Varias revelaciones hizo este martes el director del Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales UC, David Bravo, en el seminario “Pensiones, un necesario rediagnóstico”, organizado por la Asociación de AFP, en materia de tasas de reemplazo, uno de los principales indicadores para determinar la suficiencia de un sistema de pensiones, y que según cómo se calcule, puede dar resultados bastantes diferencias.
Allí el economista que lideró la comisión que se creó en el segundo gobierno de la expresidenta Bachelet para reformar el sistema de pensiones, presentó los hallazgos en materia de tasas de reemplazo que hizo a partir del acceso que tuvo por primera vez a información sobre historias laborales de los afiliados y pensionados.
Bravo confesó que cuando en 2014 lideró la comisión que llevó su nombre, lo primero que hicieron fue solicitar a la Superintendencia de Pensiones acceso a la información de todas las historias laborales de los cotizantes del sistema, desde 1981 hasta esa fecha. Sin embargo, esa información no estaba disponible, por lo que cuando tuvieron que hacer su diagnóstico, lo hicieron solo con los datos que tuvieron disponibles: el promedio de remuneraciones de los últimos diez años antes de que se pensionen las personas.
“Ha sido bien decepcionante, que han pasado casi diez años desde entonces, y cuando tuvimos reuniones a partir de esta iniciativa de los centros (de estudio) para pedir información, la respuesta fue la misma”, comentó Bravo este martes. Por eso, dijo que decidieron ir a buscar la información. Porque además, considera que cuando este y otros gobiernos han mostrado las tasas de reemplazo que estiman para el sistema, se ha hecho en base a información poco precisa, utilizando la última remuneración disponible de la persona pensionada, y entregando una tasa de reemplazo bruta, no líquida, como Bravo cree que debería ser.
“Las tasas de reemplazo, cuando se consideran los líquidos, son 20% superiores a las que típicamente se usan (y que ha mostrado el regulador y los gobiernos), entonces, salvo que uno quiera infligirse algún daño y mostrar la situación lo más deteriorada posible, lo que uno tendría que estar haciendo es exactamente lo que se ha hecho, usar las tasas de reemplazo brutas, usar las tasas de reemplazo considerando la última remuneración. Eso no es correcto”, comentó.
La presentación de Bravo señaló que “no se pueden definir apropiadamente los objetivos de una reforma sin información apropiada sobre las tasas de reemplazo”. Por eso, a juicio del economista, es necesario revisar el diagnóstico: hubo tres retiros entre 2020 y 2022, donde “en vez de ahorrar más, desahorramos como país, giramos US$50 mil millones o más de los fondos de pensiones, básicamente hicimos una antirreforma (...) El escenario base que teníamos sin reforma de pensiones, cambió significativamente, también cambió porque se introdujo la Pensión Garantizada Universal (PGU), pero también el diagnóstico es necesario porque no ha sido posible contar con información detallada de las historias laborales para calcular las tasas de reemplazo”.
Nueva información y hallazgos
Para su estudio, Bravo accedió a una base de datos proveniente de seis de las siete AFP en funcionamiento, con una muestra innominada del 15% de los afiliados, incluyendo pensionados y no pensionados, con el historial completo de cotizaciones, desde mayo de 1981 o desde la fecha de su afiliación, hasta diciembre de 2022.
Tomando todo ese historia laboral, apuntó a tener indicadores de la tasa de reemplazo, midiendo cuál es la pensión neta o líquida que tendrá la persona hasta el final de su vida, comparado con el promedio del ingreso neto que tuvo en el periodo de la edad activa.
Primero, mostró una tabla donde se refleja la diferencia que hay al calcular las tasas de reemplazo según la última remuneración, el promedio de las remuneraciones de los últimos diez años, y el promedio de remuneración de toda la vida. Para un hombre que se pensionó entre 2012 y 2019, en el primer caso la tasa de reemplazo de su pensión autofinanciada sería de 37%, en el segundo caso sería 53% y en el tercer caso sería de 81%. Para una mujer de iguales características, en el primer escenario sería 15%, en el segundo 29%, y en el tercero 59%.
“Típicamente las tasas que se han usado para hombres, yo creo que subestiman del orden de un 50%, y la subestimación es aún más fuerte para las mujeres. Entonces, sí tiene un efecto usar los indicadores incorrectos. Yo creo que un diagnóstico que no utiliza los indicadores adecuados, nos puede llevar a decisiones equivocadas, pero nos podemos dar cuenta solamente cuando tenemos los datos, como en este caso”, dijo Bravo.
Luego enseñó la mediana de las tasas de reemplazo netas que tienen los pensionados actuales, utilizando su fórmula con el historial completo de cotizaciones, y separando a los pensionados en dos: aquellos que jubilaron entre 2012 y 2019, y quienes lo hicieron en la época de los retiros de AFP, entre 2020 y 2022.
Cuando se consideran solo las pensiones autofinanciadas, Bravo concluyó que un hombre que cotizó por 35 años o más, tiene una tasa de reemplazo de 80% si se pensionó antes de los retiros, y de 68% posterior a ellos. Bajo las mismas condiciones, las mujeres tienen una tasa de reemplazo de 58% antes de los retiros, y 50% después de ellos.
La presentación de Bravo sostuvo que las “tasas de reemplazo actuales para Chile considerando solo la pensión autofinanciada serían similares al nivel OCDE. En el caso de las mujeres un poco inferiores”.
Al ver las pensiones totales y no solo las autofinanciadas, es decir, incorporando la PGU, la mediana de tasa de reemplazo neta para un hombre que cotizó 35 años o más, es de 106% si se pensionó entre 2012 y 2019; y sería de 100% si se pensionó entre 2020 y 2022. Para quienes cotizaron menos, las tasas de reemplazo son incluso mayores. En el caso de una mujer con las mismas características, su tasa de reemplazo sería de 82% y 64%, respectivamente.
“Con la PGU, son tasas de reeemplazo superiores al 100% en el caso de los hombres, y en el caso de las mujeres son más bien cercanas al 80%, antes de los retiros. En 2020 y 2022 cayeron fuertemente con los retiros”, puntualizó.
Por otro lado, Bravo también mostró que la tasa de reemplazo sería 40% superior para mujeres si la edad de jubilación fuera de 65 años, versus los 60 años de hoy.
Y en su presentación también indicó que las “pensiones absolutas siguen siendo bajas o insuficientes”.
Tasas de reemplazo futuras
Bravo también calculó cuáles serían las tasas de reemplazo futuras, simulando una densidad de cotizaciones para 2023-2042 similar a la individualmente registrada entre 2013 y 2022 por cada afiliado, y proyectando una rentabilidad real promedio de los fondos de pensiones del 3%, entre otras variables.
Ahí encontró que las tasas de reemplazo netas, considerando solo las pensiones autofinanciadas, son entre 20 y 30 puntos porcentuales (pp.) inferiores para hombres y mujeres que las registradas para los pensionados actuales (2012-2022). Esto, porque según sus estimaciones, la mediana de tasa de reemplazo neta para quienes se van a pensionar entre 2023 y 2024, y que cotizaron 25 años o más, será de 48% en el caso de los hombres y 36% en el caso de las mujeres.
Cuando se agrega la PGU, las tasas de reemplazo mejoran, pero igualmente al compararla con los pensionados actuales (2012-2022), son entre 20 y 25 pp. inferiores. Para hombres que cotizaron 35 años o más, serían de 79%, y en el caso de las mujeres 63%.
Bravo afirmó que “a todas luces, si no cambia la densidad de cotizaciones, y se mantienen los supuestos de este escenario 2023-2042, se puede discutir si la situación va a ser igual a la que estamos mostrando acá, o peor”.