En Clínicas Las Condes las aguas no se calman. Claro porque en medio del conflicto con los médicos, la institución comunicó esta tarde la renuncia “indeclinable” de Carlos Gil del Canto a su cargo de director y vicepresidente.

CLC informó esto a través de un escueto hecho esencial enviado a la CMF, en el que no obstante no entrega detalles de las razones de su salida.

Sin embargo, más tarde a través de otros hecho esencial, la institución precisó que la salida del directivo se debe a razones de salud. En esta línea, la institución dio a conocer la carta de renuncia de Gil del Canto en la que este agradeció el apoyo de Alejandro Gil y Cecilia Karlezi.

Gil del Canto no sólo era el vicepresidente del directorio; es además primo del presidente del directorio, Alejandro Gil, quien a su vez es esposo de la controladora final de la institución, Cecilia Karlezi.

Y no es primera vez que renuncia a CLC ya que también lo hizo a principios de 2018, cuando aun no cumplía un año como director de la institución.

El anuncio de la clínica que reportó pérdidas por más de $ 10.000 millones en el primer semestre, coincide con la tensa situación que se vive al interior de la emblemática institución de salud del sector Oriente de la capital.

Esta semana el cuerpo médico de Clínica Las Condes (CLC), conformado por más de 500 profesionales, decidió hacer pública su visión y preocupación respecto de las decisiones que ha venido tomado la administración y el directorio de dicha institución, desde que el Grupo Auguri, oficina de inversiones familiar ligada a Cecilia Karlezi.

Un punto relevante que gatilla esta acción del cuerpo médico es el nuevo contrato de arrendamiento que pretende imponer la clínica.

“El directorio de CLC busca dar por terminado, de forma unilateral, el contrato de arrendamiento con cada uno de los médicos que atienden en la institución, sin cumplir con los plazos y formalidades que exige la ley, además de revelar un enfoque economicista de la salud”, dijo José Giordano, presidente del comité ejecutivo del cuerpo médico de CLC.

El profesional de la salud agregó que “dado este escenario es que, en conjunto con nuestro equipo de asesores externos, nos encontramos evaluando los diferentes cursos de acción legal y administrativa, para hacer valer nuestros derechos y proteger nuestra clínica y sus pacientes”.

De acuerdo a información que publicó ayer Pulso, los representantes del cuerpo médico señalan que entienden la realidad de CLC y han manifestado su disposición para entrar en un proceso de revisión del actual vínculo. Sin embargo, aseguran que esta nueva propuesta de contrato que se busca imponer no se hace cargo de la realidad de CLC y de un “imprescindible proyecto común”.

“Consideramos que las acciones que están emprendiendo el directorio de la clínica y su nuevo accionista controlador, el Grupo Auguri, chocan frontalmente con el espíritu de servicio y diálogo que debe primar en nuestra sociedad, hoy más que nunca”, sostuvo José Giordano.

El representante de los médicos de CLC señala que el nuevo contrato deteriora las condiciones de trabajo de los profesionales de la salud de la clínica, estableciendo incentivos reñidos con las buenas prácticas. A lo que se suma el que la mirada médica estaría siendo dejada de lado del análisis. “Acá debemos trabajar para construir una relación que beneficie a todas las partes, especialmente a nuestros pacientes, que responda a las necesidades de la medicina actual, y que proyecte a CLC con el compromiso de todos, permitiéndole seguir siendo un bastión de la cooperación de la salud público- privado”, concluyó el presidente del comité ejecutivo del cuerpo médico de CLC.

Clínica Las Condes está ligada a Cecilia Karlezi, empresaria que es socia de Falabella, Cruzados, Enaex, Moller & Pérez-Cotapos y del Hipódromo de Chile, entre otras empresas, y que tomó el control de la propiedad de CLC en noviembre pasado, cuando pasó del 27,37% de las acciones al 50,0052% a cambio de un desembolso de casi $76 mil millones.