Transformación y disrupción, lecciones de un camino vivido en carne propia
"Está siendo un gran viaje que nos ha permitido adaptarnos a los nuevos tiempos, ampliar nuestras miradas y abrir nuestras mentes. ¿En qué viaje está usted y su organización? ¿Su foco está en el pasado y sus paradigmas tradicionales o en el camino del futuro y sus oportunidades?"
El mundo y, por cierto, nuestro país experimentan cambios acelerados en múltiples dimensiones y, para sobrevivir y crecer, las organizaciones, sus líderes y equipos deben evolucionar en sintonía con él. En particular, desarrollar un fuerte enfoque en el cliente y sus experiencias, así como generar una relación constructiva con la sociedad, el territorio y el medio ambiente.
Lograrlo implica abordar un camino de cambios estructurales en múltiples ámbitos, entre otros, estrategia, gobierno, organización y cultura, y desarrollar nuevas capacidades para gestionar la incertidumbre, aumentar la resiliencia en entornos VUCA y aprovechar las nuevas oportunidades que se presentan. De este modo, los líderes deben ser capaces de gestionar una “agenda 60/30/10″, cuyo nombre da cuenta del porcentaje de tiempo y recursos necesarios para (1) gestionar el negocio actual, (2) transformar el “core business” de acuerdo a las nuevas oportunidades y desafíos que emergen, y (3) generar disrupción, explorando nuevas posibilidades de creación de valor más allá del negocio tradicional. Esta misma fórmula es la que hemos aplicado en los últimos años en nuestra propia empresa, Virtus Partners, y cuyas lecciones de este proceso me parecen oportunas de compartir.
Fundamos Virtus en 2007 tras retirarnos de McKinsey & Co., donde fuimos socios por varios años. Nuestro propósito al emprender era ampliar la oferta de consultoría gerencial de alto nivel y contribuir a potenciar el crecimiento y la valorización de empresas e instituciones en América Latina, desarrollando al mismo tiempo talento local. Esto nos llevó a abrirnos camino en la región realizando proyectos desafiantes con clientes de múltiples industrias. Sin embargo, más allá del éxito obtenido, nos dimos cuenta de que para seguir creciendo y fortalecer nuestra sostenibilidad era necesario gestionar de forma sistemática y simultánea los tres frentes antes mencionados, tal como promovemos tan afanosamente entre nuestros propios clientes. Fue así que nos enfocamos en potenciar nuestras prácticas tradicionales mediante el desarrollo e incorporación de talento, la generación de alianzas y la implementación de nuevas metodologías y formas de trabajo. En particular, apostamos por desarrollar con fuerza las prácticas de excelencia operacional y de estrategia digital.
Con miras a ampliar nuestra oferta de servicios y potenciar nuestro propio proceso de transformación rápidamente, promovimos socios internos e incorporamos a un socio externo con amplia experiencia internacional en el tema digital, junto a quienes hemos ido evolucionando nuestro modelo de negocio. Es así que, por ejemplo, hoy bajo el nombre de Raven, una compañía Virtus, nuestro nuevo negocio digital nos permite apoyar a nuestros clientes en el diseño de sus “viajes de transformación” e implementarlos.
Ciertamente, todo esto no ocurrió de la noche a la mañana, sino que fue fruto de un proceso evolutivo de conversaciones, reflexiones, experimentación, pivoteo y aprendizaje. Tuvimos que escuchar con atención las necesidades e inquietudes de nuestros diferentes clientes, a lo largo de la región, así como también integrar un equipo con habilidades multidisciplinarias y culturas distintas al mundo de la consultoría tradicional. Como resultado, en tres años hemos evolucionado en nuestro core de consultoría de alta dirección y, por medio de Raven, hemos ampliado nuestros servicios y sumado tres nuevas oficinas en Chile, México y España. Así, hoy estamos atendiendo a clientes en siete países, con proyectos de diseño y ejecución que van desde la creación de un neo banco en México, hasta la reinvención de la oferta previsional en España y la mejora de la oferta de seguros y salud en Chile.
Sin duda, este camino propio y también desarrollado con múltiples clientes ha traído importantes aprendizajes, destacando un decálogo que puede servir de inspiración a otros: (1) contar al menos con un líder convencido de que el cambio es necesario y que el aprendizaje constante y humilde es un elemento esencial; (2) fomentar la diversidad e incorporar nuevos líderes con las capacidades técnicas y adaptativas adecuadas al cambio deseado; (3) generar las condiciones y ceder el control necesario, en especial por parte de los fundadores, para que los nuevos talentos sean capaces de desafiar el status quo, experimentar e innovar; (4) co-construir de manera amplia y con un lenguaje simple un propósito movilizador que dé sentido y pertenencia a la organización; (5) crear las condiciones para que una primera versión de la solución emerja de forma rápida y sencilla, más que aferrarse a una solución única y definitiva; (6) testear la solución y evolucionarla en el tiempo a medida que se aprende y se hace más compleja; (7) potenciar el negocio original para no solo financiar lo nuevo, sino también para adaptar su cultura y prácticas; (8) gestionar el cambio desde el día cero y evolucionar hacia una nueva cultura, aprendiendo y haciendo los ajustes oportunos en cada paso del camino; (9) compartir el valor de lo creado, reconociendo los aportes grupales e individuales e innovando en las formas de retención del talento, tan escaso y valioso; (10) explorar nuevos modelos de asociación tanto con talento como con otras empresas, con modelos flexibles, innovadores y atractivos económicamente.
En síntesis, está siendo un gran viaje que nos ha permitido adaptarnos a los nuevos tiempos, ampliar nuestras miradas y abrir nuestras mentes. ¿En qué viaje está usted y su organización? ¿Su foco está en el pasado y sus paradigmas tradicionales o en el camino del futuro y sus oportunidades?
*El autor de la columna es socio fundador de Virtus Partners
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