Tras las consecuencias generadas por la pandemia del Covid-19 y su agravante con los efectos de la invasión rusa en Ucrania, el Banco Mundial (BM) redujo sus perspectivas de crecimiento para la economía global, la que, según advirtió, está entrando en lo que podría convertirse en un período prolongado de bajo crecimiento y elevada inflación, conocido como estanflación.
Según el último informe Perspectivas Económicas Mundiales, este contexto, que aumenta el riesgo de estanflación, podría tener consecuencias potencialmente perjudiciales tanto para las economías de ingreso mediano, como para las de ingreso bajo.
Ahora el BM prevé que la economía mundial crezca 2,9% en 2022, frente al 4,1% pronosticado en enero. Además, el organismo estima que oscile en torno a ese ritmo durante el período 2023-24, a medida que la guerra en Ucrania afecte la actividad, la inversión y el comercio en el corto plazo; la demanda reprimida se disipe, y vayan eliminándose las políticas monetarias y fiscales acomodaticias.
En el caso de Chile, el Banco Mundial redujo su estimación de crecimiento del PIB para 2022 a 1,7%, desde el 1,9% proyectado en abril, el que a su vez ya había sido recortado a la baja frente al aumento de 2,2% previsto en enero.
En su informe, el organismo señala que se espera que la expansión de la economía se desacelere bruscamente en Chile (tras el fuerte avance de 11,7% anotado en 2021, el más alto desde que existen registros) y Colombia, a medida que las rápidas recuperaciones posteriores a la pandemia den paso a una política más ajustada.
La proyección del BM está dentro del rango previsto para este año por el Banco Central, que estima un crecimiento de la actividad de entre 1% y 2%, la que, según economistas consultados por Pulso, mantendría cuando este miércoles dé a conocer su Informe de Política Monetaria (Ipom) de junio.
En tanto, para el próximo año el Banco Mundial bajó su pronóstico de crecimiento para la economía chilena a 0,8%, desde 1,5%, mientras que para el 2024 mantuvo su previsión en un aumento de 2%.
América Latina
Con lo anterior, la economía chilena crecería menos que el 2,5% proyectado por el Banco Mundial para América Latina este año, cifra que elevó desde el 2,3% estimado en abril, y que el 1,9% previsto para la región en 2023, que constituye un ajuste a la baja desde el 2,2% proyectado previamente.
“Se espera que el crecimiento en la región se desacelere bruscamente a 2,5% en 2022, luego de un repunte posterior a la pandemia de 6,7% en 2021 y que el crecimiento se desacelere aún más en 2023, a solo 1,9 %, antes de repuntar levemente a 2,4 % en 2024″, señala el informe.
Precisa que la desaceleración regional refleja el endurecimiento de las condiciones financieras, el debilitamiento del crecimiento de la demanda externa, la rápida inflación y la alta incertidumbre política en algunos países. Así, se espera que el PIB per cápita de toda la región aumente sólo un 0,6% entre 2019 y 2023.
El organismo prevé que los precios de las exportaciones clave de la región sean sustancialmente más altos en 2022, pero que los beneficios para el crecimiento se verán frenados por una respuesta lenta de la producción de algunos productos básicos y por el aumento de los costos de los insumos, incluidos la energía y los fertilizantes.
Además, espera que las políticas fiscal y monetaria se inclinen, en general, contra el crecimiento a corto plazo, ya que las autoridades monetarias están endureciendo su política para combatir la inflación y continúa el retiro del apoyo fiscal relacionado con la pandemia.
Riesgo de recesión
En su informe el organismo plantea que, como resultado de los daños derivados de la pandemia y la guerra, este año el nivel de ingreso per cápita de las economías en desarrollo se ubicará casi un 5% por debajo de su tendencia previa al Covid.
“La guerra en Ucrania, los confinamientos en China, los trastornos de la cadena de suministro y el riesgo de estanflación afectan el crecimiento. Para muchos países será difícil evitar la recesión”, afirmó el presidente del Banco Mundial, David Malpass.
“Los mercados están expectantes, por lo que es urgente fomentar la producción y evitar las restricciones comerciales. Se requieren cambios en las políticas fiscales, monetarias, climáticas y de endeudamiento para contrarrestar la asignación inadecuada de capital y la desigualdad”, añadió.
Estanflación
En el reporte se realiza una evaluación de la forma en que las actuales circunstancias económicas mundiales se comparan con la estanflación de la década de 1970, con especial énfasis en la manera en que la estanflación podría afectar los mercados emergentes y las economías en desarrollo.
La recuperación tras la estanflación que se registró en los años setenta exigió fuertes aumentos en las tasas de interés en las principales economías avanzadas, lo que contribuyó, en gran medida, a desencadenar una serie de crisis financieras en los mercados emergentes y las economías en desarrollo.
Al respecto, Ayhan Kose, director del grupo de Perspectivas del Banco Mundial, sostuvo que “las economías en desarrollo deberán equilibrar la necesidad de garantizar la sostenibilidad fiscal con la necesidad de mitigar los efectos de las múltiples crisis en los ciudadanos más pobres”.
Por ello, indicó, “comunicar con claridad las decisiones en materia de política monetaria, aprovechar la credibilidad de los marcos de política monetaria y proteger la independencia del Banco Central puede anclar eficazmente las expectativas inflacionarias y reducir el grado de restricción monetaria requerida para lograr los efectos deseados sobre la inflación y la actividad”.
El documento agrega que la coyuntura actual se asemeja a la de la década de 1970 en tres aspectos principales: perturbaciones continuas del lado de la oferta que favorecen la inflación, precedidas por un período prolongado de política monetaria altamente acomodaticia en las principales economías avanzadas; perspectivas de menor crecimiento, y vulnerabilidades que los mercados emergentes y las economías en desarrollo afrontan respecto de la aplicación de una política monetaria restrictiva que será necesaria para poner freno a la inflación.
Sin embargo, el episodio actual también difiere del que se vivió en los años setenta en múltiples dimensiones, aseguran: el dólar es fuerte, lo que refleja un marcado contraste con la grave debilidad que tenía la divisa en esa década; porcentajes de aumento de los precios de los productos básicos son menores, y los balances de las principales instituciones financieras son, en general, más sólidos.
Se prevé que la inflación mundial se modere el próximo año, pero probablemente seguirá estando por encima de las metas en muchas economías. En el informe se advierte que, si la inflación continúa siendo elevada, una repetición de la resolución del anterior episodio de estanflación podría traducirse en una marcada desaceleración mundial, acompañada de crisis financieras en algunos mercados emergentes y economías en desarrollo.