Fue el 30 de julio de 2020 cuando empezó a regir la reforma constitucional que autorizó el primer retiro excepcional de fondos de pensiones. Al cierre de ese mes, las AFP administraban recursos por US$217.010 millones, según cifras que informa la Superintendencia de Pensiones en su sitio web. Desde entonces, ningún mes ha vuelto a anotar una cifra de ese nivel, y al cierre de octubre pasado había un total de US$194.218 millones acumulados, esto es todavía un 10,5% menos versus lo registrado antes de los giros.

Pero al hacer una comparación del ratio de esos activos de los fondos de pensiones administrados respecto del PIB, hay una diferencia incluso más importante. Eso es lo que enseña un gráficos contenido en el Informe de Estabilidad Financiera (IEF) del segundo semestre que publicó el Banco Central (BC) la semana pasada.

Allí es posible observar que al cierre de septiembre los activos de los fondos de pensiones representaban un 63,5% del PIB, este es el mayor nivel en poco más de tres años, desde junio de 2021, cuando alcanzaron el 64,6%; pero sigue estando muy por debajo de los niveles que existían previo a los retiros de los fondos de pensiones. El peak lo alcanzaron en junio de 2020, tras llegar a 83,9% del PIB, precisamente el mes anterior a que se aprobaran los retiros de AFP. Antes de esa fecha, nunca se había tocado un nivel como el que existe ahora, al menos desde marzo de 2014, fecha en que inicia la información que constató el BC en el IEF.

En el Informe, el instituto emisor destacó que “los indicadores de profundidad de mercado continúan en niveles bajos, pese a repunte registrado en últimos meses. En los últimos trimestres, algunos indicadores de profundidad del mercado de capitales han mostrado ciertas mejoras, aunque se mantienen por debajo de lo registrado previo a la pandemia, lo que sigue dando cuenta de una menor capacidad de la economía local para afrontar shocks externos. Los activos de los fondos de pensiones como porcentaje del PIB se ubican en torno a un 62%, mientras que las transacciones en el mercado secundario de renta fija en términos reales corresponden al 63% de lo registrado previo a la pandemia, considerando tanto transacciones bursátiles como OTC”.

También señaló que “las emisiones de bonos corporativos y bancarios se han concentrado en renovación de próximos vencimientos, con plazos mayores y spreads de emisión que continúan elevados. El mercado primario de bonos bancarios y corporativos ha mostrado mayor actividad en los últimos meses, principalmente con fines de renovación de vencimientos. Esto ha sido propiciado por la demanda de fondos mutuos y fondos de pensiones, aunque con dinamismo menor al periodo prepandemia. En el margen, dichas emisiones se han realizado a plazos mayores y a spreads ligeramente menores, dando cuenta de leves disminuciones en los costos de financiamiento de largo plazo”.

Sobre las inversiones de fondos de pensiones, también destacó que junto con los fondos mutuos, “han tenido un desempeño favorable en últimos meses. Se constata un mayor uso de derivados por parte de fondos de pensiones, particularmente de tasas de interés. Durante el último semestre, los fondos de pensiones han aumentado el uso de derivados, destacando el incremento de posiciones en swap de tasas de interés de largo plazo, alargando de esa manera la exposición de sus portafolios al riesgo de tasas de interés. Si bien estas posiciones han aumentado transversalmente en los distintos tipos de fondo, esta tendencia ha sido más pronunciada en los fondos más conservadores. Por su parte, las inversiones de los fondos mutuos han evolucionado favorablemente desde el último Informe. Los fondos con mayor crecimiento han sido los fondos tipo 2 de deuda de corto plazo, los que invierten principalmente en bonos bancarios y depósitos a plazo fijo, y fondos tipo 6 de libre inversión, que a su vez invierten en otros fondos mutuos y fondos de inversión”.