Nueve meses cumple por estos días en su cargo como secretario de la Organización Latinoamericana de Energía (Olade), el exministro Andrés Rebolledo, quien lideró la cartera del sector durante el segundo período presidencial de Michelle Bachelet. Desde entonces, alterna su vida en Quito, donde se ubica la sede del organismo multilateral, con viajes a Santiago.
En su primera entrevista desde que lidera el organismo, Rebolledo asume el desafiante momento de cambios que vive el sector a nivel mundial, buscando insertar a la región en los debates globales energéticos, mientras lidia con las diferencias entre los 27 países que conforman el bloque en América Latina y El Caribe. En eso, adelanta que durante la próxima cumbre de ministros que se desarrollará entre del 6 al 10 de noviembre en Montevideo, Uruguay, buscará aprobar la creación de un comité consultivo, de carácter permanente, que integre espacios de diálogos con los privados en la región.
Un aspecto que considera clave, debido a las distintas transiciones energéticas que experimentan los países de la región, entre los cuales destaca a países “que son más renovables que otros”.
“Por dotación de recursos, como el caso de Paraguay con la hidroelectricidad, como el caso de Costa Rica históricamente, como el caso de Uruguay con el tema de eólico, como el caso de Chile”, resume.
¿Qué lecciones cree que deja la experiencia chilena en materia de descarbonización, que está en una segunda etapa de revisar esta política al 2030?
Hay un dato siempre interesante de tener en cuenta: América Latina es la región más verde del mundo. 60% de toda la generación eléctrica se produce con fuentes limpias. A partir de ese avance los países se han planteado unas segundas transiciones y eso básicamente es descarbonizar la economía, es ir más allá de la generación eléctrica, que es en torno al 20% de toda la oferta energética. Hay sectores que son más difíciles de abatir, y donde hay que hacer un esfuerzo más sistémico, y ahí está particularmente el transporte, tanto en la industria como también en el sector residencial. En ese sentido, Chile ha tenido un liderazgo, particularmente en cambiar su materia de generación eléctrica, y en definitiva yo diría que la gran señal es que los países que han avanzado y son competitivos, y cada vez con más fuentes limpias de generación eléctrica, como condición habilitante, son los que están en mejor condición para abordar esta segunda fase de la descarbonización de la economía.
En términos de transición justa, ¿qué experiencias destacaría?
Yo creo que ahí Chile es una buena experiencia. Todo este esfuerzo tiene que ver con un objetivo que es que la gente tenga suministro energético más seguro, más limpio y, por cierto, eso quiere decir que requiere participación en cuanto a los proyectos, cosa que en Chile ha sido una política ya hace mucho tiempo. Yo creo que la transición justa tiene que ver con la participación, eventualmente incluso con no solo el intercambio de la información, sino que incluso la participación en proyectos, en algunos casos hay proyectos con valor compartido, sino también el tema comunitario, ambiental. Esto es bien relevante desde la perspectiva incluso de la viabilidad de los propios proyectos y ahí hay una consideración interesante más estratégica, donde también Chile creo que marca un liderazgo, de que este enfoque sea uno que trascienda gobiernos.
Como Olade fomentan una integración energética a nivel regional, y uno de esos aspectos es la armonización regulatoria, ¿cuáles son los riesgos estratégicos asociados a esa integración?
Ese es un tema absolutamente crucial. Integración energética es integración de infraestructura, integración de líneas de conexión eléctrica, por ejemplo, o gaseoductos. Infraestructura en general, que es el hardware de la integración, pero hay un componente muy significativo que es el software de la integración y que es regulatorio. Es un desafío muy complejo porque ahí requieres resolver aspectos técnicos. Si hay disposición de voluntad política, finalmente resuelves aquello. En una perspectiva del futuro, si queremos desarrollar industrias de carácter más regional, es fundamental algún grado de coherencia y armonización regulatoria. Esto es válido, por ejemplo, de manera muy central hoy día para la movilidad eléctrica. Si tú no tienes algún grado de coherencia con tus vecinos, no vas a poder circular entre países, ya sea por temas técnicos, enchufe, estaciones de carga o seguridad.
O, por ejemplo, el hidrógeno verde. Hoy día también requiere una mirada más colectiva, regional, para efectos de su certificación. ¿Lo vamos a hacer de manera colectiva o lo vamos a hacer de manera nacional? Claramente, si queremos pensar en la ventaja comparativa regional, tendríamos que hacerlo de forma más armonizada, porque además todos estamos pensando en los mercados internacionales donde vamos a vender eventualmente este nuevo energético. Nosotros como Olade estamos tratando de propender para apoyar a un proyecto de este tipo, cosa que también vamos a tratar en nuestra reunión de ministros de noviembre.
Alcanzar una armonización regional en hidrógeno verde suena bastante difícil cuando los países están en una carrera por tomar posiciones...
Es súper claro que los países, y las empresas, están tomando posición en este nuevo desarrollo tecnológico energético que va a marcar el futuro de este sector. Entendiendo que todavía no estamos en la condición competitiva que uno puede imaginarse que va a ser un desarrollo masivo en los próximos años, probablemente requiere un tiempo de decisiones que son incluso tecnológicas, que no están radicadas en nuestra región. Ahora, habiendo dicho esto, a mí lo que me parece es que las dimensiones y las proyecciones de este mercado son tales que es perfectamente posible plantearse un desarrollo colectivo y organizado regionalmente, que de manera nacional e individual.
Probablemente en ese sentido la competencia, más que regional, va a ser con otras zonas del mundo. Pero yo creo que si hay una disposición política, al menos de tener una certificación regional, eso ya es un avance en este contexto de una armonización.
Como ministro que impulsó la incorporación masiva de energías renovables, hoy hay empresas del rubro en problemas financieros, y se acusa que Chile no cumplió compromisos en materia de transmisión, ¿cómo analiza esos cuestionamiento?
Ahí hay un tema bien interesante, que también tiene mucho que ver con la misión nuestra que es propender y propiciar la cooperación. En este contexto, hay dos elementos que son súper centrales. Uno es la pertinencia y necesidad de la planificación. Hoy día las tecnologías avanzan rápido, hay proyectos que se construyen más rápido que lo que se planteaba. El sector energético, que es regulado, requiere un esfuerzo de participación del Estado de manera muy activa, particularmente en el ámbito de la planificación. Y segundo, el ritmo de las inversiones de la infraestructura, y lo que significa hoy día el desafío ambiental y comunitario para poder viabilizar esas inversiones de forma tal que estén de acuerdo con lo planificado. Ahí hay un asunto central, y que tiene que ver con el espacio ambiental, regulatorio que viabiliza las inversiones, y que probablemente está detrás de lo que está sucediendo en Chile. Pero que ojo, no solo en Chile, en otros países también está sucediendo.
Yo sinceramente creo que esto se va a conducir adecuadamente, el gobierno ha tomado decisiones legislativas, y creo que no existe un riesgo de concentración del sector nuevamente como existió anteriormente, y sí, probablemente habrá ajustes, impacto en algunas empresas, pero el sector es más competitivo.
¿Cómo están viendo los desafíos que enfrenta la región en materia de los minerales críticos?
Claramente pone a la región América Latina en una posición expectante como no pasaba hace algunos años, ya que nuestra región tiene varios de estos minerales críticos para la transición. Y no solo litio, que lo es -60% de las reservas mundiales están acá- sino que también cobre, cobalto, níquel, y también otros minerales, tierras raras. Esto claramente coloca en una posición geopolítica interesante a América Latina, y da cuenta de que esas transiciones sólo se van a profundizar, por eso el interés por el suministro de estos minerales. También es una oportunidad para nuestra región de poder avanzar en desarrollo industrial de manera nacional e incluso colectiva y regional si fuera posible.
Acá hubo un breve debate sobre la idea de crear una especie de Opep del litio, ¿qué opinión le merecen esas experiencias?
Me parece que hay que ser coherente con las estructuras económicas de los países y hay que buscar un punto que sea regulatoriamente armónico. En el caso del litio, en un país lo concesiona la provincia, en otro es nacional, en uno se puede concesionar, en otro es del Estado. Son muy distintas las realidades económico-institucionales y por lo tanto hay que buscar más bien algo que sea armónico con aquello. No sé si el tema de fijación de precios hoy día cabe como para avanzar en producción.