En la escena final de “El Graduado”, luego de una persecución de varios días, de rebelarse contra todo y contra todos y de arrancar de un matrimonio en plena ceremonia, la pareja fugitiva conformada por Dustin Hoffman y Katherine Ross se sube a una micro y se sienta en el último asiento. Luego de una sonrisa cómplice, quedan mirando el horizonte con la vista perdida. No saben el destino de ese bus, con rumbo a un futuro incierto, quizás difícil, donde nada está garantizado. De los sueños a la cruda realidad. Una metáfora de sus tiempos: “El Graduado” fue estrenada a fines del 67, recién terminado el cénit del verano del amor y sus sueños coloridos. No lo sabían, pero el muro gris de los 70 se alzaba a la vuelta de la esquina.
El Presidente electo debe haber sentido algo parecido la noche de las elecciones. Luego de las celebraciones, quizás, al bajar del escenario, pensó preocupado acerca de los desafíos y dificultades que traería el futuro.
Nuestra nueva generación de líderes enfrenta a un mundo corre a toda velocidad. Pero, curiosamente, parecen hacer todo lo posible por darle la espalda. Especialmente en temas económicos. Su ensimismamiento resulta asombroso. Como si Chile fuera el centro del universo y las lecciones pasadas no importaran. Enfrentan el nuevo ciclo con una mentalidad más antigua que nueva en casi todos los temas. Con ejemplos de Escandinavia de los años 60 o de países del vecindario como modelos. Una actitud que no conversa con las oportunidades de un mundo sin fronteras, digital, donde existe una nueva y revolucionaria relación entre el capital y el trabajo.
Las señales de para dónde se dirige la micro del desarrollo están por todos lados. Para mostrar el valor de la empresa privada está Apple, en los bolsillos de la mayoría de nuestros nuevos líderes. Esta semana llegó a una capitalización bursátil de US$3 trillones, algo nunca visto en la historia. Equivale a 11 veces el PGB de Chile. Sólo este año, entre recompras de acciones y dividendos, generó caja para sus accionistas por US$ 100.000 millones, casi el 40% de nuestro PGB. El doble de todos los retiros. Alucinante para una empresa nacida en un garaje cuando Codelco ya tenía 4 años de antigüedad. Para mostrar el potencial de Latinoamérica digitalizada está Nubank, el neo Banco brasileño fundado el 2013, que no tiene ni una sola sucursal y bancarizó a más de 50 millones de personas. Debutó con su IPO en Nueva York hace un mes. Su valor alcanza los US$ 45.000 millones, superando largamente a Itaú y es ya el 60% de la vetusta Petrobras. Para mostrar que es bueno tener súper ricos en lugar de hostigarlos hasta provocar su éxodo está Elon Musk, que pagará US$ 13.000 millones en impuestos este año, 25% de todo lo que se paga en Chile. Solito se mandaría al pecho los famosos 5 puntos del PIB. Y a propósito de Tesla, en vez de hablar de suspender licitaciones y estatizar empresas de litio, deberíamos generar certezas para los inversionistas y recuperar competitividad y participación de mercado.
El mundo está lleno de nuevas oportunidades para el género humano, incluyendo obviamente a los chilenos. Para desarrollar nuestros talentos, nuestras habilidades, para aportar al desarrollo de tecnologías limpias, donde tenemos ventajas extraordinarias. Para levantar a quienes lo necesitan. Si queremos aprovechar este mundo de renovados potenciales, hay que tener una actitud abierta, positiva, optimista, racional e informada. Los ceños adustos, los voluntarismos ciegos, el gusto por las inestabilidades y la mentalidad de venganza contra el capital solo lograrán extraviarnos. En lugar de avanzar por el camino de oportunidades por delante, terminaremos en el lamentable y profundo cajón de las ocasiones perdidas. Ojalá nuestro joven presidente, su equipo y también los constituyentes, sepan leer las señales de para dónde va la micro del futuro.