En medio de un nerviosismo inusitado en las distintas mesas de dinero del sistema financiero chileno, el jueves 14 de julio pasado el precio del dólar tocó un máximo histórico de $ 1.051, lo que no solo marcó el mes más crítico en materia cambiaria en las últimas décadas en el país, sino que también obligó al Consejo del Banco Central (BC) a intervenir el volátil mercado del tipo de cambio.
Las semanas que precedieron a la decisión del instituto emisor se movieron entre las señales y argumentos de distintos consejeros del BC para todavía no actuar en el ámbito cambiario, un inesperado comunicado tres días antes de la intervención, el juicio crítico de algunos economistas sobre la eventual tardanza para reaccionar ante la escalada del tipo de cambio y un posible déficit comunicacional en el manejo del BC, y un inédito emplazamiento del gobierno al ente rector.
Respecto de esto último, diversos analistas coinciden en que los dichos del ministro de Hacienda, Mario Marcel, y la petición de La Moneda para que el BC interviniera ante la fuerte escalada del tipo de cambio solo pusieron más “bencina” a un ya delicado momento de expectativas e incertidumbre, amenazando el límite en términos de la autonomía del instituto emisor.
Mientras Marcel afirmaba que “sería oportuno que (el BC) pudiera compartir su propio diagnóstico sobre lo que está ocurriendo”, la ministra vocera, Camila Vallejo, iba más allá y hacía “un llamado al Banco Central a tomar medidas”. En un intento por hacer control de daños, inmediatamente Marcel salía a corregir las palabras de Vallejo, en momentos en que el precio del dólar superaba los $ 974 y llegaba a nuevos máximos históricos.
Era un momento en que el mercado “transpiraba” ansiedad y un informe de la consultora Gemines transmitía lo que algunos otros agentes en privado ya comentaban. El informe cuestionaba la “sorprendente inacción del Banco Central” en la coyuntura y el no estar “a la altura de las circunstancias frente al espiral devaluatorio que afecta a nuestra moneda a lo largo de las últimas semanas”.
Sin embargo, entre los economistas y distintos agentes el juicio al Banco Central es diverso y muchos también respaldan las decisiones del instituto emisor en medio del escenario económico más complejo de los últimos 30 años y destacan como “exitosa” la intervención cambiaria. De hecho, al cierre de este viernes, a dos semanas del anuncio, el tipo de cambio bordeaba los $ 900, anotando su mayor caída semanal de la historia y con una volatilidad más acotada.
Las respuestas del BC
El complejo escenario económico que enfrenta el instituto emisor coincide con los primeros seis meses de Rosanna Costa al mando del BC -donde sucedió a Mario Marcel- y con el reciente arribo al consejo de Luis Felipe Céspedes, en febrero, y Stephany Griffith-Jones, en mayo. El consejo lo completan Pablo García (vicepresidente) y Alberto Naudon.
Consultado para este artículo, el Banco Central respondió a Pulso. Frente a las críticas de un sector del mercado por la eventual demora en su actuar, expuso sus argumentos: “En el caso de la intervención que se anunció el 14 de julio, esta se decide tras haber observado que la depreciación del peso era no solo de una intensidad y volatilidad inusualmente altas, sino que, además, estaba tensionando la formación de precios del mercado cambiario. Ello aumentaba la probabilidad de que se generaran distorsiones significativas en el funcionamiento del mercado financiero en general. El objetivo detrás de la intervención es justamente evitar dicho contagio. Transcurridos algunos días desde su implementación, se observa una reducción de la volatilidad y un mejor funcionamiento del mercado”, explicó.
Sostuvo, además, que la intervención cambiaria ocurre cuando se observan fenómenos que pueden poner en riesgo el normal funcionamiento de los mercados financieros, y no mecánicamente frente a movimientos abruptos del tipo de cambio, puesto que no hay criterios de nivel de tipo de cambio en el esquema de flotación. “A diferencia de las decisiones de política monetaria, que responden a un proceso sistemático y preanunciado de toma de decisiones, la intervención cambiaria es excepcional, no se preanuncia, sino que se adopta en el momento en que el consejo lo considera apropiado”, precisó.
Respecto a los impactos inflacionarios de la depreciación del peso, el BC indicó que lo primero que debe tomarse en cuenta es que el tipo de cambio “no es el instrumento para controlar la inflación”, sino que corresponde al análisis de las decisiones de política monetaria.
Ante los cuestionamientos por un eventual déficit comunicacional durante el periodo previo a la intervención, el instituto emisor precisó que ha usado todos los canales disponibles para dar a conocer su evaluación de los movimientos del tipo de cambio, ya sea a través de la opinión que expresaron algunos consejeros, un comunicado donde el consejo indicó cuál era su evaluación sobre los movimientos de la paridad, y los mensajes en que se detallan las razones y las características que tendría el proceso de intervención.
Finalmente, al ser requerido por las presiones recibidas por parte del gobierno y la eventual violación de su autonomía que ello implica, el BC es claro: “El consejo del banco estima que se trató de un episodio desafortunado. Por lo mismo, se evaluó positivamente que el ministro de Hacienda (Mario Marcel) haya aclarado sus dichos y los de sus colegas. Dicho esto, nunca ha estado en riesgo la autonomía del banco. La autonomía está consagrada en el marco institucional del Banco Central. Lo que inspira la acción del consejo es el cumplimiento del mandato constitucional de estabilidad de precios y estabilidad financiera”.
La sensibilidad del mercado
Así como el mercado cambiario tuvo largos momentos de incertidumbre y volatilidad durante las últimas semanas, los analistas y actores económicos vivieron su propia catarsis. Mientras varios aún cuestionan la ruta seguida por el BC y creen que la evaluación final de su intervención aún no está cerrada, otros avalan la actuación del instituto emisor.
Para Alejandro Fernández, socio de Gemines, hubo un error en la evaluación que hace el BC del escenario cambiario y recuerda las señales tajantes de algunos consejeros sobre la necesidad de no intervenir, incluso en momentos en que el dólar ya superaba largamente los $ 900. “Es evidente que hubo una falla en la evaluación de la situación. La reacción del instituto emisor tuvo dos semanas de atraso”, afirma Fernández, quien atribuye una posible falta de liderazgo de la presidencia para ordenar las visiones al interior del consejo del BC.
Pero el economista de Gemines va más allá. Sostiene que hubo un problema comunicacional y apunta sus dardos al comunicado lanzado por el BC pocos días antes de la intervención, donde “no se decía nada”, lo cual habría aumentado la incertidumbre del mercado.
En un sector del mundo político coinciden con el juicio crítico a la estrategia comunicacional del instituto emisor. “Actuó tardíamente el BC en materia cambiaria. Dejó pasar mucha agua debajo del puente. Se quedó en silencio por mucho tiempo, en un periodo de mucha incertidumbre. Le recomendaría, con todo el respeto por su autonomía, que hable un poco más y con personalidad. Le faltó calmar los espíritus y las almas de los agentes económicos”, señala el presidente de la Comisión de Hacienda de la Cámara, Jaime Naranjo, quien, de todos modos, cree que la intervención del BC será “flor de un día” y que el dólar volverá a bordear los $ 1.000 en la medida en que se acerque el plebiscito por la nueva Constitución.
Sin embargo, economistas que han pasado por el Banco Central advierten que parte de las críticas a su accionar son interesadas. “Con la subida del dólar hay mucha gente que perdió plata. Hay heridos en el camino que pueden estar hablando por la herida”, afirma un profesional que trabajó en el ente rector.
Otro influyente agente del mercado financiero, que conoce de cerca cómo opera el organismo monetario, argumenta que instituciones como el BC están hoy bajo un escrutinio público mucho más exigente. “El Banco Central ya no tiene ese blindaje social y político que tenía antes”, plantea la misma fuente, quien cree que el BC debiera haber salido a defender la autonomía tras las presiones del gobierno. “El BC se quedó atrás al tratar de responder de manera técnica a problemas políticos”, añade.
En privado, varios cercanos al instituto emisor reconocen que uno de los posibles errores de este capítulo, que culminó con la intervención, fue el haber comunicado menos de lo recomendable al mercado. “La comunicación en materia cambiaria pudo ser algo mejor”, asegura un conocedor de la interna del organismo monetario. “En lo comunicacional, probablemente faltó una mayor explicación pública de su diagnóstico, de su visión, ante un mercado ávido de información. Esa tarea, independiente que los consejeros también puedan expresar la opinión del BC, le corresponde a la presidenta”, complementa un influyente economista cercano al instituto emisor, quien reconoce, eso sí, que Rosanna Costa ha tenido los primeros seis meses como presidenta más difíciles desde que el BC es autónomo.
Por su parte, el expresidente del Banco Central Rodrigo Vergara respalda la actuación del organismo monetario durante esta crisis. “El Banco Central hizo lo correcto. La demostración más clara de ello es que la intervención fue exitosa. Intervenir antes de tiempo, cuando no es claro que hay una evidente desalineación, puede conducir a un fracaso que se paga caro. Intervenir en el mercado cambiario no es menor, no se hace a cada rato, es para situaciones claramente excepcionales. Dicho lo anterior, me parece que las acciones y dichos del gobierno no ayudaron en este episodio”, asegura el economista.
Vittorio Corbo, otro expresidente del Banco Central, estima que el BC intervino cuando había suficiente evidencia de una importante volatilidad en el precio del dólar, asociada en parte importante con la incertidumbre política e institucional.
“Con posterioridad a la intervención la volatilidad del precio del dólar se ha reducido y en forma continua el peso se ha apreciado más de lo que lo han hecho en el mismo período tanto la corona sueca como la noruega, por lo que la intervención se puede juzgar como exitosa”, expresa Corbo, quien ocupó la presidencia entre 2003 y 2007.
No obstante, el economista repara en que el instituto emisor podría haber comunicado antes cuál era su evaluación de la situación del mercado cambiario y recordar su política al respecto. Con todo, respalda el desempeño de la presidenta del instituto emisor en esta coyuntura. “No veo una crisis de liderazgo ni mucho menos en la conducción de Rosanna Costa, sino que a ella le ha tocado una situación muy difícil en el frente inflacionario, a la cual se le suma una gran incertidumbre política e institucional interna”, concluye Vittorio Corbo.