Columna de Francisco Pérez Mackenna: Ángeles y demonios
"Aunque Hacienda ha presentado 59 indicaciones al texto original para morigerarlo y corregir algunos errores, en lo esencial los problemas permanecen. Los principales, a mi juicio, son tres: es un riesgo para la democracia, es un freno a la inversión y el crecimiento, y es un camino para aumentar en lugar de reducir la desigualdad".
Pocos expertos piensan que la reforma tributaria presentada por el gobierno es buena para el país. El exministro de Hacienda Felipe Larraín afirmó que “es un verdadero Exocet al mercado de capitales”; Bernardo Fontaine, que es “una reforma aún peor que la de Arenas”; Michelle Labbé, que ante la probabilidad de recesión “no es el momento de reforma tributaria”; Óscar Landerretche, que “si se hace a la velocidad que se estaba proponiendo, sería un shock recesivo para la economía”; y Klaus Schmidt-Hebbel, quien fuera economista jefe de la Ocde, aseguró que “los informes técnicos que acompañan la propuesta tributaria de Marcel son sesgados y pobres” y llamó al Congreso a “rechazar esta propuesta en su formulación actual (incluidas las indicaciones), porque su aprobación destruiría un pilar central del desarrollo de Chile”.
Aunque Hacienda ha presentado 59 indicaciones al texto original para morigerarlo y corregir algunos errores, en lo esencial los problemas permanecen. Los principales, a mi juicio, son tres: es un riesgo para la democracia, es un freno a la inversión y el crecimiento, y es un camino para aumentar en lugar de reducir la desigualdad. Veamos por qué.
1) Riesgo para nuestra democracia. James Madison padre de la Constitución norteamericana, decía que “ni los hombres son ángeles ni los ángeles gobiernan a los hombres”, agregando que “al organizar un gobierno que ha de ser administrado por hombres (…) primero hay que capacitar al gobierno para mandar sobre los gobernados, pero luego obligarlo a que se controle a sí mismo”. El poder de quien detenta un cargo público tiende a extenderse y se le debe frenar para que no trasgreda sus límites. Como ha planteado el abogado y diputado UDI Guillermo Ramírez, lo que más preocupa del proyecto son las reformas al Código Tributario que hacen que el SII tenga demasiado poder, siendo juez y parte cuando existan controversias con los contribuyentes.
2) Freno a la inversión y el crecimiento. La reforma es un problema para el crecimiento por estar en asincronía con el ciclo económico, en un momento en que el FMI prevé que Chile será el único país de la región cuyo PIB caerá en 2023. Además, también afectará el desarrollo en el mediano y largo plazo. La reforma no solo castiga los retornos a la inversión con la desintegración. Lo más grave es que lleva a que la mejor decisión sea reducir el stock de capital, expatriándolo y retirando utilidades retenidas. Schmidt-Hebbel ha calculado tasas de más del 100% de la renta para algunos contribuyentes. Si los impuestos a los ingresos del capital se elevan a niveles extremos. ¿Quién va a financiar la inversión que Chile necesita? La economista Cecilia Cifuentes señala otro efecto adverso: “La correlación entre inversión y empleo privado formal es 70%. Si la inversión cae, también lo hará el empleo”.
3) Los incrementos de impuestos pueden aumentar la desigualdad bajo determinadas circunstancias, como concluyeron los economistas Lubos Pastor y Pietro Veronesi. La razón es que los impuestos más altos eliminan a los empresarios con menos habilidades y más aversos al riesgo, achicando el tamaño de la economía. Los que permanecen en ese hábitat hostil al emprendimiento se concentran en proyectos más riesgosos, pero de mayores retornos antes de impuestos. Esas inversiones aumentan el valor de los activos y patrimonio de los incumbentes, pudiendo por tanto aumentar las desigualdades. Según dos investigadores de la Fed de St. Louis, Christopher Otrok y Michael Owyang, un aumento de la progresividad del impuesto puede tener ese efecto, debido a la clásica teoría del multiplicador del gasto fiscal: cuando los impuestos de las personas de menores ingresos bajan, financiado aquello con más impuestos de los de mayor patrimonio (los dueños del capital y de las tiendas donde la gente se abastece) las ventas de estos últimos suben, por lo que el shock inicial por mayores impuestos se compensa con el incremento de beneficios provenientes de las ventas.
Si el momento fuera el adecuado, ¿sería conveniente acordar una reforma procrecimiento? Seguro que sí. En una reciente columna, Felipe Larraín y Guillermo Tagle recuerdan que con las reformas MK1 de 2001 y la Ley Única de Fondos de 2014, el mercado de capitales chileno floreció. Un trabajo de la Ocde del 2008 (Johansson y otros) concluye que los impuestos recurrentes sobre la propiedad inamovible, combinados con un impuesto al consumo, son los menos distorsionadores en cuanto a afectar negativamente el PGB per cápita. Dicha receta, sumada a un sistema simplificado, puede aportar mucho a las arcas fiscales, porque agrega a la tasa que se cobra la expansión de la base sobre la cual dicha tasa se aplica.
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