Lo malo sería recordarnos de algún robo en nuestra etapa de adultos, que merezca el reproche público.
Hay una frase de Mark Twain que me gusta mucho que dice: “No existe tal cosa como un pensamiento original”. Seguro existe una idea original por cada billón o trillón de ideas. Estoy convencido de la validez de lo que esta frase nos dice. Los mejores gerentes no son del todo originales y la mayoría de las veces ejecutan ideas que toman prestadas de otros sitios, aunque nunca lo quieran decir o reconocer. Hay decenas de libros que hablan de cómo ser un buen gerente, pero hay uno distinto que se refiere en particular a este tema y me gustó mucho. Se llama “Roba como un artista”, de Austin Kleon.
Después de leer éste y otros libros relacionados con la creatividad e innovación, repasé mi historia profesional y me percaté de cómo, sin pensarlo, había hecho cosas parecidas a las que recomienda Kleon. Yo mismo robé una idea cuando conceptualicé el proyecto de Mapcity, en el año 1997. La tomé prestada de una empresa estadounidense llamada Mapquest.com, que había comenzado con una idea muy similar unos años antes. Lo interesante es que nunca me sentí culpable por haberla robado. Tampoco fui consciente de ello. En realidad, no la robé, simplemente me apoyé en ella.
Lo que estoy tratando de decir es que no se trata de copiar, sino que de reinventar y adaptar, combinando ideas que ya existen y transformándolas en algo nuevo. A partir de ese proceso, la imaginación y creatividad propia nos llevará a través de un camino único que nos permitirá diferenciarnos del producto original y desarrollar nuestra propia identidad. Esto es válido para todo tipo de creación, en el mundo de las artes, la literatura o incluso en los negocios.
No parece tan malo que robemos ideas. Le hace bien a la sociedad. Las ideas deben compartirse siempre, ya que el verdadero valor está en la ejecución. Al compartirlas se genera valor en el mercado, y se genera la sana competencia que permite que los productos evolucionen, filtrando las buenas ideas de las malas y emulando a quienes ya han recorrido el camino. He llegado a convencerme de que la innovación, que tanto halagamos, es una externalidad positiva del hecho de que los gerentes roban.
Por eso, si quieres emprender, olvídate de los que te dicen “probablemente eso ya existe”, “si fuera bueno, ya alguien lo habría hecho” o “si se puede copiar tan fácilmente, probablemente no es una buena idea”. Mejor aprende a robar como un artista y déjate influenciar por las buenas ideas de los demás.
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