60 artistas muestran su visión de la globalización y el auge de China en el mundo

exposicion bilbao EFE

Hay una crítica al capitalismo, al urbanismo y al consumismo, al made in China, hay espacio para el vídeo arte, para el humor y para las performance en esta exposición en el Guggenheim de Bilbao.


Varias hermosas serpientes zigzaguean desde hoy por dos terrarios en el Museo Guggenheim de Bilbao. Al lado otro espacio acoge a escarabajos, ciempiés, escorpiones, tarántulas, cucarachas, saltamontes, tortugas, algún lagarto y geckos. La composición forma parte de una de las obras más polémicas de la historia del arte contemporáneo: El teatro del mundo, del artista chino Huang Yong Ping, que concibió esta pieza, una estructura de madera y metal con lámparas de calor que da cobijo a esta retahíla de animales, que remite al panóptico, un modelo de prisión ideado por el filósofo inglés del siglo XVIII Jeramy Bentham, que permitía la vigilancia desde un único punto central de todo el recinto, y que el artista chino utilizó para lanzar una crítica sobre el excesivo control al que el sistema de vida moderno somete a las personas.

La obra forma parte de la exposición Arte y China después de 1989: El teatro del mundo, que se podrá ver en la pinacoteca bilbaína hasta el 23 de septiembre, después del escándalo que originó en el Museo Guggenheim de Nueva York, donde grupos de animalistas pidieron la retirada de tres obras de la muestra por considerar que alientan el maltrato animal a través del arte. El ruido fue tal, que a través de la plataforma Change.org se recogieron firmas para su retirada (la petición sigue abierta y lleva más de 825.000 firmas), y el museo decidió desactivarlas.

A pesar de que en España, la misma web tiene abierta la misma petición, con más de 58.000 firmas ya, dos de esas piezas, la anteriormente mencionada, y Un ejemplo de transferencia (1994), de Xu Bing, un vídeo de 10 minutos de duración, que muestra a dos cerdos copulando rodeados de gente, se convertirán en la gran atracción de la muestra. Durante la presentación a los medios de comunicación, el director del Guggenheim, Juan Antonio Vidarte, explicó que el museo es sensible a estos temas, pero "hemos decidido respetar la libertad de expresión y de creación de los artistas, y las presentamos como los artistas las concibieron, ya que se trata de fomentar la educación a través del arte". Y señaló que todos los insectos y reptiles que se encuentran en la pinacoteca, "son objeto de la mejor atención y de un seguimiento permanente".

Por su parte, una de las comisarias de la muestra, calificada por The New York Times, como una de las diez mejores del año, Alexandra Munroe, defendió el valor artístico de las obras, sobre todo para comprender el contexto en el que se desarrollaron, dentro de un concepto de arte experimental, "algo que los defensores de los animales no tuvieron ningún interés en entender, y si no las incluyéramos en la exposición nos estaríamos censurando". Munroe también quiso poner de manifiesto que el "enfoque que se tiene en China de la naturaleza difiere de la nuestra, y es necesario mostrarlo".

La exposición acoge en seis espacios un total de 120 obras de 60 artistas, en la que es la mayor exhibición de arte contemporáneo chino correspondiente al periodo más transformador reciente: entre 1989, año de las protestas en Tianamén, y 2008, fecha de la celebración de los Juegos Olímpicos de Pekín. En la muestra hay cabida para el único artista chino declarado disidente, como es Ai Weiwei, con Dejando caer una vasija de la dinastía Han, una pieza donde el propio Weiwei rompe este objeto, emblema de la nación china, que lleva el logo comercial de Coca-Cola, la quintaesencia de la cultura americana. Se trata de una crítica al modo en el que las culturas se apropian unas de otras.

Hay una crítica al capitalismo, al urbanismo y al consumismo, al made in China, hay espacio para el vídeo arte, para el humor y para las performance. Por ejemplo, en Maniobras seguras atravesando la calle Linhe, el artista Lin Yilin monta y desmonta paredes de bloques de cemento, sin ningún tipo de herramienta ni de seguridad, en medio de una de las arterias más transitadas de la ciudad, mientras los transeúntes apenas se percatan de ello.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.