TRAS prácticamente un año de haberle entregado el mando de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) a Juan Sutil -en marzo de 2020-, el empresario Alfonso Swett Opazo finalmente se anima a volver al ruedo público. Los últimos meses de su período a la cabeza de la multigremial fueron muy intensos, tras el estallido social que vivió el país en octubre de 2019 y que derivó en los días posteriores en saqueos y destrucción de múltiples comercios.
Hoy ya repuesto del desgaste máximo que significaron esos meses -reconoce que no podía dormir por las noches y que recibió amenazas-, divide su tiempo 70%-30% entre los negocios de su familia -es gerente general del holding que los agrupa, Costanera- y actividades de ayuda social y en la Universidad Católica. Dice que desechó invitaciones para sumarse a la política activa y prefiere seguir manteniendo en secreto su votación en el plebiscito constitucional.
Sobre lo que está viviendo el país, lo que más le preocupa es cómo asegurar el círculo virtuoso de inversión, crecimiento y empleo en la recuperación de la pandemia y hacia adelante.
Por ello, es enfático en señalar que Chile no puede darse el lujo de que los proyectos se congelen ante la incertidumbre que implica la elaboración de la nueva Constitución y que por lo tanto un desafío central del nuevo ministro de Hacienda, su amigo Rodrigo Cerda, es precisamente generar un plan que ayude en la transición entre una Carta Magna y otra.
Ellos ya lo han conversado antes y el empresario pone sobre la mesa una propuesta: un estatuto especial para 2021 y 2022 que le otorgue invariabilidad de reglas a las inversiones que partan estos años. En paralelo, critica la salida anticipada de Ignacio Briones del gabinete para ser candidato presidencial y alaba a Richard von Appen, el actual candidato que corre para ser presidente de la Sofofa a partir de mayo.
Usted dejó la presidencia de la CPC en marzo de 2020 y desde entonces no ha hablado, ¿por qué este silencio de casi un año?
-Por dos razones. La primera, quise cambiar mi rol de liderar por ayudar y quería destinar mi tiempo ayudando a la sociedad en áreas críticas, como la social. Me incorporé de director de América Solidaria, también estoy en el directorio de Ayuda a la Iglesia que sufre. En la UC me incorporé al comité ejecutivo de Clapes y en el área académica al Consejo Asesor de la Facultad de Economía. Por lo tanto, he seguido en la esfera pública, pese a no dar entrevistas. La segunda razón es que quería dejar pasar un tiempo para reflexionar sobre lo que fueron los dos años en la CPC y darle el espacio que necesita el nuevo presidente para asumir ese rol. También definí en qué áreas no quería estar y una de ellas es la política. Tuve ofrecimientos de más de un sector, pero decidí que la política no es lo mío. Y tampoco volví a la actividad gremial.
¿Cómo ha visto a su sucesor en la CPC, Juan Sutil?
-Lo he visto bien y con un gran liderazgo en el sector empresarial. En la lucha contra el coronavirus, uno de cada cuatro ventiladores los puso el sector empresarial, lo que ha permitido salvar unas 4.000 vidas. Cuando uno ve eso, debe felicitar a Juan Sutil por lo conseguido. Pero también hay que ser justos de que el Presidente Piñera fue quien nos instó a colaborar con el Estado, en una reunión con Juan y otros empresarios a principios de marzo.
¿Será necesario este año generar otro fondo de ayuda privado? El primero superó los $ 110 mil millones.
-Dos reflexiones me dan esperanza. Que haya sido el fondo más grande que han puesto los empresarios en su historia. Cuando se decía que había que meterse las manos en los bolsillos, la respuesta fue increíble. Y el alto nivel de convicción de los empresarios. Así, no tengo dudas de que si la urgencia lo pide, se van a recaudar los fondos necesarios.
En Enade, Sutil planteó la alternativa de discutir un ingreso mínimo garantizado. ¿Comparte esa idea?
-Me parece muy bien la invitación a reflexionar sobre el tema. Ahora, yo tengo algunas preguntas técnicas al respecto. Se necesita saber cuánto ganan las personas para completarles su ingreso y la pregunta es cómo determinamos ese nivel de partida si en Chile la informalidad es tan grande. La segunda pregunta es cómo nos aseguramos que no pase lo del bono clase media, donde más de 400 mil personas lo cobraron sin cumplir los requisitos.
Y lo otro es su costo, que calculo entre el 1% y el 5% del PIB. ¿Cómo lo vamos a financiar? Es muy difícil cortar programas sociales. Por último, es importante analizar el caso de Finlandia. Ellos implementaron esta idea para un grupo de personas y la tuvieron que abandonar por una serie de distorsiones de incentivo al trabajo y problemas en el mercado laboral.
Pero la gente puede entender que si el presidente de los empresarios se abre a esta idea, en alguna medida el sector privado ayudará a hacerla realidad.
-La disposición del mundo empresarial de colaborar con la sociedad ha quedado más que clara en los últimos años, pero es un error muy grande pensar que el tema de subir los salarios es solo una cosa de voluntad. Basta mirar la historia de Chile cuando se subían los salarios y la inflación era más alta, al igual que en otros países de la región.
Hay varios actores que plantean que el camino es subiendo los impuestos para financiar al Estado al respecto.
-Va a ser inevitable discutir el tema de impuestos, pero la clave es cuándo hacerlo, cómo hacerlo y cuánto recaudaremos, porque la evidencia nos muestra que los impuestos a los stocks son muchísimos más ineficientes que los impuestos a los flujos. Entonces, en Chile no debe haber temas tabúes, pero ya no hay espacio para improvisar y hacer las cosas al lote. El pensar que el Estado o los privados tienen recursos ilimitados es una trampa. Es crucial, por tanto, avanzar en buenas políticas públicas, porque son el antídoto contra el populismo.
Gobierno y pandemia: nota 5,5 a 6
¿Cuál es su evaluación de cómo Chile ha enfrentado la pandemia y la crisis social y económica que ha desatado?
-Me ha sorprendido lo poco generosos que han sido algunos en Chile con el tremendo trabajo que ha hecho el gobierno en el manejo de la pandemia. Yo soy numérico, entonces cuando veo a Chile dentro de los dos países de la región, junto con Uruguay, que lo han hecho bien, me parece relevante...
Eso es en el aspecto sanitario, ¿pero qué pasó con las ayudas económicas? Incluso el exministro Briones reconoció que se podía haber llegado más a tiempo.
-Decir que para evaluar algo bien tiene que ser perfecto, no me parece. Claramente aquí no hay un 7, pero sí una buena evaluación. Y para ilustrarnos, el informe del Banco Central de diciembre entrega datos relevantes, sobre todo cuando dice que los recursos disponibles para las familias aumentaron un 16%, en promedio, en 2020 con respecto a 2019, y que para el quintil más pobre aumentó en 40%. Ahí hay un esfuerzo. Si ese esfuerzo se demoró y se descoordinó no es sinónimo de reprobar en una evaluación. Hacer una buena evaluación no significa poner siempre un 7.
¿Y qué nota le pone, entonces?
-Entre un 5,5 y 6, entendiendo que hay cosas que no se hicieron bien, como el llegar tarde.
¿Y esa demora no ayudó a desatar la demanda por el retiro del 10%? ¿No tuvo ahí una responsabilidad el gobierno?
-El 10% es un fallo de la política pública total y donde el gobierno también falló. Por eso para mí, más grave que el populismo son las malas políticas públicas.
Certeza jurídica
Usted es amigo del nuevo ministro de Hacienda, Rodrigo Cerda. ¿Cuáles son sus ventajas para el cargo?
-Lo conozco desde hace muchos años, me ha tocado trabajar junto a él y somos amigos. Eso me permite ser responsable en decir que tiene todas las condiciones profesionales, humanas y sobre todo tiene un sentido de servicio público extraordinario. Dicho eso, hay que ser claro que tiene una misión muy difícil.
Tiene el desafío de recuperar este 2021 lo que retrocedió la economía en 2020. Llevar la economía a crecer en torno al 5,5%, y lo más importante: recuperar el empleo formal. Si no recuperamos el empleo formal este 2021, no nos extrañemos de tener un nuevo estallido social hacia adelante. Es fundamental recuperarlo y no va a ser fácil. Entiendo que el 2020 estuvo marcado por compensaciones de caídas de ingresos debido al Covid, pero este año, en Chile y el mundo, el desafío es generar empleo y crecimiento sostenibles.
¿Y los instrumentos que están hoy sobre la mesa para eso son los adecuados o faltan medidas?
-Si miramos la discusión pública, no he visto el énfasis que requiere este desafío en la inversión, en los incentivos a generar empleos e incentivos a los trabajadores a tomarlos.
Pero para eso el gobierno lanzó un programa de subsidios al empleo. ¿No es suficiente?
-Esto va mucho más allá: para muchas empresas no sabemos si el Fogape está siendo oxígeno o morfina. Por otro lado, mire lo que ha pasado con la agricultura: mucha gente no ha ido a trabajar a los campos para no perder los beneficios del Estado. Esos incentivos deben cambiar. Fueron buenos y correctos para 2020, pero no para 2021 y hacia adelante.
Y a eso se suma la discusión constituyente que debiera incidir en ese proceso…
-Efectivamente, ese es el otro gran desafío para Rodrigo: el tiempo de discusión que necesita la convención constituyente. Va a ser muy difícil atraer inversiones si no están las reglas claras, tanto para extranjeros como para locales. Dado eso, sería una buena iniciativa generar un estatuto especial de inversiones para los años 2021 y 2022.
¿En qué debiera consistir ese estatuto?
-Se trata de un estatuto especial para los años en que se va a discutir la nueva Constitución, para darles certeza jurídica a quienes inviertan en Chile. Debiera establecer que a quienes comiencen a invertir en estos años se les respetarán las reglas vigentes en el momento y que no van a variar por un lapso determinado. Es decir, invariabilidad de reglas hacia adelante en lo tributario, ambiental, laboral, desde el momento en que se realiza la inversión y hasta un plazo razonable dependiendo del proyecto, del monto y de los puestos de trabajo que genera directa e indirectamente. El ministro Cerda conoce el tema, porque lo estuvimos trabajando en Clapes UC.
¿Pero no es una herramienta un tanto arbitraria y que va contra el espíritu de la nueva Constitución, al quedar actores no afectos a la nueva institucionalidad?
-Hoy no hay un mundo perfecto. Debemos lograr administrar una transición que no afecte el crecimiento, el empleo y las remuneraciones. Aquí más que el instrumento, tenemos que reflexionar sobre cómo vamos a administrar la transición de una Constitución antigua a una nueva, que va a tomar dos años. Chile no se puede dar el lujo de tener paralizada la inversión por el tiempo que tome elaborar y aplicar la nueva Constitución.
Nadie sabe cómo va a quedar, por lo tanto, las empresas dicen ‘voy a esperar para entender en qué marco constitucional voy a invertir’. Por eso Hacienda tiene que desarrollar una estrategia para administrar la transición mientras se discute la Constitución, de modo que no afecte la inversión y el empleo. Hay que generar un plan de inversión durante el proceso, lo que no significa no estar de acuerdo con él. Muy por el contrario. Hay que irse ocupando de los desafíos que implica este proceso. El desafío de Rodrigo es generar un plan de inversión en este periodo de transición de la Constitución.
¿Cómo ve la recuperación para 2021, cuánto depende de la evolución sanitaria?
-Tanto en Chile como en el mundo el crecimiento de 2021 va a depender mucho de cómo evolucione la pandemia, de las nuevas cepas y de la velocidad a la que se pueda vacunar. Todavía tenemos mucha incertidumbre por delante. Ahora bien, si todo se da dentro de lo esperado, Chile podría este 2021 recuperar el nivel perdido el 2020. El problema es lo que viene de ahí en adelante. El 2021 vamos a estar parados como estábamos el 2019. Por eso es tan importante poner el foco en el crecimiento, la inversión y el empleo.
En el tema constitucional, ¿al final usted votó por el Apruebo o por el Rechazo?
-Yo soy de la idea que los gremios no pueden pronunciarse políticamente, porque no son entidades políticas. Para ser coherente con mi postura de expresidente de la CPC, voy a mantener mi voto constitucional en secreto. Los que me conocen tienen super claro cómo voté.
¿Es de los que creen que Chile se perdió, o de los que ven en lo que está pasando una oportunidad de un nuevo pacto social?
-Para mí, el Apruebo y el Rechazo fueron solo un símbolo del mensaje ‘quiero un nuevo Chile’. Ese es el tema de fondo. Soy optimista porque soy humanista, social y cristiano, por lo que creo en el poder de la inteligencia, de la razón, del diálogo y del corazón. Veo que Chile está en un punto de inflexión, por eso defino este 2021 como un año bisagra, en donde nos podemos mover hacia atrás o hacia adelante. Es un deber de todos ayudar a mover esa bisagra hacia adelante. Este año definirá y cambiará muchas décadas futuras.
Como en la base de esta discusión sigue estando el tema de la desigualdad, ¿el empresariado debe estar dispuesto a dar más en pos de esa mayor equidad?
-Tenemos que entender que hay que ir a la fuente de la desigualdad. Las desigualdades no se resuelven con repartir stock, se resuelven atacando sus causas para que mejore en términos de flujo, en términos permanentes. De hecho, cómo vamos a hablar de desigualdad si no hablamos del Estado y la educación. Entonces, la invitación para hacerse cargo del tema desigualdad es tanto para los privados como para el Estado.
¿Dónde y cómo ve a Chile de aquí a tres años?
-Nadie lo sabe a ciencia cierta. Uno quiere ver un país y no muchos países, unido en torno a un muy buen acuerdo constitucional, y trabajando con esperanzas. Pero eso no se va a dar así como así, depende del esfuerzo, la generosidad, la empatía y el sentido de mirar por el parabrisas hacia adelante y no por el espejo retrovisor. El cómo sea Chile de aquí a tres años va a depender de lo que hagamos en este periodo. No podemos llegar solo con nuestros dolores del pasado a la discusión constitucional, sino también con nuestras responsabilidades y esperanzas para el futuro. Requerimos un acuerdo transversal, tenemos que entender que para sacar este país adelante nadie sobra, nos necesitamos todos. Para eso debemos trabajar mucho más en equipo, con mucha más humildad y con un espíritu generoso de colaboración.
¿Y el empresariado cómo debe participar de esta discusión constitucional?
-El empresariado tiene un rol clave en lo que viene. He visto este 2020 un tremendo esfuerzo por generar contenido, pero no puede olvidarse que aquí lo que se busca es un acuerdo o pacto entre personas, por lo que yo espero que el foco de 2021 esté en entrenarnos para dialogar, más que para ir a recitar contenidos a la convención constituyente.
“Yo hubiese esperado que el exministro Briones se mantuviera en su cargo”
¿Cómo lo hizo el exministro Ignacio Briones en Hacienda?
-Dije que tomé la decisión de no participar en política y el exministro Briones es hoy un candidato presidencial, y no me quiero pronunciar sobre los candidatos.
¿Pero qué opinión le merece el haber dejado Hacienda justo cuando se está batallando por salir de la crisis?
-Yo hubiese esperado que el exministro Briones se mantuviera en su cargo en un año 2021 que es extremadamente importante para Chile en lo económico, en lo institucional y en la pandemia.
¿Por lo clave del año le parecía más lógico quedarse…?
-Así es. Cuando uno asume una responsabilidad tiene que cumplirla. Así lo entendí yo cuando estuve en la CPC, después del estallido. Para mí la responsabilidad habría sido seguir, dado lo complejo de 2021.
¿Perdió investidura el cargo de ministro de Hacienda luego de lo ocurrido en el período de Bachelet? Ahora de nuevo van tres…
-Yo creo que no. La institucionalidad del Ministerio de Hacienda todavía es robusta y fuerte.
Elección de mayo en la Sofofa: “Tengo una muy buena opinión de Richard von Appen”
En mayo hay elecciones en la Sofofa. ¿Tiene candidato, le gusta Richard von Appen?
-Ya no participo en la Sofofa, por lo tanto, no puedo tener candidato. Pero lo que sí tengo es una muy buena opinión de Richard von Appen en lo personal, profesional y en su trayectoria gremial, así que me alegro que gente como él quiera participar.
¿Tiene las características necesarias para ser el nuevo presidente de los industriales?
-Tiene todas las características, pero podría haber más candidatos.
Es público que tuvo diferencias con Bernardo Larraín, actual timonel del gremio industrial, estando usted en la CPC. ¿Cómo evalúa su presidencia en la Sofofa?
-La evaluación de Bernardo la debe hacer la Sofofa. En lo personal, nunca he tenido problemas con las diferencias.
En lo personal, entonces, ¿no quedó dañada su relación con Bernardo Larraín?
-En lo personal no han quedado daños. No me fui con rencor ni con recelo, ni con nada. Fue una relación profesional y no tengo problemas.
Su balance en la CPC: “Hago el mea culpa de no haberles dado sentido de urgencia a las causas del estallido y me duele”
¿Cómo impactó el estallido de octubre de 2019 en el fin de su período en la CPC?
-Lo impactó de dos formas: en el programa que teníamos y en lo personal, ya que fue algo que requirió muchas horas, resiliencia y reflexión. Mi presidencia de la CPC se dividió en dos períodos: el antes y el después del estallido social. Es importante mirar lo que hicimos antes, porque eso marcó cómo enfrentamos el estallido. La premisa con la que yo asumí fue que la empresa, si bien empezaba en la venta, tenía que terminar en la sociedad.
Y mi gran objetivo fue recuperar la confianza de la ciudadanía. Si uno mira la confianza en los gremios empresariales medida por la Cadem en los años anteriores, el promedio era de 32%. En nuestro primer año llegamos a una cifra récord de 47% y en 2019 alcanzó el 42% promedio, incluso con el estallido de por medio. Y la encuesta Bicentenario UC muestra que la confianza en la empresa en 2017 era muy baja y la duplicamos en 2018-2019. Mirando esos números yo tengo tranquilidad. Lo veo como el logro de un equipo.
¿Y de qué forma enfrentaron el 18-O?
-Emocionalmente fue muy duro ver los ataques y saqueos a nuestras empresas y comercios, y también letreros en su contra. Frente a eso nuestra estrategia tuvo tres focos: primero, fortalecer el concepto de empresa, que no es solo un dueño, sino los trabajadores, pymes y todos los que la integran. Segundo, trabajar muy unidos en las empresas y en el comité ejecutivo de la CPC con centrales de trabajadores y con los gremios de las pymes.
Esto implicó entender la necesidad de meternos la mano al bolsillo para financiar adicionalmente transporte privado para los trabajadores y para que nadie perdiera sueldo por un día que no pudo trabajar y su empleo por los lugares de trabajo que se quemaron, mientras las pymes nos pidieron hacernos cargo de su capital de trabajo, dado que no podían abrir ni vender. Y tercero, fue bajar esto al interior de las empresas. En menos de un mes logramos sentarnos con más de 700 mil trabajadores. El resultado de esta estrategia fue lograr que el estallido estuviera siempre fuera de las empresas y nunca dentro. La conflictividad en 2019 al interior de las empresas, medida por la encuesta Bicentenario, fue el cuarto mejor registro desde 2006.
¿Cómo fue representar la voz del empresariado en ese momento, en que estuvo particularmente interpelado?
-Fue duro, pero primó el sentido de responsabilidad: me tocó y tengo que dar todo de mí. Si bien yo no entendía mucho de política, tuve la suerte de tener muy buenas conversaciones que me ayudaron mucho, con personas como el expresidente Ricardo Lagos, Fuad Chahin y Gonzalo Cordero.
¿Tuvo costos a nivel personal?
-Sí, no pude dormir nunca más. Tomaba pastillas y no dormía más de dos horas diarias. No estuve ningún fin de semana en mi casa, desde octubre hasta Navidad.
¿Y cómo lidió con la violencia? ¿Recibió amenazas?
-Hubo episodios personales y familiares, pero le agradezco al entonces subsecretario Ubilla que me dio toda la tranquilidad para seguir trabajando con todo. Algunos de los que estábamos ahí recibimos amenazas, pero no tuve que mover a mi familia. La sede de la CPC sí recibió protección policial algunos días.
Ya hablamos de sus logros en la CPC. ¿En qué quedó al debe?
-Mi aporte fue entender que nadie es mejor que un equipo y que se debe incorporar al mundo de las pymes, del trabajo, a la sociedad civil, en lo que conté con el apoyo mayoritario del sector empresarial. Sobre quedar al debe, lo he pasado mal con esa pregunta. Yo hago el mea culpa de no haberles dado sentido de urgencia a las causas del estallido y me duele. Las venía viendo hace rato, como el menor crecimiento económico frente a un mayor costo de la vida, y las remuneraciones estancadas. Y lo otro que venía viendo es que los últimos 30 años era el mejor período económico de Chile, pero era un crecimiento desigual, como un cuerpo al que le crecen más las manos y menos los pies.
De hecho, ese crecimiento no fue suficiente para mantener la paz social.
-Es que tan importante como crecer rápido, es crecer de forma armónica.