Es el primogénito y, en consecuencia, era el lógico heredero de Horacio Pavez García en los pactos de accionistas que gobiernan dos grandes grupos económicos: Sigdo Koppers (SK) y Security.
Pero Horacio Pavez Aro (60, casado, cuatro hijos) optó por otro camino. Prefirió seguir su veta emprendedora, pero con raigambre social, que lo ha hecho armar un grupo de empresas y, en paralelo, corporaciones sin fines de lucro que apuntan a colaborar en el desarrollo emprendedor.
Por eso, pese a haber integrado directorios de ocho empresas de SK entre 2008 y 2020, y, a través de la sociedad familiar Villuco, tener el 13% de ese grupo y un 12% de Security, decidió dividir aguas en octubre del año pasado de las inversiones que lo mantenían asociado con sus padres y sus hermanos Carolina y Gonzalo. También dejó los negocios familiares Energía Latina e Inmobiliaria Devisa. Sólo se quedó con el 3,78% aproximado que le correspondía como legado en el Security, pero que con la anunciada fusión con el Bice se diluirá a un 1,2% del nuevo grupo financiero.
Con chaqueta azul, pero de pantalones verdes y zapatillas, Pavez Aro se muestra en su oficina como un hombre de negocios distinto. En su oficina de Alonso de Córdova lo acompañan sus hijos, que trabajan de manera telemática. En el mismo edificio, tres pisos más abajo, tiene su despacho su hermano Gonzalo, quien se quedó como representante familiar en SK y Security.
“Ser empresario, independiente del padre, de un padre de esta envergadura, ese espécimen lo vas a encontrar poco en la segunda generación”, explica.
“No me tienen que explicar la pobreza”
Nació en Concepción, donde vivió hasta que salió del colegio de los Padres Franceses, pues su padre se asentó allí en los años 60 como gerente regional de SK, cuando comenzaban a levantarse los grandes complejos industriales de la región. Ya en Santiago, estudió Ingeniería Civil Hidráulica en la Universidad de Chile. Y a poco andar, trabajando en CMPC a fines de los 80, le contó a su padre que quería emprender por su cuenta. A Horacio padre no le gustó mucho la idea, pero lo respaldó.
Y en 1990, creó Mosaico, una empresa importadora de artículos para baño y cocina, hoy conocida en el retail por las marcas de grifería Stretto y D’Aqua. En 1993, antes de que China se transformara en la potencia industrial que es hoy, se asoció con una planta en la provincia de Zhejiang como proveedor, alianza que luego se transformó en una sociedad que perdura hasta hoy. Mosaico, con operaciones en Colombia y una más pequeña en Perú, factura al año US$70 millones.
Pero ya desde esos años, Horacio hijo dice que tenía otra veta que quería explotar: el rol social, que, según él, venía por herencia de su abuelo paterno, un profesor primario, masón y socialista, “al que le salió un hijo capitalista”, ríe. “Mi papá se sentía de izquierda, pero le llegó una invitación del presidente (Dwight) Eisenhower en 1960 a Estados Unidos y allá se convirtió”, cuenta.
Pavez Aro tomó lo capitalista del padre y lo social del abuelo: “En mis ratos libres en la Papelera hacía pegas de construcción, de alcantarillado. Lo social viene por mi abuelo y mi colegio, que quedaba entre Concepción y Talcahuano, en medio de la pobreza más potente, por eso no me tienen que explicar lo que es la pobreza”.
Inspirado en Muhammad Yunus (desarrollador del microcrédito) y Jonathan Greenblatt (creador del agua embotellada Ethos Water, que financia proyectos de agua limpia en África), se interesó en las empresas con propósito. Y sus conceptos movilizadores: educación y emprendimiento.
Junto a su amigo Raúl Troncoso, a quien conoció tras hacer un MBA en la Universidad jesuita Loyola-Maryland, en 1990 creó la Fundación Emprender, con el objetivo de acompañar a las pymes. “Enfocado en empresarios, no los más chicos, sino que el segmento medio, ese que vende entre $ 800 y $ 1.000 millones al año, con la carga completa de la administración, sin estructura gerencial, pero con pocos recursos”. A la fundación, dice, “le metí plata 10 años, pero hace 15 años que se financia, porque hemos buscado modelos de negocios sostenibles”.
En paralelo, seguía también su veta empresarial y en 2022 creó Net Provider, una firma de seguridad de redes.
Diez años después, esta vez acompañado de su padre y hermanos, fundó Grupo Enovus, destinado a la educación técnico-profesional y que hoy es dueña del instituto profesional online Iplacex, el centro de formación técnica Esucomex y la firma de capacitación profesional Enovus. Tras la separación del año pasado, Pavez Aro quedó como accionista principal, acompañado por su hermana, pues adquirió la parte de su padre. “Es una empresa que hoy vende US$60 millones al año, tiene un Ebitda (flujo de caja operacional) de US$7 a US$8 millones, con 1.500 empleados y va a atender este año 150 mil alumnos”, resalta.
Y también en 2012, creó el factoring Financia Capital, que tiene como principales clientes a pequeñas empresas. “Va en la línea de la inversión de impacto, porque son pequeños que le venden a grandes”, dice.
Pocos años después, empezó a apoyar a Lumni, una organización latinoamericana de financiamiento de capital humano, es decir, invertir en jóvenes para que estudien y luego devuelvan según el salario que consigan. Esa firma invierte US$ 60 millones al año y Pavez es su presidente. “Tú financias, pero no como un crédito, sino que una inversión en una persona meritocrática y esa persona te lo devuelve con una proporción de sus remuneraciones”, explica.
A estos dos proyectos, en 2016 agregó The Impact, una iniciativa global de grandes patrimonios del mundo, que movilizan su capital hacia la inversión de impacto o con propósito, de la cual es cofundador. “Los dos grandes problemas de esta nueva generación son el social y el planetario: o sea, que la gente tenga comida, educación, salud, vivienda y acceso a financiamiento, y que no nos piteemos el planeta”, resume.
En 2020, se sumó y hoy es presidente del The Global Steering Group for Impact Investment (GSG), otra idea global que busca que las inversiones financieras tomen en cuenta el impacto para buscar mejoras sociales y/o ambientales. “No es filantropía, es una versión del capitalismo que introduce modelos de negocios y de valor para que se produzca sostenibilidad económica”, explica Pavez.
“Profundizar en lo que me hace feliz”
Desde el punto de vista empresarial, a Pavez no le ha ido mal. Entre Mosaico, Enovus, Financia Capital y Net Provider, que controla a través de su family office Napali, factura US$ 200 millones el año. El negocio más rentable es el financiero, admite.
Hoy, además de las empresas e iniciativas que preside, está involucrado en un nuevo proyecto: Chile Converge, una plataforma no lucrativa que, a través de la generación de redes, busca hacer crecer negocios de emprendedores mediante acompañamiento de expertos, capacitación y herramientas para mejorar la gestión. “Estamos invirtiendo en esta plataforma hasta que tenga escala. Este año vamos a tener 100 mil emprendedores. Cuando tenga 200 mil o 300 mil, se van a monetizar muchos temas. La mayor plataforma de apoyo a la pyme la vamos a armar nosotros”, asegura.
Se nota entusiasmado. Pero su pasado reciente de todos modos lo sigue motivando. Incluso se da maña de comentar la contingencia y de las grandes empresas que abandona.
-Hoy, desde la distancia, ¿qué cambios sugeriría en la gestión de SK?
-SK está diversificado bastante en su portafolio. La mitad de sus ingresos viene de fuera del país. El punto es que es un holding con una serie de compañías, muchas de ellas vinculadas a los servicios a la minería. De cambiar algo, yo pensaría en avanzar en focalizarse en el mejor de esos negocios, los que tengan más potencial, porque ser propietario de un puerto como Ventanas, por ejemplo, es una inversión más pasiva. Yo creo que SK se va a ir fortaleciendo en Enaex, en Maggoteaux, y en aquellas compañías que tienen escala global y que pueden ir más rápido en incorporación de tecnología. De repente, vender algunas cosas que permitan reinvertir en los negocios que son más rentables y del core. Hay que entender que SK es un grupo industrial, salvo los autos.
-Y qué pasa con los autos: en Astara, SK tiene una inversión financiera, muy fuera de su core.
-Es que ha sido un muy buen negocio, un generador de dividendos altísimo para el grupo. ¿Para qué te vas a deshacer de un buen negocio? Warren Buffett te diría que no lo hagas.
-Y en Security, ¿le gustó la fusión con Bice?
-Sí, desde siempre.
-¿Por qué?
-Hay dos grandes problemas en este negocio: el capital que requieren los bancos (con las normas de Basilea, necesitas cada vez más plata); entonces, el banco es una pelea de perros grandes. Y las inversiones tecnológicas le cuestan lo mismo al banco grande o al chico, entonces no se puede seguir esa dinámica de inversión. Además, existe sinergia entre los clientes de Bice, segmentos altos, y los de Security, un poco debajo; el Bice tiene fuerza en lo inmobiliario y lo agrícola, nosotros no tanto. Por lo tanto, hay complemento. Y te va a dejar un banco que fusionado va a tener entre 5% y 6% de mercado.
-¿Por qué no se hizo antes? Era la fusión más esperada por el mercado.
-Es que al Security le iba bien, no fue necesario. Y también tiene que ver con el despliegue natural de sus líderes: Francisco Silva, Renato Peñafiel, Ramón Eluchans. Cuando esa capa de gerentes ya va saliendo, se mira los próximos 10 años, y se da cuenta que hay que analizar alternativas.
-¿Usted cree que los bancos están siendo coñetes o demasiado conservadores en sus políticas de crédito?
-No creo. Los bancos funcionan con expectativas y tienen una alta palanca financiera. Lo que los bancos están viendo es que hay mucho riesgo, inseguridad en lo que viene, que la economía está muy ralentizada. Por supuesto que son conservadores, porque deben ser muy cautos a la hora de captar y colocar. No se puede hablar de coñetes, sino que es la dinámica del mercado.
-Después de oírlo hablar, de su historia, de sus negocios, de las grandes empresas de las que formó parte, igual queda la pregunta, ¿por qué tomar este camino propio, ahora?
-Es que llego a una edad en que me doy cuenta de lo que quiero hacer con profundidad hasta que me muera, qué es lo que me hace feliz y lo que puedo hacer para servir a otros. Y eso es lo que estoy haciendo.