En febrero el economista Joaquín Vial cumplió un año desde el fin de su período de una década como consejero del Banco Central. En estos 12 meses se ha estado reinstalando, sumándose al equipo de Clapes UC como investigador principal, e incorporándose al directorio de Metlife Chile compañía de seguros. Con esos dos pasos puso un pie en el mundo de las políticas públicas y en el sector privado, pero le faltaba retomar un mayor vínculo con la docencia. Y eso es lo que se cumple ahora con su aterrizaje en el Instituto de Economía de la Universidad Católica, donde se une como profesor adjunto con jornada parcial. Desde ahí buscará impulsar el tema que lo tiene más motivado en este minuto y que considera vital para el desarrollo del país: los recursos naturales y el medioambiente, sobre el cual tiene listo un libro que espera publicar este año.
Pero además, el también exdirector de Presupuestos en la administración de Eduardo Frei Ruiz-Tagle y expresidente de la AFP Provida, mantiene una mirada sobre la contingencia económica y política, donde considera esencial avanzar de una vez por todas en la reforma de pensiones, tema del cual alertó hace más de una década, y en el que hoy cree que el gobierno debe optar por una mirada más pragmática y menos ideologizada para lograr un acuerdo. Esa negociación interna, en el oficialismo, advierte, no será fácil. Como tampoco ve fácil que el Banco Central pueda empezar a bajar pronto las tasas de interés, ya que es enfático en señalar que la economía chilena está lejos aún de completar su ajuste, lo que demoraría también un retroceso más sostenido de la inflación.
¿Cómo se gestó su llegada al Instituto de Economía de la UC, siendo usted economista de la U. de Chile?
-Desde hace muchos años he dado un curso a medias con José Pablo Arellano en Economía de la UC, pero ahora tenía un proyecto para impulsar la docencia principalmente en recursos naturales y medioambiente dentro de los currículums estándares de ingeniería comercial. Conversé con varias universidades y finalmente resultó con Economía de la UC, la que en su proceso de planificación estratégica ha definido varios objetivos, siendo uno de ellos los temas de sostenibilidad y otro, el interés por lo público. Ahora estoy preparando el primer curso de estas materias para el próximo semestre y probablemente haremos también análisis de políticas públicas asociadas a ellas, ayudando a que alumnos que están trabajando en memoria o en proyectos finales de carrera se metan en estos temas.
¿Cuál es la relevancia del análisis de estas materias para el país?
-Primordial, porque todo lo que tiene que ver con capital natural está vinculado al crecimiento de mediano plazo. Por ejemplo, en Clapes tendremos pronto un seminario sobre los incendios forestales, para el cual estamos sacando un cálculo de cuánto es el capital forestal que se perdió en 2017 y ojalá también una aproximación a lo de este año. Estamos intentando estimar cuál es el valor de los stocks que se perdieron y también incorporar todo lo que tiene que ver con las emisiones de carbono que se generaron, como externalidades a los incendios. Pero es complejo, porque una cosa es el valor de la madera de los bosques que se quemaron, pero es muy difícil valorar la biodiversidad, los animales que perdieron su hábitat.
Pasando al tema pensiones, ¿cómo ve que quedó esa reforma luego del traspié del gobierno en el proyecto tributario?
-Es una película en curso, pero hay una voluntad de flexibilizar posiciones por parte del gobierno, con áreas posibles de negociar, que amplía el espacio para una solución. Nunca habrá total consenso, pero hay que buscar una mayoría suficiente para respaldar el proyecto. La probabilidad de éxito con esto ha aumentado, aunque sigue siendo un tema muy difícil. Con todo, veo dos cosas que ayudan: una sensación generalizada de que en esta ocasión hay que llegar a un acuerdo de una vez por todas, y que con la existencia de la PGU el tema de las pensiones para los más pobres, incluso para un sector de ingresos medios, si uno lo mira respecto a los estándares internacionales, están bien.
¿Eso no le quita urgencia a la reforma entonces?
-Lo que pasa es que para un amplio sector de gente de ingresos medios y más altos no está resuelto, porque su tasa de reemplazo seguirá siendo baja por distintas razones, y buena parte de eso se resuelve con una mayor tasa de cotización, que es algo que está bastante acordado. Pero además ello ayudaría a futuro y no a los actuales y más inmediatos jubilados y a otros segmentos, por lo que igual faltaría algo adicional. No obstante, si se pone el foco en lo que de verdad importa, que es subir las pensiones y no en otras cosas, no debiera ser tan difícil llegar a acuerdo.
¿Y cuánto cree que tendrá que ceder el gobierno para llegar a esos acuerdos?
-Es difícil saberlo aún. El gobierno ya mostró una flexibilidad sobre la cotización extra del 6% y ahí tendrá que ceder unos puntos. ¿Cuántos? Eso ya es materia de negociación nomás. Lo que habrá que ver es si con el saldo que quede después de lo que va a cuentas nocionales, alcanza o no para conseguir una mejora sustantiva en los grupos de ingresos medios. En ese sentido, la propuesta del gobierno de tener un elemento redistributivo importante en las cuentas nocionales, no sé si es tan necesario, porque la redistribución grande se está produciendo por el lado tributario, que financia la PGU. Si se insiste mucho en ese componente redistributivo de las cuentas nocionales, se pierde la posibilidad de actuar sobre el segmento de ingresos medios que está quedando más rezagado post PGU. Ese es un espacio de negociación importante, y luego el mismo concepto de cuentas nocionales tiene problemas, temas fiscales, es algo bastante ajeno a nuestra cultura, etc. Es más fácil pensar en mecanismos como los de la propuesta del equipo de Rodrigo Valdés en Bachelet 2, o crear un seguro de longevidad, que tiene un componente de reparto, pero que le garantiza un piso de pensiones a la gente que tiene más de 85 años y permite que con los fondos de la cuenta individual, como el tope serían los 85 años, mejoren todas las pensiones que ya se están pagando.
El otro tema grande es la división de la industria y el fin de las AFP como las conocemos hasta ahora. ¿Puede haber ahí algo más intermedio?
-El futuro de las AFP y sus labores es la parte que va a resultar más compleja de negociar al interior del gobierno, porque hay un alma en la coalición que quiere el fin de las AFP por un tema más ideológico, y otro sector más pragmático, más enfocado en mejorar las pensiones, al que le preocupan cosas como las utilidades excesivas y de ese estilo. A mi juicio, debiera imperar esa mirada más pragmática, porque temo que reemplazar la atención al público de entidades privadas que compiten entre sí, como son las AFP, por un ente estatal basado en el IPS (Instituto de Previsión Social), va a ser una pérdida de bienestar importante para la gente y un riesgo fiscal grande, porque eso queda todo a cargo fiscal.
¿Por qué es una pérdida de bienestar para la población?
-Por problemas de atención básicamente. El proyecto contempla que al principio van a subcontratar, entonces la gente no lo va a notar, pero a los cinco años se acaba la subcontratación. Las complejidades del negocio asociado a todos los servicios que prestan las AFP son muy grandes, es mucha gente, y la dotación que está considerada para el IPS es completamente insuficiente. Se puede terminar ahí con problemas graves. Tramitar hoy día un bono de reconocimiento en el IPS es más de un año, hay trámites duplicados, todo es muy complejo. Entonces, definitivamente hay que mirarlo con un sentido práctico mucho más grande, porque si se hace mal y empezamos a tener demoras en los trámites de pensiones, de invalidez y sobrevivencia, eso sería una catástrofe para la gente. Para los retiros las AFP fueron capaces de pagar en los plazos y sin grandes descalabros. Yo no veo una institución basada en el IPS haciendo lo mismo.
¿La reforma de pensiones puede resultar más clave para el gobierno que la tributaria?
-La tributaria es muy importante para el gobierno, porque aporta los recursos para su programa, pero desde el punto de vista de la trascendencia sobre el bienestar de los ciudadanos, la reforma previsional es más importante y su momento para hacerla es ahora. Un acuerdo en pensiones, en un gobierno de izquierda, le daría una solidez institucional muy relevante al sistema. Pero para eso el gobierno debe zanjar sus diferencias internas sobre el tema. Los mayores problemas de visiones distintas sobre pensiones están dentro del gobierno, porque hay un componente de ideología muy fuerte y tal vez menos conocimiento práctico de cómo funciona el sistema.
“El ajuste de la economía chilena no está finiquitado, es una tarea en marcha”
¿Comparte la visión de una economía chilena que se debiera comportar mejor de lo previsto este año?
-Lo que tenemos por ahora es un ajuste que ha ido más lento de lo previsto. Pero lo realmente importante no es si la economía crece medio punto más o menos este año, sino que se elimine el exceso de gasto que traía. Una medida simple del exceso de gasto son las exportaciones e importaciones de bienes y servicios -una especie de cuenta corriente no financiera-, donde si hay un déficit muy grande significa que estamos gastando más de lo que estamos produciendo. Eso era antes de 2019 una cifra en torno a 1 o 2 puntos del PIB de déficit y durante parte de la crisis por Covid incluso se convirtió en positivo, porque la economía se trancó. Pero en 2021 ese déficit llegó al 6,1% del PIB, con una economía muy desajustada y generando muchas presiones inflacionarias. Bueno, el año pasado esto bajó al un 5,9% del PIB, que son las cifras que se dieron a conocer esta semana. Al ajuste todavía le falta mucho.
Pero había gente esperando que el PIB cayera este año un 2%, que ahora ve una cifra más cercana al 0%. ¿No es esa una buena noticia?
-Creo que es bien irrelevante, depende mucho de lo que pase con la diferencia entre la demanda interna y el PIB. Si la economía cae dos puntos y la demanda interna cae cuatro, se cierra la brecha, se nos pasa la preocupación por la inflación y podemos tener una política monetaria expansiva. Entonces, no es tan mala noticia. Pero si la economía crece un punto y la demanda agregada sigue creciendo en torno al 6% es una pésima noticia, ya que significa que tenemos que seguir con tasas altas por mucho tiempo más.
¿De momento, entonces, el ajuste no está completado?
-Para nada. El ajuste de la economía chilena no está finiquitado, es una tarea que todavía está pendiente, en marcha. Hay algunos síntomas de ajuste en el último trimestre de 2022, pero falta, a pesar de la tremenda contracción del gasto fiscal. Ahora, dado esto último, soy optimista de que esa convergencia sí se va a materializar en los próximos trimestres, con un ajuste importante en el consumo.
¿En qué pie deja eso al Banco Central para bajar la tasa de interés?
-Le dará espacio al Banco Central para que probablemente en algún momento de la segunda mitad del año empiece a bajar tasas. Pero no en el corto plazo, no hasta que no haya más evidencia de que el desequilibrio se está corrigiendo y de que la inflación entró en una trayectoria efectivamente más descendente. Una golondrina no hace verano. Además, hoy es mayor el riesgo de apresurarse demasiado bajando las tasas, más todavía cuando parlamentarios siguen hablando de nuevos retiros, pese al rechazo del autopréstamo esta semana.
¿Cómo ha visto a Rosanna Costa al mando del Banco Central?
-Le ha tocado un tiempo bastante complicado, pero ha estado bien, junto a todo el equipo del banco. Es un estilo de gestión muy distinto al de Mario Marcel, pero han sido acertados los mensajes y se ha movido adecuadamente. De hecho, esta semana sus propuestas ante la Comisión de Expertos para la nueva Constitución fueron bien recogidas, lo que es muy importante para el futuro del Banco Central.
¿Está de acuerdo con plasmar en la Constitución misma el mandato y la gobernanza del Banco Central?
-Si ya no habrá leyes orgánicas, que es donde hoy está radicado todo eso, o se pasa a la Constitución o se deja como ley simple. Comparto que es darle más estabilidad dejarlo en la Constitución, por lo que me parece una buena propuesta.
¿Se requiere subir el número de consejeros?
-Con cinco consejeros el Banco Central funciona muy bien.