Perspectivas favorables para la inversión minera, aunque no exenta de riesgos como los asociados a la incertidumbre respecto del cumplimiento del cronograma de inversiones. Esa es la visión que este miércoles presentó el Banco Central en el Ipom, en un recuadro titulado Evolución reciente y perspectivas de la minería.
Según el emisor, la industria del cobre ha mostrado caídas en los últimos años, lo que es producto de factores como una menor ley del mineral y dificultades asociadas a la escasez hídrica que ha afectado a nuestro país. Pero a futuro, se proyecta un incremento en la producción que “responde principalmente al ingreso de nuevos proyectos de cobre, como la puesta en marcha de Quebrada Blanca Fase II”, a la vez que según información de Cochilco y el último catastro de la Corporación de Bienes de Capital, se espera que la inversión minera anual promedio del trienio 2024-26 supere entre 30 y 40% a la de 2023.
“Si bien las perspectivas son favorables, existen distintos riesgos que podrían afectar negativamente la producción e inversión del sector”, sostiene el Central. Así, explicó que “en cuanto a los factores internacionales, la debilidad de la industria inmobiliaria en China, la fortaleza del dólar y una mayor estrechez de las condiciones financieras globales, entre otros, podrían influir en el precio del cobre y en los planes de inversión de las empresas”.
En el plano local, “existe una elevada incertidumbre respecto de la temporalidad en que las empresas cumplirán su cronograma de inversión. De acuerdo con la Oficina de Grandes Proyectos (OGP), un 58% de las iniciativas actuales que cuentan con fecha de operación prevista para 2023-2026 y que han solicitado permisos ambientales, aún se encuentran en fase de tramitación, la que se caracteriza por una mayor probabilidad de retrasos y reprogramaciones”.
“Finalmente, la transición energética ligada a la mitigación del cambio climático representa una potencial fuente de crecimiento adicional”, argumentó.
Tasas largas
En un recuadro titulado Movimientos recientes de las tasas largas y su impacto en la inversión, el BC estimó que un shock de premios por riesgo externos y locales de magnitud y duración similar al vivido en el cuarto trimestre de este año, “tienen efectos negativos acumulados en la inversión a un año en torno a 0,5pp de menor crecimiento. Si las tasas se hubiesen quedado altas, en lugar de bajar como lo hicieron, el impacto negativo en la inversión sería el doble”.
Según el BC, " movimientos de tasas de largo plazo de las magnitudes y duración de los experimentadas en los últimos meses pueden tener efectos relevantes en la inversión, y consecuentemente, en la actividad. Las fuertes alzas entre septiembre y fines de octubre fueron un fenómeno transitorio, al cual se le asigna un impacto negativo, pero acotado, en la inversión de los próximos trimestres”.
“La alta volatilidad que han mostrado las tasas largas a noticias macroeconómicas de distinta índole transforma este elemento en una fuente de riesgo relevante en el encuadre macro global y para la economía chilena”, concluyó.