Recordaba con precisión el día en que llegó a Chile: 3 de diciembre de 1937. Era un niño, estaba a días de cumplir los ocho años y desde el barco miró hacia la bahía de Valparaíso. “Fue maravilloso. Desde el barco mirábamos la ciudad. Los mil ojos de los cerros parpadeándoles a la noche”, contó Juan Cueto Sierra en un relato en primera persona que la Cámara Española de Comercio de Chile, Camacoes, publicó en 2019, en el centenario de su fundación.
Juan Cueto falleció este sábado a los 94 años. En su casa, en Santiago de Chile. Nació en diciembre de 1929 en Colunga, una ciudad del norte de Asturias, en España. Desde hace más de una década, sus hijos tributan ese origen con una fundación que lleva el nombre de Colunga.
Su desembarco en Chile, sin embargo, venía precedido de una tragedia. Su familia, su madre y sus cuatro hermanos, escapaban de los efectos de la Guerra Civil Española. Su padre era el alcalde de Colunga y se opuso al alzamiento del general Francisco Franco contra la República. “Había renunciado a su cargo para pelear al frente y hacerles resistencia a los franquistas”, recordaba el tercero de los hijos de Enrique Cueto Llada y María Sierra.
En Chile, Juan Cueto estaba feliz. Sus hermanos, no tanto. “Yo era más niño o tal vez por mi carácter creo que pude sobrellevar, a los nueve años, el dolor enorme que significó la noticia del fusilamiento de mi padre por los franquistas. Es una pena que llevo hasta hoy”, decía a Camacoes. En otra entrevista, al medio Búscolu, en 2011, no mostraba rencor. “Nunca me he sentido un niño de la guerra. Recuerdo la guerra y el dolor que sentí por la pérdida de mi padre, pero siempre miré hacia adelante sin odiosidades ni rencores, que ha sido uno de los puntales de mi trayectoria”, decía.
En Chile, los hermanos de su madre, avecindados en el país desde que su abuelo, Pedro, hiciera fortuna en el salitre, los acogieron. Estudió en el colegio Hispano Americano y comenzó a forjar lazos con la colonia española en el país. Conoció a los Fluxá, los Mingo, los Ascuí. Y a su amigo de toda la vida, Antonio Martínez Ruiz, con quien se asoció en una fábrica de carteras de cuero. “Mi sueño en esa época era tener una fuente de soda y fue cuando supe que Gonzalo, mi primo político, estaba instalando una en 10 de Julio con Vicuña Mackenna. Así que me fui a trabajar con él y de esta manera nació, formalmente, mi primer negocio: Café Campoamor”, confidenció a Camacoes.
En los años en que trabajaba en el local de 10 de Julio, Cueto Sierra conoció a Sonia Plaza, quien era compañera de colegio de sus hermanas. Con ella tuvo cinco hijos: Juan José, Enrique, Felipe (fallecido en 2002), Ignacio y Esperanza.
A principios de la década de los 70, Cueto Sierra dejó ver su cercanía política con la Democracia Cristiana y formó parte del comando del entonces candidato presidencial, Radomiro Tomic. En la Unidad Popular, su fábrica de artículos de cuero debió cambiar su manera de operar. “En el gobierno de Allende, los operarios se tomaron el taller. Tuvimos que cerrar. Teníamos unos 30 trabajadores y llegamos a un acuerdo: les dejábamos la fábrica instalada, con empleados y les comprábamos las carteras que ellos hicieran (...) Fue una buena idea y nos resultó, porque empezamos a producir cada día más y más. De esta manera pudimos capear los problemas de esos años”, recordaba.
En 1978, Juan Cueto adquirió Fast Air, una pequeña línea aérea de carga. Al negocio aeronáutico se sumó su participación en la concesión del casino Viña del Mar y en el Banco Español-Chile, del que fue accionista casi dos años. Poco después participó en la propiedad del Banco de Concepción.
La crisis de los 80 lo forzó a elegir. “En 1982 intervinieron los bancos y perdimos casi todo. Había que volver a empezar”, recordaba. Solo se quedó con Fast Air, empresa que tenía un solo avión carguero: Principito. Operó ese negocio junto a sus hijos Enrique, Juan José e Ignacio. Más tarde se hicieron accionistas de Ladeco y años después dieron el gran salto. “En 1994, hablé con mi amigo Sebastián Piñera, con quien habíamos trabajado previamente en Bancard y nos asociamos”, recordaba. Compraron Lan Airlines, la que años después sus hijos fusionaron a TAM, de Brasil, y forjaron Latam Airlines. Cuando esa unión se materializó, Juan Cueto dejó el directorio de Latam, en 2012. Era la hora de su retiro. “Cuando empezamos teníamos 12 aviones y ahora son 320. ¿Qué más voy a pedir?”, recordaba en la publicación de 2019.
Al año siguiente, sin embargo, la pandemia del Covid dejó en el suelo todos esos aviones de Latam y la firma coqueteó con la quiebra. Los accionistas principales, los Cueto, Delta Airlines y Qatar Airways, llevaron la firma a los tribunales de quiebra de Estados Unidos y reorganizaron financieramente la compañía. Los acreedores se hicieron con el control de Latam. Hoy los Cueto tienen solo el 5% de la empresa, pero su alianza con Delta y Qatar los mantiene en un rol protagónico. Los hijos del fallecido Juan Cueto siguen dirigiendo la empresa desde el directorio que preside Ignacio Cueto Plaza e integra también su hermano Enrique. Ellos, junto a sus hermanos y sus hijos, los nietos de Juan Cueto Sierra, despedirán este domingo al patriarca que llegó desde Colunga hace 86 años y que hace menos de un lustro él mismo recordaba así. “Tengo mucho todavía de ese niño que llegó a Valparaíso con su familia huyendo del dolor de la guerra. La curiosidad y el entusiasmo no me han abandonado”.