En enero de este año, por primera vez desde que hay registro, los cotizantes de AFP superaron los 6 millones. Pero ese récord se fue rápidamente. En febrero de este año los cotizantes de AFP marcaron la primera caída interanual en dos años, retrocediendo 0,4% en relación a igual mes de 2022, hasta los 5.885.841. Desde ese entonces, no han parado de caer.
Así, tras dos años en que el número de trabajadores que cotizó para su pensión no marcó ninguna baja interanual, ahora encadenan seis meses consecutivos de descensos en doce meses, ya que en julio el freno que ha venido mostrando el mercado laboral en los últimos meses siguió profundizándose.
Esto, porque en el séptimo mes se registró un total de 5.791.399 cotizantes, su menor nivel desde octubre de 2021, lo que significó una disminución de 1,12% año contra año y un retroceso mensual de 0,12%, según cifras del sitio web de la Superintendencia de Pensiones. Bajo este escenario, en lo que va del año se registra una baja de 176.848 cotizantes en AFP, o un 3% menos que en diciembre de 2022.
Lo que refleja este indicador es justamente lo que está ocurriendo con las personas que tienen un empleo formal remunerado, ya que ellos son los que están obligados a cotizar en el sistema. El número de cotizantes en AFP del mes de julio corresponde a aquellos trabajadores que devengaron sus remuneraciones en el mes de junio, y considera a afiliados activos y un pequeño número de afiliados voluntarios, dependientes e independientes.
El economista y director del Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales de la Universidad Católica (UC), David Bravo, cree que esto “representa sin lugar a dudas el impacto negativo de la contracción económica que hemos enfrentado a partir del intento por frenar el desequilibrio en la economía producido por los retiros de fondos de pensiones y la expansión del gasto fiscal. No obstante, vale la pena destacar que este segmento del empleo, que es el más formal, a diferencia del resto del empleo, a pesar de la caída en los últimos meses, exhibe una situación en la que ya se recuperó el nivel de empleo pre-pandemia (lo que contrasta con el resto del empleo)”.
El economista agrega que “el número de cotizantes antes de la pandemia fue de 5,6 millones de personas, en comparación con los 5,79 millones en el dato más reciente. También como proporción de la población en edad de trabajar estos números son similares”.
El director del Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales, Juan Bravo, explica que “es relevante monitorear esta cifra ya que permite analizar lo que está ocurriendo con el empleo dependiente formal. En un contexto de tres trimestres consecutivos de caída interanual de la actividad económica, donde se reducen las necesidades de contratación, el empleo asalariado formal del sector privado se ha visto fuertemente golpeado. Por ello no es sorprendente que los registros administrativos de la Superintendencia de Pensiones confirmen el debilitamiento de este tipo de empleo, sumándose así a una batería de datos que confirman el deterioro del mercado laboral y que desmienten la idea de que el empleo dependiente formal del sector privado ha sido resiliente a la contracción anual de la actividad económica observada entre el cuarto trimestre de 2022 y el segundo trimestre de 2023″.
Esto va en línea con lo que informó a fines de agosto el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), cuando comunicó que la tasa de desempleo llegó a 8,8% en el trimestre mayo - julio, cifra que representó un incremento de 0,9 puntos porcentuales frente a igual periodo de 2022.
Con ello la medición en doce meses tuvo su novena alza, después de continuas disminuciones desde marzo-mayo 2021, y anotó su mayor nivel desde el primer trimestre de este año, cuando también fue de 8,8%. Además la tasa fue superior al 8,5% anotado en el trimestre abril - junio de 2023.
La académica de la Universidad de Los Andes, Cecilia Cifuentes, comenta que la caída de cotizantes en julio “es un reflejo del estancamiento de la actividad, y principalmente de la inversión, que es el determinante mayoritario de la creación de empleo formal, sobre todo la inversión en construcción y obras, ya que la inversión en maquinaria y equipos, que algo ha crecido a este año, tiene un componente que es un sustituto de la mano de obra, más que un complemento”.
La economista agrega que “es un tema muy preocupante, ya que si analizas por tramo de ingreso, caen los cotizantes de bajos ingresos y suben los de ingresos más altos. Es lo mismo que mostró la Casen; la formalidad está cayendo en los deciles bajos de ingresos y subiendo en los de altos ingresos. Me parece que existen bastante indicios en el mercado laboral de que, además del estancamiento de la actividad, el proceso de automatización está mostrando efectos en los grupos de menor escolaridad”.