Los calculadores detrás de las mega ventas de catálogos musicales
El equipo de cuatro economistas de Massarsky Consulting vendió su negocio después de valorar más de US$ 6.500 millones en derechos musicales el año pasado.
Mientras los inversionistas se apresuran a comprar los catálogos de música de las megaestrellas, Barry Massarsky y su firma están en el medio valorando la mayoría de los acuerdos (operaciones).
Fue pionero en la economía de los flujos de efectivo de los derechos de autor a principios de la década de 1990 y, junto con su socia de negocios, Nari Matsuura, desarrolló un modelo para guiar los préstamos bancarios a los inversionistas en música.
El año pasado, Massarsky Consulting valoró más de 300 catálogos por un total de más de US$ 6.500 millones. “Nuestro sitio web está inundado con más y más demandas de nuevos compradores, de nuevos vendedores”, afirma.
Estrellas como Bob Dylan, Bruce Springsteen, Stevie Nicks y Tina Turner han vendido sus catálogos a editoras de música, fondos que cotizan en bolsa y firmas de capital privado.
Ante el alto volumen reciente de transacciones, Massarsky vendió su negocio este mes a la firma de servicios profesionales Citrin Cooperman por un monto no revelado.
El crecimiento del streaming y otras actividades online significa que el uso de canciones va en aumento, lo que genera pagos para el compositor y otras partes interesadas (stakeholders). Los estudios de cine, los creadores de videojuegos y las aplicaciones de acondicionamiento físico, así como las estaciones de radio y los servicios de streaming, pagan para licenciar o usar canciones.
Los acuerdos de los inversionistas para la música también son más complejos. Algunos están comprando el derecho de cobrar un determinado flujo de pago sin poseer ninguna parte de los derechos de autor subyacentes. También están seleccionando derechos de autor o flujos de derechos específicos para inversiones.
Cuanto más tiempo siga siendo popular una canción o un catálogo, mayor será su valoración.
Massarsky, de 66 años, y Matsuura, de 51, hablaron con The Wall Street Journal sobre lo que implica valorar el trabajo de toda la vida de un artista y lo que se vislumbra en el horizonte para las inversiones musicales. A continuación, extractos editados:
WSJ: ¿Cómo se ha expandido el grupo de clientes en los últimos años?
Massarsky: Están todos estos nuevos fondos, principalmente respaldados por capital privado. Estamos viendo a todos, desde BlackRock hasta Blackstone, TPG, Carlyle, Apollo y KKR.
Matsuura: No se trata solo de comprar. Se trata de qué tipos de derechos estás comprando. ¿A quién se le ocurrió comprar derechos de producción? Antes, la gente solía rehuir los derechos de los escritores. Ahora los múltiplos de los escritores (o compositores) son tan altos como los múltiplos de las editoras. Los ingresos por rendimiento en el lado de la música grabada, es uno de los fondos, y eso es todo lo que están comprando.
WSJ: ¿Cómo la música se ha transformado en este activo alternativo?
Matsuura: Hay poca volatilidad en los flujos de derechos de autor. Casi funciona como un bono porque obtienes un flujo de efectivo regular y predecible. Conocemos la historia del streaming. Lo que no vimos pasar en los últimos dos años, es que se probara la tesis de que la industria musical no está correlacionada con el resto del mercado. Otra cosa que ahora está impulsando esto son las plataformas de licencias alternativas, como Roblox y TikTok. Esta es la próxima oportunidad de crecimiento, mientras que el streaming sigue siendo muy fuerte.
WSJ: ¿Cómo valoran un catálogo?
Matsuura: Analizamos históricamente cada flujo de ingresos, porque la historia es el mejor predictor del futuro, y analizamos el crecimiento o la disminución históricos a largo plazo, según sea el caso, y luego el año más reciente. Tenemos una visión larga y una visión a corto plazo. En base a eso, podremos pasar a aplicar escenarios de tasa de crecimiento.
WSJ: ¿Qué hace que estos activos sean valiosos?
Massarsky: Los llamamos estándares. Realmente, es la música antigua: años 60, 70, 80, 90. Tal vez la de principios de los 2000. Han resistido la prueba del tiempo. Tantas cosas suceden para aumentar el valor de estas canciones antiguas. Hoy en día, los clásicos se escuchan (airplay) más que nunca en la radio.
En los últimos uno o dos años, las canciones antiguas se convirtieron en el fenómeno del streaming. Y si eso no es suficiente, ¿qué pasa con la música en el cine, la televisión y los comerciales? Esa vieja especie de gran canción que ayuda a identificar una cultura operativa o un momento en el tiempo. Esas canciones se cotizan a precios más altos por una oportunidad de licencia de sincronización. La música realmente ha redescubierto su pasado de una manera comercial.
WSJ: ¿Hay una burbuja? ¿Son racionales los precios de estos catálogos?
Matsuura: Si tienes un fuerte crecimiento de la industria, y tenemos eso en streaming y en nuevas oportunidades de licencia. Se basa en un crecimiento orgánico real: 26% en streaming. Y ahora estamos hablando de todos estos ingresos adicionales que provienen de las plataformas de redes sociales que tienen mucho dinero. ¿Dónde está la burbuja si hay fundamentos sólidos?
WSJ: ¿Cómo se ve el futuro del mercado?
Massarsky: Eventualmente vamos a ver cierta consolidación. El lado del inversionista se está volviendo mucho más sofisticado en sus instrumentos financieros, ya sea que vayan más al mercado público, o que haya una clase diferente de socios limitados, o que haya interés en las SPAC (compañía con un propósito especial de compra).
WSJ: Estamos viendo a los artistas vender el trabajo de su vida al mismo tiempo que vemos esta amplia lucha para que los artistas controlen y sean dueños de su obra. ¿Cómo deberíamos conciliar esto?
Matsuura: Una forma de manejar esa tensión es negociar de tal manera que el artista se quede con un porcentaje, para que no sienta que está regalando todo su bebé.
Massarsky: Hay una clase de artistas que tiene éxito y quiere monetizar sus activos y prepararse para el futuro. Están renunciando al riesgo de cualquier cosa que suceda con sus futuros flujos de derechos de autor al recibir su dinero hoy. Los inversionistas están asumiendo ese riesgo porque ven el valor de oportunidad en el futuro. Ese es un pensamiento de negocios bastante sofisticado, y no siempre está en la mente de muchos artistas jóvenes que, francamente, están un poco más preocupados por la justicia y la equidad.
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