Una encuesta realizada por el Sernac reveló que cerca del 90% de las mujeres del país ha sufrido discriminación de género al comprar un producto o contratar un servicio.
El estudio -realizado online entre el 15 y 26 de febrero- consideró a 878 mujeres de todas las edades y regiones del país, dando cuenta de un estado de percepción sobre una serie de malas prácticas discriminatorias, las cuales van desde el llamado mansplaining, cobros arbitrarios ser consideradas como personas sin capacidad económica.
Lucas Del Villar, director del Servicio, explicó que el objetivo de esta encuesta es levantar las conductas de las empresas que puedan afectar a las consumidoras en el comercio y entender aquellos ámbitos en las que puedan sentirse más vulnerables por ser mujer, con el fin de promover mejores prácticas e incluso fiscalizaciones.
“No es posible que en el comercio se mantengan prejuicios que consideren a las mujeres como personas sin capacidad económica, que no entienden sobre ciertos temas, que tienen que pedirle permiso al marido para cualquier decisión financiera, entre otros”, dijo el director del Sernac, recordando que la Ley del Consumidor no hace distinciones de género y consagra el derecho a no ser discriminado arbitrariamente.
Por su parte, la ministra de la Mujer y la Equidad de Género, Mónica Zalaquett, destacó la iniciativa y señaló que “este estudio confirma que tenemos aún mucho camino por avanzar en materia de sesgos, conscientes o inconscientes, que terminan discriminando a las mujeres. Se trata de prejuicios que no se relacionan ni con nuestras capacidades ni con nuestras necesidades, de ahí el llamado permanente a impulsar y acelerar un cambio cultural que nos permita tanto a hombres como mujeres desarrollarnos plena e integralmente”.
Malas prácticas
Al preguntarle a las consumidoras si se han sentido discriminadas en el comercio por ser mujeres, un 79% afirmó que sí, mientras que un 9% lo ha sido. Es decir, un 88% de las entrevistadas indicó que se ha sentido discriminada alguna vez por ser mujer.
Las consumidoras respondieron mayoritariamente (65%) que se han sentido discriminadas cuando compran un producto o contratan un servicio culturalmente asociado a actividades masculinas, como servicios automotrices, financieros, de ferretería o tecnología. “Me hablan suponiendo que yo no sé nada de lo que estoy comprando y/o contratando”, indican.
“En estos comercios se daría el fenómeno denominado “mansplaining”, es decir, explicar algo a alguien de una forma despectiva que bordea lo condescendiente o paternalista, como si la otra persona, por ser mujer, fuera completamente ignorante del tema, generando con ello menoscabo y malestar”, se extrae desde el estudio.
Asimismo, el 61% de las mujeres afirmó que se han sentido discriminadas al tener que pagar de más por productos que son considerados “para mujeres”, porque son de color rosado o de otra característica “femenina”, fenómeno también conocido como el “impuesto rosa”.
Asimismo, las mujeres indican que se han sentido discriminadas al solicitar un crédito (35%), debido a que los dependientes asumen que por ser mujeres tienen poco poder adquisitivo, lo que repercute en la mala atención. De hecho, el 33% señaló que se ha sentido discriminadas debido a que les han preguntado su estado civil.
Por otra parte, las consumidoras afirmaron que sienten discriminación cuando se encuentran con “falta de tallas para mujeres de todos los cuerpos y edades”; o cuando van acompañadas por un hombre y quienes atienden “sólo le hablan a él”; no les venden un producto “por ser para hombres”, “me discriminan por andar con niños y coches”, entre otras prácticas.
Publicidad en duda
Otro tema abordado en el estudio dice relación con la publicidad dirigida a mujeres. Al respecto, un 67% de las entrevistadas sostuvo que no las representa y sólo un 10% dijo sentirse representada.
En general, se percibe que las protagonistas de la publicidad son mujeres delgadas, altas y caucásicas, que no representan físicamente a las mujeres chilenas ni latinas. “Dejar de lado la imagen de la mujer alta, rubia y delgada. Las chilenas, en su mayoría no somos así”; “Hacer comerciales más reales, que representen realmente la vida de la mujer, por ejemplo, al menstruar no todas las mujeres comienzan a hacer deporte”, indican los comentarios.
Esta situación es vista como negativa, ya que la publicidad generaría estándares de belleza imposibles de obtener, afectando la autoestima de las mujeres.
Sumado a lo anterior las mujeres destacan (124 menciones) la importancia de la diversidad en la publicidad. Que se muestren mujeres diferentes, en edad, nacionalidad, tallas y roles. “No solo la mujer bonita con buen físico en cosas superficiales, quiero ver mujeres de todos los colores y formas, que sean tanto mecánicas como secretarias”, señala una de las opiniones.