Gustavo Máñez, de la ONU: “Necesitamos darles claridad a las reglas del juego. Se acabó el greenwashing”
Al parecer, la ONU quiere ir más allá de las buenas intenciones con respecto al rol a jugar por el sector privado frente al cambio climático. A principios de abril, esta entidad dio a conocer la conformación de un grupo de expertos para desarrollar estándares más sólidos y claros para las promesas de cero emisiones netas para empresas, inversores y ciudades. En otras palabras, un organismo que redacte reglas más concretas y medibles que las “Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional” (NDC), compromisos voluntarios que son definidos por los países de forma particular.
En buen chileno, la ONU quiere “apurar el tranco”, tomando en cuenta entre otras cosas, la mala evaluación que ha realizado el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) sobre el calentamiento global. El nuevo grupo es presidido por Catherine McKenna, exministra de Medio Ambiente y Cambio Climático de Canadá, y en Latinoamérica los líderes serán la CEO de Juan Valdez Café, Camila Escobar, y el exministro de Finanzas de Brasil, Joaquim Levy. La idea es que ojalá antes de la COP27, que se realizará a fin de año en Egipto, esta entidad tenga listos los estándares. La ONU ha sido crítica con el sector privado en el último tiempo. Por ejemplo, Selwin Hart, el asesor especial sobre el clima de este organismo, dijo que las empresas establecen objetivos de cero emisiones netas a largo plazo, pero que no tienen objetivos intermedios a más corto plazo. “Bajo ninguna circunstancia eso puede ser creíble”, comentó.
A nivel regional, el coordinador para el cambio climático para Latinoamérica y el Caribe del programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA), Gustavo Máñez, afirma que estos nuevos estándares “van a definir una especie de mecanismo transparente, que era una de las grandes necesidades de las negociaciones del cambio climático”.
¿Cómo así?
- El objetivo es que lo que se vaya acordando en las negociaciones, hay que comunicarlo de inmediato y de manera transparente, así como demostrar que se está cumpliendo lo acordado, tema que ha sido el gran problema en los procesos anteriores.
¿Por ejemplo?
- En el tema de los mercados de carbono había falta de transparencia. Otro ejemplo: en las COP se establecen unos compromisos muy macro, pero no hay manera de trackear (rastrear) que son cumplidos por las entidades más específicas, por lo que esto se ha utilizado para hacer un greenwashing (lavado de imagen medioambiental) tremendo. Necesitamos darles claridad a las reglas del juego. Se acabó el greenwashing. Eso es lo que intentará este grupo. Veremos si lo consigue.
¿Cuáles son las diferencias con las NDC?
- Las NDC son lo que los países están mandatados a hacer y se deben actualizar cada cinco años. Y aunque recién se han cerrado en la COP26 en Glasgow, directrices muy específicas de cómo se va a demostrar su cumplimiento, dependía mucho de la buena voluntad, lo que da un espacio tremendo a la interpretación o, directamente, a la malversación. Por eso, aparte de las COP, se necesita de otros encuentros, como los que ha realizado Gonzalo Muñoz, el high leven champion de la COP25 (y su posterior par británico), siendo muy vocal y comprometiendo a las empresas. Pero el problema es que la letra pequeña a veces no está clara. Incluso, hay especialistas que han analizado en detalle otras iniciativas de la ONU, como el Pacto Global, viendo que los compromisos eran muy manipulables. Que no había una reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) efectiva.
¿Cuál es la mirada hacia Latinoamérica con respecto a este nuevo grupo de trabajo? ¿Hay diferencias con otras regiones?
- El principio común es no comparar naranjas con peras, sino, naranjas con naranjas. Una tonelada de CO2 es lo mismo en Chile que en Polonia. Lo que puede cambiar un poco es el sistema del tracking, que tendrá que ser lo suficientemente genérico para que podamos reportar a pesar de que las empresas tengan capacidades distintas. Claro, hay países más adelantados. Por ejemplo, en Chile existe el Registro de Emisiones y Transferencias de Contaminantes (RETC), que le da un plus. Por eso, una empresa chilena está en una posición de ventaja con respecto a, por ejemplo, una argentina, país donde no existe un índice de este tipo para reportar sus emisiones. En conclusión, las empresas argentinas deberán desarrollar un sistema si es que quieren dar cumplimiento a los estándares que defina el grupo de expertos recién creado.
¿Cómo funcionará en la práctica este estándar? ¿Será una entidad gubernamental que se haga cargo del tema y coordine al sector privado, como con los NDC, o será un modelo más directo?
- Eso está siendo definido ahora mismo. Personalmente, y viendo cómo han sido las últimas negociaciones, será una mezcla de ambas metodologías. Creo que no van a hacer que esto pase por el sector público, sino que irá directo a los actores que se comprometen. Si yo soy un banco o una empresa, y me involucro en una iniciativa Net Zero, no le pregunto al Ministerio del Medio Ambiente o de Hacienda, sino que lo veo directamente. O sea, se está pensando en que sea más un sistema flexible, pero que te asegure el rigor, para evitar el greenwashing.
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