Los votantes de Chile rechazan una Constitución que apuntaba a la economía y a los derechos indígenas
Los cambios habrían frenado la economía de mercado y otorgado amplios derechos a los pueblos indígenas. El resultado del plebiscito nacional fue un golpe para el nuevo Presidente de izquierda, Gabriel Boric.
SANTIAGO, Chile- Los chilenos rechazaron el domingo por un margen abrumador una propuesta de Constitución que habría frenado la economía de mercado del país, debilitado el equilibrio de poder en el gobierno y otorgado amplios derechos a los pueblos indígenas.
El resultado del plebiscito nacional fue un golpe para el nuevo Presidente de izquierda, Gabriel Boric, un antiguo líder estudiantil de 36 años que prometió ampliar el papel del Estado en la economía y mejorar los servicios públicos para los chilenos más pobres que se sienten abandonados en el país más desarrollado de América Latina. Aunque fue elegido en diciembre con un fuerte apoyo de los jóvenes chilenos, Boric había caído en una reciente encuesta de Cadem a un 39% de aprobación, mientras la economía se tambaleaba y la violencia aumentaba en el corazón de la comunidad indígena mapuche en el valle central de Chile.
Las elecciones se convirtieron en una derrota, ya que los votantes de Santiago y otras ciudades en las que se esperaba que los resultados fueran ajustados, rechazaron la propuesta de forma contundente. El 62% de los votantes -que fueron más de 12,2 millones- votó en contra del proyecto de Constitución, mientras que el 38% lo hizo a favor, según informó el Servel con casi todos los votos escrutados. Aunque casi el 80% de los chilenos votó en 2020 a favor de una nueva Constitución, y más tarde eligió una asamblea constituyente para redactar un borrador, los votantes se fueron desilusionando del proyecto final cuando empezaron a surgir propuestas demasiado ambiciosas.
El gobierno de Boric se debe encargar ahora de sentar las bases para la elección de una nueva asamblea que intente una vez más redactar una Constitución en este país de aproximadamente 19 millones de habitantes.
“Desgraciadamente, la Constitución no ha conseguido unir al país y ha presentado un texto que carece de sentido común”, declaró Bernardo Fontaine, economista que formó parte de la asamblea constituyente y votó en contra del proyecto propuesto, en una entrevista en la televisión chilena. “Mañana todas las fuerzas políticas tendrán que trabajar juntas para llegar a un acuerdo sobre una nueva Constitución que cree una casa para todos, no sólo una para la gente de la izquierda”.
Muchos chilenos dijeron a los encuestadores que estaban preocupados por las medidas que habrían acabado con el principio de igualdad ante la ley al otorgar derechos a los grupos indígenas que no tendrían otras personas, como dirigir su propio sistema de justicia y poder vetar proyectos, leyes y otras iniciativas, incluso en cuestiones que no les afectarían directamente.
“No resultó como queríamos”, dijo Nabila Daud, que tiene 25 años y que, como muchos jóvenes, quería que Chile reemplazara su Constitución de la era de la dictadura. “La gente cree que una nueva Constitución nos hará parecernos a Europa de la noche a la mañana. No funciona así”, explicó.
Ximena Barros, decoradora, comentó que sentía que el borrador “nos divide en chilenos e indígenas, cuando todos somos mestizos”, refiriéndose a las personas de raza mixta, como es el caso de la mayoría de los latinoamericanos.
“Hay que volver a empezar todo esto”, añadió Barros.
La Constitución que ha estado en vigor -y que sigue siendo la ley del país- fue reconocida por sentar las bases de un sólido crecimiento económico que redujo la pobreza, de más del 40% en 1990, a menos del 8% en la actualidad. La carta defiende un modelo económico de laissez-faire que limita el papel del Estado en la economía, además de privatizar los sistemas de pensiones y de salud y dar a los individuos más control sobre el suministro de agua.
Aunque los expertos en derecho constitucional afirman que la Constitución fue modificada decenas de veces y despojada de medidas antidemocráticas, muchos chilenos la perciben como de origen ilegítimo porque fue redactada en 1980 bajo el dictador que gobernaba en el país, Augusto Pinochet. A su vez, a finales de 2020, el 93% de los chilenos quería que la educación gratuita y las garantías sanitarias figuraran en una nueva Constitución, según la encuestadora Cadem.
Estos fueron algunos de los reclamos centrales que condujeron a grandes protestas a nivel nacional -algunas de ellas violentas- que sacudieron al país en 2019, llevando al entonces presidente Sebastián Piñera a avanzar con un plan para reemplazar la Constitución.
“Este plebiscito fue un resultado directo de esa explosión social, y era la respuesta que este país necesitaba”, aseguró Constanza Saade, una actriz y estudiante que había apoyado el proyecto. “Votar por la nueva Constitución era el cambio que el pueblo quería”, agregó.
La propuesta de Constitución, de 388 artículos, fue redactada por una asamblea dominada por activistas de izquierda. Fue demasiado lejos para votantes como Cristina Lasnibat, una publicista que tiene un pequeño negocio. Como muchos chilenos, tenía grandes esperanzas en una nueva Constitución, sin embargo, comentó que no podía apoyar la que se había redactado, que, según ella, sería difícil de interpretar.
“No me gusta que eliminen el Senado y sólo quede la Cámara Baja de los Diputados”, dijo Lasnibat. “La democracia consiste en debatir. Los políticos están hechos para eso”, sostuvo.
También, hubo oposición entre los mapuches. Jeannette Sobarzo, propietaria de un pequeño negocio mapuche en la región del centro-sur de Chile, donde vive mucha de su gente, comentó que no se sentía representada por la asamblea constituyente que redactó el proyecto de Constitución, aunque el documento podría haber ofrecido oportunidades a las comunidades mapuches. Pero la inclinación del borrador hacia los pueblos indígenas en favor de otros, manifestó, podría haber provocado una reacción.
“La Constitución debería haber sido redactada de forma que fuera buena para todos”, comentó Sobarzo, “pero la Convención fue demasiado lejos y en el sentido contrario”.
Además de eliminar la estabilidad garantizada en la actual Constitución a las empresas mineras, el borrador propuesto habría garantizado la sobrerrepresentación en el Congreso a los grupos indígenas y limitado la capacidad del Estado para desplegar tropas en regiones conflictivas. Los expertos constitucionales también están preocupados por las disposiciones que, según ellos, habrían dado lugar a una injerencia política en el poder judicial.
Emilio Larson, publicista jubilado, señaló, por su parte, que había votado a favor de la nueva Constitución, pero que le preocupaban algunas de las medidas que, según él, podrían debilitar a la policía ante el aumento de la delincuencia.
“Deberían limitarse a reformar la Constitución actual”, declaró Larson, “para que no tengamos que pagar otra Convención Constitucional”.
Con el rechazo de la propuesta, los partidos de centroizquierda y centroderecha del país -que han gobernado durante 30 años, pero han tenido poco papel en la asamblea constituyente- tendrán más influencia para reafirmarse, dijeron los analistas políticos que siguieron las tratativas en la asamblea constituyente. Boric había dicho antes de los resultados que, si ganaba el bando del Rechazo, se iniciaría un proceso que conduciría a una nueva Constitución. Convocó a los líderes de los partidos a una reunión para este lunes.
“Los errores se pueden arreglar”, aseguró Eugenio Tironi, un veterano consultor político de centroizquierda que respaldó la propuesta de Constitución. “Sobrevivimos con las reformas. Con voluntad política, se puede volver a hacer”, concluyó.
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