Claudia Sanhueza: "Los profesores de las universidades no están pensando en el país, sino en publicar papers"
Reflexiona: "Esa frase de Castillo Velasco en torno a que "las universidades son el alma, el espacio de creación cultural, intelectual, artística de una nación", ya no está, se está perdiendo". Hay una nueva realidad, admite: "Es costoso como investigador estar en el debate público".
En múltiples actividades está dividiendo su tiempo la economista Claudia Sanhueza quien participó activamente de la candidatura a la presidencia del Frente Amplio al lado de Beatriz Sánchez.
Debido a que el Instituto de Política Públicas, donde se desempeñaba la mayor parte del tiempo fue cerrado por la casa matriz, Universidad Diego Portales (UDP), este año va a dictar clases de economía política en el magíster del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile. Seguirá en el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social, COES, y escribiendo distintos papers esperando que sean publicados por las revistas especializadas, las conocidas ISI.
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En el plano más político, mantiene sus contactos con el Frente Amplio, "voy a seguir combinando investigación, docencia y vinculación con la política pública. Estoy disponible para apoyar a la bancada, hasta ahora hemos estado conversando sobre temas como pensiones y tributario", admite.
También está escribiendo un libro con Hassan Akram, cientista político de la Universidad de Cambridge, y con el sociólogo José Miguel Ahumada -de la misma casa de estudios- para indagar por qué ganó Sebastián Piñera, quien asumirá este domingo la Presidencia de la República. La pregunta no es fruto del azar, sino que busca explicar cómo una persona con un eje de campaña centrado en revertir lo realizado por su antecesor obtiene la mayoría, considerando que la actual mandataria, Michelle Bachelet volvió a La Moneda asumiendo unas banderas que habían sido demandadas desde la calle como educación gratuita, por ejemplo. "Nuestra lectura de los resultados, mirando la evidencia internacional con casos similares en Inglaterra y EEUU, es qué algo está pasando con las izquierdas tradicionales, las cuales al no ser claras en diferenciarse políticamente terminan llevando a que la gente crea que todo es lo mismo".
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¿Incluso cuando las propuestas se planteen como diferentes?
-Es que en el caso de Chile, dado el conflicto político interno en la Nueva Mayoría (NM) el Gobierno no fue franco en defender su agenda. A ello se suman la decadencia de los partidos tradicionales y los casos de corrupción. Al final todo eso llevó a la NM a sólo administrar el poder, dejó de pensar por lo que no podían plantear algo distinto. Finalmente no lograron entusiasmar al electorado.
No será que el electorado buscaba algo diferente a lo que planteaban.
-Es que las encuestas de organismos internacionales sobre preferencias, participación del Estado, políticas distributivas, da cuenta que la ciudadanía quiere una participación mayor del Estado en muchas políticas sociales como en educación y pensiones, quieren que los más ricos paguen más impuestos, tener derechos sociales; en el fondo tienen una visión más socialdemócrata de lo que ofrece la derecha conservadora.
Pero las encuestas son bien dicotómicas porque la gente aspira a tener derechos colectivos pero sin aportar de su bolsillo. Y cuando se pregunta por los niveles de satisfacción, la mayoría aparece satisfecha.
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-La evolución de los datos de felicidad dice que la gente en Chile está feliz con su vida, pero en ninguna parte del mundo estas encuestas sirven para medir el malestar con las políticas públicas, esos indicadores son internos. Hay países que son pobres y son más felices que Chile como Venezuela por ejemplo, entonces no tiene que ver con la riqueza, sino que con la personalidad. Combinar estadísticas de felicidad con lo económico no tiene ningún sentido.
¿Cuáles indicadores entonces deberían utilizarse?
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-Indicadores objetivos como los niveles de desigualdad, si los salarios cubren las necesidades de las personas; el último estudio de la OCDE dijo que tenemos bajo nivel de carga tributaria, y que las políticas son focalizadas están dejando fuera a la clase media. Entonces esa debería ser la etapa por venir: cómo tener derechos sociales para todos, pero eso hay que explicarlo bien porque en Chile estamos acostumbrados a pagar por todo, hay que decirle a la gente que pagarse a si mismo al final sale más caro y es peor, necesitamos garantizar mejores pensiones y salud. Mirando esto a veces pienso que estamos medio trancados en una discusión pública un poco chata.
Si la discusión está un poco chata, ¿qué rol están cumpliendo las universidades que en último tiempo han estado silenciosas?
-Bueno, eso es una discusión global que no pasa sólo en Chile. Lamentablemente las universidades están siendo evaluadas por una cuestión muy específica como es el impacto de sus publicaciones indexadas en los papers ISI, entonces cuando ello se empieza a medir,se le otorga importancia y las instituciones toman decisiones en ese sentido. Por ejemplo hubo una universidad en Chile que contrató muchos profesores de España para que vinieran a investigar y publicar ISI, esa es la métrica.
¿Por qué ello es excluyente de participar en el debate público?
-Es costoso como investigador estar en el debate público porque son horas de tu tiempo destinados a investigación que redistribuyes, lo cual si no es valorado en la institución termina con que tú no eres bien evaluado. Entonces como están evaluando por publicaciones todos tus incentivos está puestos ahí, y finalmente ¿quién piensa en el país? Esa frase de Fernando Castillo Velasco en torno a que "las universidades son el alma, el espacio de creación cultural, intelectual, artística de una nación", ya no está, se está perdiendo. En realidad los profesores de las universidades no están pensando en el país sino en publicar papers ISI.
¿Pero no hay una responsabilidad de las universidades cuando los impuestos están financiando la gratuidad? ¿O sea al final el país estará financiando publicaciones que leen 5 personas?
-Hay un desafío muy grande en la investigación científica respecto de qué manera se vincula con las necesidades en general, y diría que ese sentido la red de universidades estatales tiene un desafío de ser un espacio diferenciador porque recibe más recursos públicos. Ahora, si no colocan los incentivos, nadie lo hará, hoy se ha impuesto internacionalmente esta lógica muy de mercado, de los indicadores, debido a que los consorcios internacionales quieren recibir a los mejores estudiantes del planeta lo que eleva el nivel de esas universidades y así se genera un círculo virtuoso- vicioso.
¿Esa métrica afecta todos los ámbitos?
-Diría que en el COES estamos siendo evaluados por las publicaciones ISI, pero también por el impacto en la política pública, porque en cierta forma Conicyt fija áreas prioritarias para ir orientando la investigación.
¿Y tiene esto que ver con el cierre del Instituto de Política Públicas donde usted estaba?
-Hay varios factores que incidieron, y claramente ése es uno, a pesar de que el Instituto en términos de publicaciones era bien productivo. Me gustaba mucho esa idea de contar con un departamento de investigación con impacto en política pública, eran dos demandas para los académicos, y éramos medidos en ambos lados. Pero en la UDP hubo otro factor que es la forma en que se toman las decisiones en las universidades privadas que es bien empresarial: a este gerente se le ocurrió que este producto ya no sirve y se cierra la línea de producción y chao; se conversó con el gerente general y nadie más. Esa forma de hacer las cosas no es propio de las universidades, uno espera una reflexión, más allá del punto específico.
¿No hubo una valoración política de no enfrentarse con el gobierno de Piñera porque a veces este Instituto tenía una voz disidente?
-Tengo menos evidencia de ello, diría más bien que tiene que ver con un contexto más gerencial, entre las cosas que nos dijeron era que querían un vínculo más con lo empresarial.
Ahora más en lo político cotidiano, ¿qué espera del equipo económico del próximo gobierno?
-De Valente (José Ramón,ministro de Economía), Larraín (Felipe, ministro de Hacienda), y Piñera, uno espera un Estado espectador, que no moleste y haga las cosas fáciles a los privados, para que paguen los menores impuestos y con menos regulaciones posibles. No espero un cambio radical de lo que necesitamos como proyecto de desarrollo de cambio de la matriz productiva, espero una profundización de lo mismo y un aumento de los conflictos medioambientales y sociales.
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