Diferentes estilos: la historia tras el quiebre entre Alfonso Swett y Bernardo Larraín

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Aunque trabajaron juntos para llegar a los puestos en los que están, esta semana, a través de los medios, dejaron claro que no están alineados en todo y que frente a la propuesta tributaria cada uno tiene su mirada.


Han sido días movidos para los dirigentes empresariales. Una semana en que se marcó una diferencia importante entre Alfonso Swett, presidente de la CPC, y Bernardo Larraín, líder de la Sofofa.

Las declaraciones que hizo Swett a PULSO Domingo, en las que aseguró a título personal y en el contexto de la modernización tributaria planteada por el gobierno que él estaba disponible para debatir acerca de un alza a los impuestos a las personas, encendió los ánimos. "Es tan importante volver al sistema (tributario) integrado, que si falta compensación yo estoy disponible para que mi impuesto personal me lo suban. Yo lo que necesito hoy es que las empresas anden bien. Y si hay que sacrificar el que los dueños tengan que pagar más impuestos, yo estoy disponible", aseguró.

La reacción llegó dos días después y de la mano de Bernardo Larraín, quien en su calidad de presidente de la Sofofa, una de las seis ramas de la CPC, salió a rebatir los dichos por los diarios. En entrevista con El Mercurio, lanzó la frase que dejó en evidencia las dos almas que existen en este tema: "No cabe hablar desde las preferencias personales, el debate debe ser sobre las buenas políticas públicas para el país (…). Antes que considerar subir impuestos, revisemos la justificación de regímenes especiales y exenciones".

Aunque durante la semana ambos dirigentes se encontraron en varias actividades y que el tema se puso sobre la mesa en un par de ellas, lo cierto es que quedó claro que en este tema no hay una opinión. Según cuentan cercanos, ambos dirigentes han recibido apoyos. Pero lo cierto es que a muchos molestó el que las diferencias se plantearan públicamente. "Esto le hace pésimo al debate", aseguró un miembro de los gremios.

Ambos dirigentes se conocen hace años y tienen una historia en común. Hasta ahora habían trabajado de forma muy coordinada para lograr objetivos comunes. Sin embargo, lo ocurrido esta semana generó un quiebre entre ambos, según revelan distintos testigos de la relación.

En 2015 trabajaron codo a codo para levantar la candidatura de Andrés Navarro en las elecciones de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa). Su idea, cuentan, era arrebatarle la presidencia a Hermann von Mühlenbrock. Pero no obtuvieron el resultado que esperaban.

Dos años más tarde, la misma dupla, junto a otros consejeros a través del denominado "grupo de los cinco", se las jugaron porque Sofofa hiciera cambios a su gobierno corporativo y de a poco comenzaron a trabajar para alzar a Larraín como candidato a presidir el gremio. Eso, pese a que hay quienes aseguran que Swett había trabajado mucho por lograr ese sitial, pero habría dejado libre el camino para que Larraín se abriera paso.

Al día de la elección, el grupo llegó sin competencia y Bernardo Larraín se alzó como presidente del gremio. Y con esto debutó la "nueva Sofofa" de la mano de una generación más joven. Aunque a algunos el estilo de Larraín incomoda y no convence, no son pocos los que se declaran sorprendidos con lo que ha hecho. "Dice las cosas claras, da la cara. Se ha desdoblado muy bien en el rol gremial. Es un dirigente valioso, abierto y con ideas", cuenta un dirigente. Para otros, "Bernardo no termina de encontrar su identidad y eso le juega en contra. Y eso le hace ceder ante las presiones de los poderes fácticos de Sofofa".

Cuando este año tocó hacer un cambio de liderazgo en la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), vino la vuelta de mano. Incluso antes de que la Sofofa, una de las seis ramas que componen la CPC, le diera su venia a Swett como candidato a suceder a Alfredo Moreno, que se alejaba para asumir el Ministerio de Desarrollo Social, Larraín le dio su apoyo. "Alfonso tiene la misma potencia y peso que Alfredo Moreno", dijo en ese minuto.

Swett debutó en la CPC junto a la instalación del gobierno de Sebastián Piñera. Y los primeros meses fueron de calma, a la espera de que comenzara a ejecutarse el programa y se concretaran las ansiadas reformas.

Las primeras diferenciascon el gobierno

A principios de junio, en la Cuenta Pública, el Presidente Sebastián Piñera le cerró la puerta al empresariado en su idea de que se concretara la baja de impuestos a las empresas de 27% a 25%, algo que estaba en el programa.

Eso marcó la primera diferencia con La Moneda y ambos líderes salieron a defenderlo, pero con matices. Mientras Larraín se la jugó de lleno porque se concretara, Swett aseguró que entendía que el gobierno se había encontrado con un déficit fiscal mayor al que esperaban, pero propuso que en la medida en que ese déficit bajara, se disminuyera el impuesto a las empresas de 27% a 25%.

Pero fue a principios de agosto que en conjunto salieron a rebatir al ministro Felipe Larraín después de que en el seminario de Moneda hiciera un llamado al empresariado a tener paciencia ante la petición de apuntalar con más fuerza el crecimiento de largo plazo y a aumentar la contratación de personas.

Swett y Larraín en esta disputa no dieron tregua. Coincidieron en que "el mundo privado no invierte por emociones".

Para muchos esto marcó un quiebre con La Moneda. Eso, pese a que a los ojos de muchos es Larraín el que ha sido más duro y majadero al recordarle recurrentemente al Ejecutivo el objetivo de crecimiento y en la defensa de las propuestas de su gremio, mientras que Swett se ha mostrado más conciliador en este proceso. "Ha asumido una posición de búsqueda de consensos y más negociadora", cuentan cercanos. Y agregan que su postura es necesaria, porque "así como están las cosas políticamente no va a haber reforma tributaria". Sin embargo, otros son de la teoría de que Swett "no puede ser un infiltrado del gobierno en el empresariado".

Y es que el rol de Swett ha sido destacado, incluso, por el Presidente Piñera, quien en una entrevista en El Informante, con Matías del Río, cuando se le consultó sobre la petición del empresariado de apurar las cosas dijo: "Les quiero decir a los empresarios que de todo hay en la viña del Señor. Por ejemplo, he visto una actitud del presidente de la CPC, Alfonso Swett, muy constructiva y objetiva. Otros son, cierto, como estos predicadores".

Al ser consultado si se refería a Larraín Matte, aseguró que no quería dar nombres, pero que "algunos quieren que la máquina vaya más rápido de lo que puede ir".

El quiebre entre los líderes

Hasta ahí la relación entre ambos, aunque tenía matices, como la fuerza con la que cada uno calificó la vuelta de Julio Ponce a SQM como asesor estaba medianamente alineada. Pero lo sucedido esta semana mostró otra cara.

Es más, un día antes de que Bernardo Larraín saliera a rebatir a Swett, hubo reunión del comité ejecutivo en la CPC. Larraín no asistió y en su reemplazo fue Gonzalo Said, quien planteo el malestar de la Sofofa frente a las palabras de Swett y pidió prudencia. Según cercanos a la Sofofa, su llamado fue compartido por, al menos, otras tres ramas. Esto lo niegan los cercanos a Swett, que aseguran que ha recibido apoyo de distintos sectores.

Al día siguiente, en el consejo de la Sofofa también se conversó del tema y fue el abogado Fernando Barros el encargado de abrir el debate. Aseguran presentes, que dijo no estar de acuerdo con las palabras del presidente de la CPC y con un alza de impuestos a las personas.

Por su parte, Swett preguntó sobre si el camino en esta discusión tributaria era defender sin ceder nada o tender puentes para conseguir mejores resultados. Según testigos, aseguró que tenía el mandato de las ramas de la CPC para seguir el segundo camino. Y, según cuentan, es algo que vienen haciendo hace varias semanas en reuniones con parlamentarios de oposición.

En la disputa, hay quienes apoyan a Swett y otros a Larraín. Algunos sostienen que el presidente de la Sofofa está muy preocupado por su protagonismo y que eso se le nota, y otros aseguran que Swett necesita pedir "más consejo" y escucharlos para no seguir "pegándose tropezones".

Cercanos a ambos aseguran que los dos están "dolidos" con el episodio, pero agregan que "no debe extrañar que puedan discrepar", porque "cada uno juega un rol".

Por su parte, dirigentes históricos de los gremios aseguran que es "normal" que haya diferencias y que muchas veces se arreglan internamente, algo que no ocurrió en esta pasada. Y enumeran otros casos del pasado, como el de Hermann von Mühlenbrock y Andrés Santa Cruz también por temas tributarios, o cuando Felipe Lamarca en su calidad de presidente de la Sofofa ni pisaba la CPC y mandaba como representante a Fernán Gazmuri.

Consultados agregan que la Sofofa y las otras cinco ramas de la CPC son "libres de decir lo que quieran". Y que lo que hay hoy entre los dos líderes es un "problema de protagonismo y de liderazgo". Para otros, el tema está en los "egos" que están dando vueltas en ambas instituciones.

Cercanos a la Sofofa son claros a la hora de recalcar el peso del gremio con las cuatro mil empresas socias y los 70 gremios regionales y sectoriales que la componen. Algo que también repite Larraín y que recalcó en su entrevista del miércoles pasado.

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