Un fin de año lleno de intensidad es el que está viviendo Jeannette Jara. La ministra del Trabajo no sólo estuvo dentro de las principales cartas para asumir la vocería de gobierno que acaba de dejar Camila Vallejo, sino que también ha puesto el acelerador a la negociación para cerrar un pacto previsional que lleva adelante junto al ministro de Hacienda, Mario Marcel.
“Estoy, y seguiré estando, concentrada en sacar adelante la reforma de pensiones, tarea que me encomendó el Presidente Gabriel Boric para dar respuesta al grave problema de las bajas pensiones que enfrentan los jubilados y jubiladas del país”, asegura la ministra en entrevista con Pulso, a propósito de las versiones que la mencionaban como una posible vocera.
En horas cruciales para sellar un acuerdo con la oposición, Jara entra de lleno en los nudos clave que se están intentando desatar y enumera los riesgos políticos de la última milla de la reforma.
¿Qué tan cerca estamos de un acuerdo en materia de pensiones?
Ni tan lejos, ni tan cerca. El acuerdo de pensiones vive momentos cruciales. ¿Por qué el escenario hoy es distinto? Porque hay convencimiento de todos de que el pilar contributivo, la parte donde se cotiza, no puede seguir con este bajo nivel de pensiones, y que se ha producido un verdadero daño a las mujeres en su resultado previsional. Es necesario reconocer el esfuerzo de los que más han cotizado y, por otro lado, compensar a las mujeres por las pérdidas que se les han producido en el monto de su pensión.
¿En qué se diferencia esta ocasión con los dos frustrados intentos anteriores en los gobiernos de Piñera y Bachelet?
Lo primero es que están sobre la mesa los dos proyectos que se frustraron con anterioridad y hay conciencia de quienes estamos en política de que eso no fue una buena cosa. También hay que tener en cuenta que el tema de las pensiones, a pesar de los años que han pasado en el debate, sigue siendo crítico para la ciudadanía; todos sabemos que se necesitan soluciones. Asimismo, es necesario generar certezas para el futuro del país, a propósito de los mensajes del FMI y otros organismos sobre la necesidad de resolver los nudos pendientes. Todo eso hace que tanto los sectores políticos, empresariales y de trabajadores veamos que es imperiosa una reforma previsional. Hay muy poca gente que sigue aún con un discurso de que aquí nada debe cambiar.
De aprobarse una reforma de pensiones como la actual, ¿se podría transformar en el gran legado de este gobierno?
Si se aprueba la reforma previsional, va a ser un legado para el país más que para un gobierno. Hay que tener claras las expectativas que puede cumplir una reforma previsional en el marco político que tenemos. Lo primero, es que se van a reconocer los años jubilados y, por tanto, se dará un mayor valor a la cotización previsional y a la formalidad. Lo segundo, es que se va a abordar una de las inequidades de género, que son las expectativas de vida más altas de las mujeres.
¿Cuál es el principal riesgo que corren hoy las conversaciones por la reforma?
Repito que no estamos ni tan lejos ni tan cerca y que vivimos horas cruciales. Aquí hay mucha presión de las AFP, y del poder económico que está ligado a ellas, para que esta reforma no resulte. Si la reforma no resulta, el gran riesgo que tenemos es que las pensiones seguirán bajando, las AFP van a seguir con las mismas reglas que hoy tienen y que les entregan utilidades que son superiores a cualquier otra industria en el país, la desafección hacia el sistema de pensiones va a seguir profundizándose y lo peor es que el sistema político seguirá sin dar respuesta. El riesgo de no hacer nada es muy alto y muy negativo, sobre todo para los pensionados.
El escollo más grande para llegar a un acuerdo hoy, ¿es técnico o político?
El principal riesgo es que se ejerza un poder económico, que son las AFP, sobre las personas que están en la actividad pública para que la reforma no avance…
En términos técnicos estamos cerca de tener un acuerdo (por pensiones), los escenarios se han ido acotando. Hoy estamos concentrándonos en abordar el tercer, el cuarto y el quinto quintil de pensionados, pensando en los que, cotizando, tienen malas pensiones. El ejemplo más gráfico de esto son las profesoras de Estado que cotizan 30, 35 o 40 años y a la primera pensión caen en la pobreza. El umbral en el cual se va a definir desde qué número de años cotizados van a poder acceder a este beneficio de UF por año cotizado es una de las cosas que está en discusión, pero el público objetivo ya se ha definido. Hay una diferencia, entonces, con el requisito de acceso de mínimo de años cotizados. Son dos miradas, las cuales seguramente van a confluir en un camino que sea el más adecuado. Aquí hay que equilibrar dos cosas: que tenga una cobertura adecuada en número de la población beneficiaria y que, además, sea de un monto razonable.
¿Cuál es el otro nudo que falta por resolver?
Lo (otro) que está por resolverse es cuánto va a costar la compensación hacia las mujeres, más un reconocimiento a las mujeres que, cotizando, han tenido que abandonar el mercado laboral para cuidados. En eso hay números distintos con la oposición y si bien se podría partir en un 0,5% como ellos plantean, la exigencia de sostenibilidad de este fondo hace que rápidamente se llegue a la demanda del 1%. Sin embargo, ahí también podemos encontrar una fórmula que nos permita partir desde cierto punto y hacer que paramétricamente esto se ajuste de manera automática en los años siguientes cuando se requiera, hasta un 1%.
Están muy acotadas hoy las diferencias. Nos queda un tiempo muy corto para resolver esto, pero veo una voluntad importante de todos los sectores para poder sellar este acuerdo.
¿Y las diferencias en el tema de reorganización de la industria…?
Hay todavía dos alternativas. Una tiene que ver con la licitación de los nuevos afiliados, que viene en el informe técnico con algunas propuestas de mejora bien interesantes, y está la propuesta de la separación de la industria a fin de promover una mayor competencia, con la regulación de comisiones que estén alineadas con la rentabilidad de los fondos, cosas que parecen razonables.
¿Hay una idea de separación más moderada respecto de la industria?
Diría que más que una separación distinta, lo que hay es una negativa permanente a que el Estado pueda entrar, por ejemplo, en la administración de las cuentas, y esa es una posición que ha tomado la derecha. Nosotros no la compartimos, pero es su opinión, y eso ha limitado mucho la posibilidad de generar un verdadero derecho a elegir de las personas, entre entidades públicas y privadas.
Nudo político
Más allá de las comisiones que están modelando las propuestas, ¿qué me puede decir de las conversaciones con los líderes de Chile Vamos, como los senadores Galilea, Cruz-Coke y Coloma?
…y con el oficialismo. Nosotros estamos conversando con los senadores que están en la Comisión de Trabajo y con los representantes del oficialismo y de la oposición en ambas cámaras además, porque esto requiere un trámite que ojalá se pueda resolver antes de que se inicie el nuevo año legislativo, considerando que estamos a pocos meses de una elección presidencial y parlamentaria.
Todo lo que se ha aprobado hasta ahora y en lo que hay diferencias es todo público. Lo que no se ha aprobado, o lo que está por resolverse, dice relación con estos dos temas: mínimo de cotizaciones para acceder al beneficio (préstamo) y cuánto va a ser lo que se genere por equidad de género (compensación mujeres). Ahí se va a ver si hay espacio para poder cerrar en un punto común. Eso es lo que va a pasar en los próximos días, antes que se retome la tramitación legislativa.
Entonces, ese acuerdo debería estar listo a más tardar durante la primera semana de enero…
Mientras sea en enero, para honrar la palabra que comprometimos, estará bien. El punto es que para que salga en enero del Senado, esto requiere que (el acuerdo) sea lo antes posible. Si es antes o después del Año Nuevo no es relevante, lo importante es que sea pronto.
¿Por qué alguien del oficialismo, que hoy no está convencido con la reforma, debiera votar a favor de esta iniciativa?
Uno puede entender la preocupación que tengan quienes hoy manifiestan una posición crítica, porque esta reforma es muy distinta de la que originalmente presentó el gobierno, y eso es así por un elemento de la realidad, que es que el pueblo de Chile eligió un Parlamento donde el gobierno no tiene mayoría.
Si llegamos a un acuerdo es posible que esta iniciativa sea aprobada más transversalmente, incluido nuestro propio sector, porque el resultado de la reforma debiera hablar por sí solo: esta debe ser una reforma que suba las pensiones de los actuales jubilados, de los futuros jubilados, en particular de las mujeres, con el objetivo puesto en aquellas personas que más cotizaron y que tienen una tasa de reemplazo más baja. En segundo lugar, porque la reorganización industrial va a promover mayor competencia, va a reducir comisiones y va a generar utilidades que sean más razonables para una industria que ha tenido supraganancias durante estos cuarenta años. Si eso le es indiferente a algún parlamentario, la verdad es que no sé que más podríamos hacer.
¿Para usted sería importante que la eventual aprobación de este proyecto sea amplia en el Congreso?
Sería positivo, porque los sistemas de pensiones rigen el presente y futuro de los países. Esperamos poder convencer, una vez que terminemos de cerrar el acuerdo, a todos aquellos que puedan tener aún dudas.
El senador Rodrigo Galilea (RN) ha deslizado que un eventual acuerdo en materia de pensiones podría dejar fuera del pacto a los extremos: Republicanos y el Partido Comunista. Usted, como militante comunista, ¿cree que el PC va a estar alineado para votar a favor de una reforma que el gobierno respalde?
Las definiciones que toma el Partido Comunista se hacen en Vicuña Mackenna 31 (sede del PC). Tanto los comunistas, como el Frente Amplio y el Socialismo Democrático, de la alianza de gobierno, van a tener que ponderar bien los esfuerzos que se han hecho para sacar esta reforma adelante y será nuestra tarea y nuestra obligación tratar de poner en común con ellos los beneficios que la reforma trae. Hasta ahora lo que yo he visto son críticas, más que al proyecto y a la posición del gobierno, a lo que ha demorado la tramitación de este proyecto y a la tensión que se ha puesto desde la derecha para sacar algunos elementos adelante.
¿Le puede garantizar a la izquierda de la coalición que con esta reforma se acabará el negocio exclusivo de las AFP?
Esta reforma lo que va a hacer es proponer una reorganización industrial. Esto no quiere decir que aquí el poder económico vaya a dejar de existir, porque las AFP han construido un imperio económico importante en el país y quien lo desconozca es iluso. Lo que sí queremos es que se alineen los incentivos para que la rentabilidad de los cotizantes mejore, las comisiones bajen y tengan una verdadera libertad de elegir entre sector público y privado, y la industria se desconcentre. Una industria tan poderosa ha tenido la capacidad hegemónica de impedir una reforma en los dos gobiernos anteriores y en este gobierno se la ha jugado con todo.
Desconcentrar la industria significa…
Que se van a dividir funciones en inversores y administradores de cuentas. Se va a dividir la industria en dos, que es lo que se ha propuesto desde un principio.
…Y eso va a implicar la entrada de nuevos actores
En particular, en el ámbito de la inversión, donde esperamos que puedan entrar actores que han estado fuera durante este tiempo. Hay que recordar que en Chile hay pocas AFP, que la gente además tiene cierta inercia a cambiarse, incluso cuando las comisiones bajan con motivo de la licitación de nuevos afiliados. Por eso se va a trabajar en la licitación de los actuales afiliados, a fin de que las comisiones bajen, que haya verdadera competencia, que haya más inversores y que, además, pueda haber una entidad pública como inversora, por ejemplo, el Banco Estado. La reforma va a terminar con el sistema de AFP tal como lo conocemos hoy día.
El mismo senador Galilea insinuó que el 0,5% que compensa la brecha en pensiones de hombres y mujeres podría resolverse vía seguro de invalidez y sobrevivencia (SIS). ¿Es una opción para usted?
El SIS es un seguro social que está dentro del sistema de pensiones y que lo que hace es generar un beneficio de reparto para las personas que sufren ciertas contingencias. Si se piensa lo que debiera ser este aporte de equidad y género para compensar la expectativa de vida, la verdad es que bien podría estar en el SIS. Asimismo, podría estar en la parte en la que se entregue esta compensación por años cotizados. Pero más allá de donde esté, lo relevante es que se cree esta compensación a las mujeres.
¿Qué le parece que una parte del mundo empresarial esté más proclive a un pronto acuerdo?
Me parece muy positivo. Cuando hay un sector de los empresarios que constata que hay una realidad dramática en los pensionados de Chile y que esto se debe solucionar, es relevante. Además, todos los que queremos que Chile crezca y recupere los niveles de empleo que tenía con anterioridad, sabemos que los nudos pendientes se tienen que ir desatando y recuperar la profundidad del mercado de capitales es muy importante para el crecimiento del país.
¿La licitación de stock le parece una vía correcta para la parte de reorganización industrial de la reforma?
Es una propuesta que lleva mucho tiempo sobre la mesa. Creo que ahora va a ser posible sacarla adelante. Es un cambio que tiene un efecto concreto para bajar las comisiones de los afiliados.
¿Hay un riesgo de que a partir de marzo la tramitación legislativa de la reforma se transforme en un escenario parecido al retiro del 10% desde las AFP de hace algunos años, donde hubo muchos parlamentarios, tanto de gobierno como de oposición, que votaron a favor de los retiros por un afán electoral?
Es un grave riesgo y que se puede producir desde marzo en adelante. De todas formas, si hay un buen acuerdo, tenemos que hacer todo lo posible para que esto también se resuelva rápido…
¿Las mayores resistencias pueden estar más en la Cámara de Diputados que en el Senado?
Si hay un acuerdo, este va a tener que comprender a las dos cámaras. No se puede ir por parcialidades y volver a negociar, más allá de los puntos que puedan tener los diputados en particular. Hay que tener en cuenta que el proyecto ya estuvo 14 meses en la Cámara. Entonces, si hay otras soluciones creativas, la verdad es que más que ayudar o abonar a un acuerdo, lo que pueden hacer es dispersar las posturas. En esto todos tenemos una gran responsabilidad y no es nada fácil de resolver el nudo. Es una responsabilidad demasiado grande con el país que hay que cumplir.