Chile es uno país receptor de turismo internacional. Según este análisis, el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés) proyecta que en los próximos años este sector seguirá creciendo en el país, estimando que para 2034 el turismo contribuirá a la economía con US$47, 2 millones alcanzando así el 11m2% del PIB nacional.
Sin embargo, de acuerdo a un análisis efectuado por Universidad UNIACC este desarrollo que ha tenido el sector, y por consiguiente el aumento en la afluencia de turistas, no se ha traducido en un incremento significativo de ingresos en divisas, lo que expone una falla estructural en la planificación del país. La Estrategia de Turismo 2020, lanzada en 2010, proyectaba tanto un aumento en el número de visitantes como en su gasto. Pero, en la práctica, solo se logró lo primero; el gasto turístico se ha mantenido prácticamente invariable.
Patricio Torres Luque, académico e investigador de la Facultad de Administración de Universidad UNIACC, sostiene que “en 2023, los ingresos por turismo en Chile se encuentran levemente por debajo de los niveles de 2019, lo que sorprende dada la recuperación en la llegada de turistas después de la pandemia”.
El académico sostiene que “esta situación no es exclusiva de Chile. España, líder mundial en turismo, experimenta un problema similar: aunque el país ha recibido un 27% más de turistas internacionales hasta julio de 2024, el gasto real ajustado por inflación solo ha crecido un 12,5%. Esto sugiere que el modelo basado en volumen de turistas no garantiza un desarrollo económico más sólido”.
Torres menciona que “los datos reflejan una cruda realidad: entre 2013 y 2023, aunque las llegadas de turistas internacionales a Chile aumentaron un 4,3%, los ingresos en términos reales disminuyeron un 24%”, dice el investigador de UNIACC. Y añade que, en lugar de enfocarse en atraer más visitantes, Chile debe priorizar la calidad del gasto turístico. “Para ello, es esencial desarrollar productos y experiencias que incentiven a los turistas a gastar más, creando una oferta que ponga en valor la experiencia y calidad de los servicios, al tiempo que beneficie económicamente al país”, sugiere.
De esta manera, dice el experto, “el país evitaría caer en la trampa del volumen turístico donde un incremento en turistas no representa una mejora económica para el país. La apuesta debería ser por una oferta que impulse un mayor gasto y un beneficio real para las comunidades locales, siguiendo ejemplos de éxito como el de Nueva Zelanda”.