“Concluí que la barba me había traído mala suerte, así que me la corté”. La irónica frase del ministro de Hacienda, Mario Marcel, el viernes a la salida de La Moneda, a propósito del fin de su look con barbilla con que debutó luego de sus vacaciones en febrero, transmite de manera solapada la desazón y el duro impacto que significó para el círculo más íntimo del oficialismo el rechazo a la idea de legislar de la reforma tributaria, la fuente principal de financiamiento del programa de gobierno.
“Marcel está golpeado, molesto, al igual que todos en el gobierno. Lo triste es que con el pasar de los días, al igual como ocurrió luego del rechazo en el plebiscito del 4 de septiembre, el golpe se hace sentir con más fuerza porque se va aquilatando la gran e inesperada derrota que ocurrió el miércoles”, relata con malestar un influyente parlamentario oficialista que ha vivido de cerca el amargo momento en Teatinos 120 y La Moneda.
Situado como uno de los ministros mejor evaluados del gabinete y, para muchos, el más influyente del gobierno, hasta el miércoles pasado en la mañana Marcel estaba cerrando un primer año perfecto. A primera hora de ese día la inflación de febrero sorprendía con una caída (-0,1%), lo que constituyó el primer IPCnegativo en más de dos años y entregaba un respiro a la persistente alza de precios de la economía, el mayor dolor de cabeza del primer año de gobierno.
El hasta ese momento invicto Marcel, también consolidaba su desempeño como ministro con los datos que evidenciaban una economía más resiliente de lo esperado (el Imacec de enero creció sorprendentemente un 0,4%, rompiendo con cuatro meses consecutivos de bajas) y un superávit fiscal en 2022 que devolvía la tranquilidad a los mercados y a las agencias de riesgo internacional.
El cierre de año para el jefe de las finanzas públicas era coronado con la inesperada visita del Presidente Boric al Ministerio de Hacienda la semana pasada, en un gesto político que fue interpretado como un respaldo del joven presidente a la gestión del experimentado economista de Cambridge.
De la confianza a las dudas
Sin embargo, el escenario cambió abruptamente para el gobierno poco antes de las 14 horas del miércoles pasado, cuando la Cámara de Diputados rechazó la idea de legislar la reforma tributaria, por 73 votos a favor, 71 en contra y 3 abstenciones.
El estupor en los rostros de Marcel y la ministra secretaria general de la Presidencia, Ana Lya Uriarte, contrastaba con la confianza que pocas horas antes transmitía todo el oficialismo con su clave reforma estructural.
En enero pasado, antes de las vacaciones de Marcel y Boric, los cálculos del gobierno apostaban a un triunfo con sufragios que podían incluso estar cerca de los 80 votos en la Cámara Baja, lo que generó confianza en el equipo económico y en La Moneda. “Ala vuelta de vacaciones hubo algunas señales de que la votación sería más estrecha, pero nunca se pensó en una derrota”, rememora un asesor oficialista.
La misma fuente sostiene que el fin de semana anterior a la votación en Hacienda y en todo el oficialismo consideraban el paso por la Sala como “un mero trámite” y afinaban las minutas para la posterior discusión en particular en el Senado.
Las primeras alertas surgieron a principios de semana cuando varios diputados DC condicionaron su voto a favor de la reforma, y la senadora Ximena Rincón transmitió a varios de los ministros sus fuertes reparos al cambio impositivo.
“Fue la primera vez que sentimos un frío en la espalda. Sabíamos que estábamos estrechos, pero seguíamos tranquilos”, relata una alta autoridad de gobierno, quien defiende el chequeo previo que hace el gobierno permanentemente con cada uno de los 155 diputados en votaciones clave. La misma fuente reconoce que Hacienda y Segpres evaluaron en un momento postergar la votación, pero aquella idea no fructificó por el impacto político que podría haber tenido una medida como esa.
La derrota en la Cámara
El descontento de Rincón, quien minutos antes de la votación ingresó a la Sala, se hizo sentir en el hemiciclo. La senadora y presidenta de Demócratas, que había mostrado sus quejas en privado por la escasa comunicación que tuvo con el equipo tributario de Hacienda, convenció a los exdiputados DC Miguel Ángel Calisto, Joanna Pérez y Jorge Saffirio de rechazar la reforma.
“Rincón entró a la Sala y aleonó a estos diputados para que votaran en contra, aunque ella no tenía en sus cálculos que se iba a rechazar la idea de legislar por falta de votos oficialistas. Quería hacer un gesto político”, confiesa un asesor cercano.
Pero la mayor estocada a las pretensiones del gobierno la dieron las ausencias de tres diputadas de la bancada ecologista-independiente, que salieron de la Sala justo antes de la votación: Pamela Jiles, Mónica Arce y Viviana Delgado. Esta última diputada tuvo un altercado el día anterior con el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, quien le habría respondido en forma agresiva ante emplazamientos de la parlamentaria.
Una fuente de Palacio relata que tanto el ministro Marcel como la ministra Uriarte tuvieron contactos con las tres parlamentarias que se ausentaron de la Sala, quienes habían mostrado a las propias autoridades su disposición a votar a favor de la reforma tributaria.
“No hubo desprolijidad por parte del gobierno. Varios diputados dijeron una cosa antes y luego actuaron de otra forma”, afirma la misma fuente, quien teme que muchos de los diputados “bisagra” puedan repetir este comportamiento en futuras votaciones.
Si bien la derecha había acordado con anterioridad rechazar en bloque la idea de legislar y ya afinaba el relato con los efectos “nocivos” de la reforma en las pymes y la inversión, la falta de votos en el oficialismo y el rechazo final a la idea de legislar también los sorprendió.
“La derecha cerró filas para votar en contra, pero no esperaban que no estuvieran los votos del oficialismo para aprobar. Ellos no estaban dispuestos a votar en contra a todo evento y más sabiendo que se caía el proyecto. Sabían que el proyecto se negociaba y flexibilizaba en el Senado”, dice un legislador, quien recordó la molestia de los diputados de oposición por la escasa apertura de Hacienda a negociar la reforma en la Cámara, algo que en la cartera niegan recordando los 8 meses de tramitación y las numerosas indicaciones ingresadas al proyecto que pretende recaudar recursos por un 3,6% del PIB.
“La única salida que tiene el gobierno es cambiar ese gen de su ADN que los hace creer que son superiores moralmente y que, por tanto, conversar equivale a que el resto nos allanemos a sus planteamientos. Ninguna ley, larga o corta, se va a poder aprobar si el gobierno no se sienta en la mesa con sincero espíritu de hacer lo que haya que hacer para lograr acuerdos amplios”, consignó el diputado de la UDI Guillermo Ramírez.
Sin embargo, el PSJaime Naranjo cree que el rechazo a la idea de legislar en la Cámara tendrá un impacto en la derecha política. “Con cualquier opción que tome el gobierno para avanzar en la tributaria, la derecha va a pagar costos por su rechazo, especialmente en el debate que viene, que es la discusión constituyente”, sentencia el diputado socialista.
En el oficialismo y en la oposición coinciden en que la negociación para una nueva reforma tributaria exigirá la participación de los presidentes de partidos y del propio Presidente Boric, y que estas conversaciones sólo se generarían luego de la elección de los nuevos constituyentes, el 7 de mayo. El gobierno necesita 2/3 del Senado si quiere insistir con la misma reforma desechada en la Cámara.
El pacto secreto y el tejo pasado
Cual hábil negociador, Marcel había preparado una ambiciosa reforma tributaria de más de 4 puntos del PIB a principios del año pasado,cuya estrategia era moderarla en el camino. Su planificación con el “tejo pasado”, que le dio grandes dividendos cuando fue director de Presupuestos del expresidente Ricardo Lagos, la aplicó al pie de la letra con una iniciativa que incluía en el origen un aumento en los impuestos personales y a las grandes fortunas, medidas contra la elusión y evasión, y un cambio en la estructura del sistema (dual), entre otros.
Sin embargo, desde el año pasado y en paralelo con la discusión en la Cámara de Diputados, Marcel optó por negociar sigilosamente los nudos clave de la reforma con el mundo empresarial, de manera de lograr una base de acuerdo para sellar su aprobación en la discusión en el Senado.
En forma periódica el equipo tributario de Hacienda, dirigido por el abogado cercano al PCDiego Riquelme, se reunía con un grupo de especialistas convocados por diferentes gremios empresariales, en que participaban los tributaristas Christian Blanche, Luis Felipe Ocampo, Christian Aste, Loreto Pelegrí y Mario Silva, entre otros.
Clave en estas conversaciones, según fuentes empresariales, fue el expresidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) y actual candidato a constituyente, Juan Sutil, quien ha seguido a cargo de los temas tributarios del gremio por encargo del actual líder de la máxima cúpula empresarial, Ricardo Mewes. “Se había avanzado mucho en estas conversaciones y logramos muchos acuerdos con Hacienda. Si la reforma hubiera pasado al Senado, se hubiera flexibilizado la reforma y habríamos logrado aprobarla sacando muchos nudos, como el impuesto al patrimonio”, explica una fuente que estuvo en las conversaciones.
Juan Sutil, quien evitó comentar su participación en las conversaciones, se limitó a decir que lo sucedido en la Cámara abre una oportunidad para el mundo político y empresarial de buscar un pacto amplio. “Esta es una gran oportunidad para cambiar la forma y el tono de la discusión, y pensar que tenemos que construir un país que nos una a todos. Tenemos que hacer buenas reformas que permitan llegar a acuerdos en temas tributarios, fiscales, de modernización del Estado y en pensiones. La colaboración público-privada es muy importante”, afirmó Sutil.
En el mundo político de centroizquierda creen que se debe avanzar prontamente en la iniciativa. “Hay que seguir adelante con la reforma tributaria. Es verdad que va a ser más cuesta arriba que antes, pero habrá que encontrar las fórmulas para sacarla adelante ante una realidad compleja”, sostiene el futuro presidente de la Comisión de Hacienda del Senado, Ricardo Lagos Weber.
Con todo, en el oficialismo aún creen que el gobierno debe asimilar y hacer una catarsis más profunda sobre lo que pasó el miércoles en la Cámara para definir una nueva estrategia. Sin embargo, también coinciden en que cualquier intento por avanzar en una reforma tributaria nuevamente en el Congreso tendrá un costo mucho más alto que pagar para Marcel y para el gobierno.