Vive en Rapel, Región de Valparaíso. El exgerente general del factoring SMB Servicios Financieros, Alfonso Straub von Chrismar, responde a Pulso por teléfono sobre el quiebre en la empresa y rechazó la arremetida judicial emprendida por la compañía controlada por Raúl Alcaino y Álvaro Fischer, quienes lo acusan de un fraude interno que habría provocado un perjuicio de poco más de US$12 millones. La confrontación salió a la luz pública tras la presentación, el 18 de noviembre, de una querella por administración desleal y apropiación indebida.

Straub relata que el 3 de enero de 2024 firmó su finiquito, un acuerdo de mutuo acuerdo, en la oficina de Cariola, oficializando así su salida. Explica que durante el 2023 continuó como gerente general, un cargo que desempeñó por 22 años, pero que en septiembre fue intervenido sin un acuerdo previo entre los accionistas. Desde entonces, su rol quedó limitado a firmar los sueldos, dejando de ejercer las funciones propias de su cargo.

Aunque siguió asistiendo a la oficina de forma esporádica durante los meses de septiembre, octubre, noviembre y diciembre, Straub señala que ya no tenía injerencia en la gestión. Durante ese tiempo, Alcaino y Fincher asumieron el control, lo desplazaron y comenzaron una investigación. Finalmente, tras firmar el finiquito en enero, dejó de asistir definitivamente a la oficina.

Según la acción penal, que fue declarada admisible, “nada de lo que venía informando el gerente general al directorio por años era cierto: la información que se venía entregando estaba completamente manipulada, de modo que los números e índices que se analizaban nada tenían que ver con la realidad”.

Sin embargo, Alfonso Straub tiene otra versión de los hechos. Según él, detrás de esta situación hay un ataque a su imagen pública y un ánimo de sacarlo de la compañía. “Todo esto que nos está pasando como familia ha sido un calvario y un martirio”, dice al principio de la conversación.

¿Cómo responde a las acusaciones de fraude y administración desleal que realizó la compañía?

Estoy profundamente afectado por tener que enfrentar esta situación que se me ha presentado ahora (...) Cuando llegamos al acuerdo de terminar nuestra relación laboral, entendí que todo quedaba allí y que renunciaba a cualquier derecho de buscar algún tipo de beneficio adicional.

Es una actuación de mala fe. Cuando uno trabaja con personas, debe actuar bajo los principios de buena fe, pero lo que hicieron fue prepararse para darme un golpe en el peor momento posible. En la querella omiten muchos detalles, se centran en ciertos aspectos sacados de contexto, con el claro objetivo de dañar mi imagen. Tengo 49 años de experiencia en el mercado financiero, fui gerente comercial en varios bancos durante más de 18 años, y nunca en mi vida tuve problemas; siempre recibí felicitaciones y reconocimientos.

Es extraño porque, se supone, terminamos bien. Seguimos con los mismos auditores que ellos contrataron, aprobados por el directorio. Sin embargo, estos auditores expresaron una cosa mientras yo estaba, y luego, cuando me fui, dejaron claro que habían llegado a un acuerdo con ellos para cambiar el enfoque. El objetivo ahora parece ser mostrar un perjuicio que es cuestionable y que, además, no está demostrado en absoluto.

¿Qué justificación puede dar sobre las discrepancias de más de $6 mil millones en activos no respaldados y las morosidades reales de más del 50% de la cartera?

Creo que lo que podría haber ocurrido son cambios en los criterios contables o algo similar, que habría que acordar con la gente de la auditora. No tengo una explicación, porque la información que me proporcionaban era muy diferente a la que luego apareció cuando yo ya no estaba en la empresa.

¿Qué motivó el uso de recursos de SMB para el pago de anticipos personales, vuelos no autorizados, vehículos personales?

Esas acusaciones son falsas, y se probará en el juicio. Todo lo que hice estaba autorizado: las camionetas para los ejecutivos, el auto que me asignaron, son decisiones que se trataron en directorios. Sin embargo, la forma de trabajar de estas personas era no dejar nada por escrito y luego parecían olvidarlo, como si tuvieran amnesia.

¿Por qué contrató a familiares y les otorgó beneficios que no cumplían con los estándares internos de la empresa?

Eso no es cierto. Es incorrecto. Los beneficios que se otorgaron fueron iguales para todos los empleados de la empresa, como se podrá comprobar cuando se presente la información de la defensa, que incluye los datos contabilizados. En cuanto a la contratación de familiares, era parte de mi responsabilidad como gerente general elegir a personas que consideraba calificadas para el puesto, ya sea por su experiencia o por la formación que recibieron. En el caso de Alfonso (Straub Sanhueza), comenzó a trabajar en 2006. Lo contraté como junior, luego fue cobrador, asistente comercial, ejecutivo y gerente de la sucursal de la Ciudad Empresarial. Más tarde, cuando mi hija mayor dejó la empresa —quien fue la que fundó la sucursal de Puerto Montt— él la reemplazó, ya con alrededor de 10 o 12 años de experiencia en la compañía. Se le preparó para asumir ese rol. Están diciendo cosas que no son ciertas.

¿Qué hay detrás de esta acción judicial, a su juicio?

Lo que veo, y lo que he conversado con mi abogado Juan Carlos Manríquez, es que hay un intento muy cruel de asesinato de imagen. Están tratando de demostrar, con pruebas que no se ajustan entre sí ni en tiempo ni en información, lo que están alegando. Claramente, con esto pierdo cualquier porcentaje que pudiera tener en la empresa. Eso es lo que está pasando.

En términos sencillos, lo que están haciendo es, primero, asesinar mi imagen y la de mi familia, y luego, con distintos comentarios, intentar justificarlo. En la querella mencionan que creen que entre tal fecha y tal fecha manipulé la información con mi hijo. Esto es completamente falso. Mi hijo estaba en Puerto Varas y nunca tuvo que ver con la administración; es una mentira enorme. Lo único que hacía era participar en las reuniones del directorio, como lo hacíamos por Zoom, porque soy pésimo con la tecnología. Él solo apretaba el botón para que apareciera una lámina, la cual yo presentaba al directorio con la información que me entregaban contabilidad, operaciones y los auditores externos.

Lo que intentaron fue sacarme completamente de la empresa. Yo tenía el 20,57% y ahora, si tomamos en cuenta lo que ellos afirman que vale, ya no tengo nada. Estoy en desacuerdo con todo esto, he perdido todo.

¿Hoy no tiene participación en SMB?

Sí, tengo el 20,57%, pero no sé bajo qué valor ni qué criterios están utilizando ellos (...) Firmé el estado financiero auditado de Mazars, que eran los auditores externos aprobados por ellos en el directorio, y salió, como siempre en los 18 años anteriores, sin observaciones de ninguna naturaleza. Luego me piden llegar a un acuerdo y Gerardo Varela -asesor de SMB- me convence de firmar todo para salir en paz. Sin embargo, ellos ya estaban preparando esto. En ese momento, se reúnen con los auditores, y no sé a qué acuerdo llegaron, pero el estado financiero 2023-2022 fue reexpresado, y aparece una pérdida inmensa. No sé cómo califican ni qué análisis hacen, porque tampoco lo explican, para justificar el agujero que mencionan, de alrededor de $12 mil millones.