Y finalmente llegó: luego de que la semana pasada Fitch puso perspectiva negativa a la nota de Chile, hoy la clasificadora de riesgo anunció que también lo hizo para bancos locales.
“Fitch revisó las perspectivas de los IDR de largo plazo en moneda local y extranjera a largo plazo de Banco Santander Chile y BCI a Negativo desde Estable, y ha afirmado las calificaciones para ambos bancos”, anunció la clasificadora. La revisión incluyó a los bancos chilenos con clasificaciones en escala internacional (IDR o Issuer Default Rating) y de viabilidad (VR, por sus siglas en inglés) que se encuentran al nivel de clasificación del soberano.
“Fitch señala que las métricas financieras centrales de estos grandes bancos se mantuvieron bastante estables en 2019 a pesar de los disturbios sociales que causaron una contracción económica en el último trimestre de 2019”, dice la clasificadora. Sin embargo, dicen que el Fitch Core Capital (FCC) de los ratios de los activos ponderados por riesgo “parecen bajos en comparación con pares internacionales con calificaciones similares, en parte debido a ponderaciones de riesgo más estrictas de los activos. En opinión de Fitch, un alto nivel de exceso de reservas para pérdidas crediticias, rentabilidad sostenida y la implementación de los requerimientos de capital de Basilea III, deberían ser suficientes para mitigar los riesgos potenciales del Covid-19 sobre la capitalización”.
Con todo, las clasificadoras esperan que se profundice el deterioro en la rentabilidad y la calidad de cartera de la banca producto del debilitamiento de la economía y de la oferta y demanda mundiales por la pandemia de coronavirus, lo que se suma a lo que ya venía evidenciando la calidad de activos de la industria tras el 18 de octubre de 2019. Al menos eso es lo que advierten Fitch, S&P y Humphreys.
Para Ivana Recalde, analista de S&P, “el impacto dependerá de la duración y la intensidad de los efectos sobre la economía. Es importante remarcar que el deterioro esperado en la morosidad se produce desde valores saludables e históricamente bajos”.
El analista de Fitch, Abraham Martínez, menciona “que las métricas de capital de los bancos chilenos parecen bajas en relación con sus pares internacionales con calificaciones similares, en parte debido a ponderaciones de riesgo más estrictas de los activos”. De todas maneras, Martínez detalla que “un alto nivel de exceso de reservas para pérdidas crediticias por arriba de las requeridas por la regulación (como provisiones adicionales), la rentabilidad sostenida (ahora presionada) y la implementación de las directrices de capital de Basilea III, deberían ser suficientes para mitigar los riesgos potenciales de Covid-19 sobre la capitalización”.
Recalde recuerda que la composición de la cartera de la industria, tiene una alta participación del segmento de empresas (57% de la cartera total), “el que presenta relativamente elevados niveles de apalancamiento comparado con pares regionales y globales. El segmento de consumo y tarjetas de crédito (14% de la cartera total) es altamente sensible a la evolución del mercado laboral y calidad del empleo y desarrollos económicos. En cuanto al segmento de vivienda (29%), la carga de las personas se vería aliviada por el contexto de bajas tasas. Cabe señalar que la exposición del sistema a financiación de comercio exterior (importaciones y exportaciones) es relativamente acotada, representando menos de 5% de la cartera total del sistema, con una menor exposición directa a China”.
Carlos García, gerente de riesgo de Humphreys, dice que gracias a las exigencias regulatorias, la banca tiene “reservas suficientes como para afrontar casos de estrés financiero. Obviamente, se espera que la morosidad se incremente y los resultados empeoren, tanto por el entorno doméstico, como por la crisis global del Covid-19… No se estima que los bancos requieran inyecciones adicionales de capital, más allá de la trayectoria estimada para cumplir las exigencias de Basilea III”.
Asimismo, García agrega que “obviamente, la banca es el termómetro de la actividad productiva del país. Si esta se ve estresada, con diversos analistas no descartando una caída en los niveles de producción, se esperaría un incremento en la morosidad y en los NPL. Por lo tanto, esperaríamos una contracción en sus resultados, pero todo dentro de las pruebas de estrés a las que usualmente es sometida la banca por parte de los organismos reguladores. Con todo, cabe señalar que este análisis asume un período acotado de crisis, y que paulatinamente la situación se revierte a niveles de incertidumbre más acotados”.
Las clasificadoras estiman que las medidas que adoptó ayer el Banco Central, están alineadas con lo que han hecho grandes economías, que han bajado la TPM, asegurando acceso a divisas, y sosteniendo la liquidez, incluyendo la compra de bonos bancarios y uso de bonos corporativos como colaterales, para dar más flexibilidad a las entidades, dice S&P.
Por su parte, Humphreys explica que estas medidas “tienen como objeto evitar que se paralice el flujo de crédito hacia el sector privado no financiero, con un estímulo mayor para las colocaciones de menor tamaño, de manera de favorecer a las pymes. Este mecanismo reconoce, implícitamente, las mayores necesidades de financiamiento que registrarán los diversos sectores de la economía, evitando el cierre al flujo de fondos orientados a este sector”.
Consultadas sobre una eventual baja en clasificación, todas las clasificadoras dicen que seguirán monitoreando el impacto de la crisis de salud mundial.