Los seis complejos años de Automotores Gildemeister

Automotores Gildemeister

En 2014, la automotora comenzó a sentir la contracción económica. Ese año, el sector empezó a desacelerarse, profundizando su caída en los ejercicios siguientes. Desde esa fecha, la firma redujo su personal en más de 1.000 personas, externalizó un sinnúmero de áreas, cerró dependencias e hizo reestructuraciones financieras para sortear la ola. Entremedio, una gigantesca inversión en Brasil y un imponente edificio corporativo hundieron sus finanzas; el estallido social y la pandemia, terminaron de complicar el panorama. Ahora, con un acuerdo con sus bonistas se acogen al Chapter 11.


Mañana se realizará la junta extraordinaria de accionistas que dará inicio al proceso que Automotores Gildemeister llevará adelante en tribunales de Estados Unidos. Mañana los accionistas debieran aprobar una serie de modificaciones a los estatutos -cambiando el capital social y permitiendo la conversión y recompra de acciones, entre otras materias- para luego acogerse, con el apoyo de los bonistas, al capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos, el denominado chapter 11.

Ese fue el camino escogido para organizar su deuda, fortalecer su estructura de capital y reducir sus pasivos en US$200 millones, tras complejos momentos financieros que si bien recrudecieron pos estallido social de octubre de 2019 y por la pandemia, habían comenzado tiempo antes.

Hace exactos seis años, la industria automotriz empezó su contracción. Si en 2013 se comercializaban 378.000 unidades; en 2014 fueron 337.000, para caer a 282.000 en 2015. Entre 2014 y 2015, Hyundai –la marca emblema representada por Gildemeister- pasó de tener un 9,8% del mercado a un 9%. Y si bien en 2016 hubo un repunte, éste estuvo lejos de las colocaciones de 2013.

“Esta realidad de la industria, que se arrastra desde hace algunos años, nos ha llevado a racionalizar progresivamente nuestros elementos productivos”, señaló la firma el año pasado en una presentación realizada por un juicio laboral. En 2016, la compañía despidió a 132 trabajadores; en 2017, a 115; y en 2019, a 140. En tres años sacaron al 36% de la plana ejecutiva.

Y es que las finanzas de la firma ya venían estresadas. En 2011, cometieron –a los ojos del mercado- el peor de los errores: Brasil. Ese año compraron el 70% de Bramont S.A., empresa armadora de vehículos de la marca india Mahindra. A la tradicional de vehículos sumaron ahora la fabricación. Y si bien la idea era mantener el ensamblado de vehículos para abastecer el mercado interno, la experiencia fue negativa. Al poco andar, el sector comenzó a desacelerarse y Gildemeister a sumar resultados en rojo; la firma llegó a tener cuatro trimestres consecutivos de pérdidas y al tercer trimestre del 2014 acumulaba números negativos por US$54 millones.

En 2015, la clasificadora Fitch Ratings ya adelantaba que la compañía estaba corriendo riesgo de caer en cesación de pagos. Los US$300 millones de pagarés de la empresa con vencimiento en 2023 habían caído 7,8%, hasta 56,5 centavos por cada dólar, en instancias en que sus ratios de deuda habían crecido al nivel más alto en por lo menos seis años: llegaron a 14,3 veces las ganancias antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización. En 2015, cerraron la operación brasileña y reestructuraron su deuda nuevamente.

Sin embargo, mientras ello ocurría, gastaban sumas millonarias en otras cosas. En 2013, Minvest –nombre bajo el cual se agrupa el holding Gildemeister- inauguró un imponente edificio corporativo en Avenida Las Condes, comuna de Vitacura, una inversión que en su momento molestó a sus acreedores. El proyecto había partido en 2007 e implicó una inversión de US$60 millones, con cuatro ascensores panorámicos y hasta una caída de agua de ocho pisos de altura; dos años después buscaban –inicialmente- compradores para la torre completa, y luego arrendatarios para algunas plantas; las debilitadas finanzas lo exigían.

En el intertanto el grupo achicaba su operación: en 2013 externalizó el área de desabolladura y pintura; en 2015, el servicio de transporte, lavado y movilización. Y en 2017 se puso término definitivo a las áreas de maquinaria agrícola y construcción y de Rental. En 2018 se externalizó el servicio de distribución y de bodega de su filial RTC. “Todo ello con la finalidad de concentrar todos los esfuerzos financieros y humanos en la venta y mantenimiento de vehículos como objeto central y principal de la compañía”, destacó la empresa en la acción judicial.

En 2019 vino la última reestructuración financiera, mediante el canje de bonos en el exterior.

Con esa última reestructuración, dicen cercanos a la empresa, Automotores Gildemeister quedó en buen pie; con un nivel de deuda alto, pero con cierta holgura. Sin embargo, el estallido social, agravado por el Covid-19 y el alza en el tipo de cambio, los golpeó de frente. “El bajo crecimiento económico y el deterioro del mercado que venía experimentando el mercado automotriz durante los últimos años y especialmente durante el año 2019, se vio deteriorado aún más luego del 18 de octubre último, toda vez que luego del ‘estallido social’ sumado al alto precio del dólar, se tradujo en un golpe muy duro para el negocio y especialmente para Automotores Gildemeister”, dijo la compañía en la contestación de una demanda laboral. Entre octubre y noviembre de ese año, la compañía despidió a 70 trabajadores.

A junio de 2020, los pasivos de la firma superaban los US$600 millones. “La disminución en las ventas, ha provocado un descenso en la actividad general de la compañía, dado que, a menor venta de vehículos, existe un menor número de vehículos que deban realizar sus revisiones y mantenciones técnicas con la compañía, lo que consecuentemente reduce la actividad en el área de mantención, afectando de forma transversal a toda la estructura”, señaló la firma en la acción judicial. La firma pasó de tener 1.836 trabajadores en 2013 a 993 en octubre de 2019, número que continúo disminuyendo hasta un total de 876 trabajadores para enero de 2020 y que al día de hoy ha bajado en al menos 129 personas más.

Ahora, la compañía cuenta nuevamente con el apoyo de sus tenedores de bono para una reestructuración financiera. Será bajo el chapter 11 en Estados Unidos donde presentará un plan para impulsar una completa reorganización de sus operaciones chilenas, uruguayas y brasileñas; Perú y Costa Rica quedarán fuera.

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