Para el exconsejero del Banco Central (BC), Joaquín Vial, la decisión que tomó este miércoles el ente rector de activar por primera vez el requerimiento de capital contracíclico (RCC) no fue un error, porque argumenta que la banca está bien capitalizada para enfrentar este mayor requerimiento. “No es una mala oportunidad. (Pero) si uno tiene que criticar algo, es que probablemente debería haber habido un poco más de preparación de la cancha”, comenta Vial, quien ejerció por una década como parte del instituto emisor, hasta febrero de 2022.
El investigador principal de Clapes UC y profesor adjunto del Instituto de Economía de la Universidad Católica, explica que este buffer contracíclico tuvo su origen hace más de una década, cuando iniciaron las discusiones sobre Basilea a nivel mundial, aunque a Chile llegó en lo reciente, cuando se aprobó la Ley General de Bancos a inicios de 2019. Con el tiempo, señala, ha ido cambiando el objetivo inicial que tuvo el instrumento, y hoy está pensado para operar en dos sentidos: “Cuando hay una burbuja pones más capital para restringir el crédito, y cuando hay una situación de restricción de crédito por necesidades de capital, por problemas fuera del sistema bancario, entonces puedes bajar esos requerimientos y permites expandir el crédito”.
Afirma que “la discusión que lleva tiempo, y todavía no hay un acuerdo, es respecto de cuál debería ser el nivel ideal de este buffer contracíclico, pero lo que sí parece claro es que debería ser mayor que cero. Entonces, en algún momento había que empezar a subirlo”.
¿Y era este el momento indicado?
-Esa es la pregunta, ese es el tema, si es o no la oportunidad. El ideal es hacerlo, claro, si la economía está con un boom, y con un crédito que se está disparando. No es el caso ahora, entonces se ve un poco raro. Pero lo que realmente importa, y ahí es donde hay que poner las cosas un poco más en perspectiva con los números, es cuál es la situación que hay hoy en términos de holguras de capital en la banca. Si uno toma el índice de adecuación de activos, hoy está en cerca de 13%; son 5 puntos más arriba que el mínimo regulatorio que es 8%. O sea, hay espacio. Entonces, los bancos no necesitarían reducir el crédito para cumplir con este requerimiento, porque ya están cumpliendo.
¿Por qué esto no va a reducir la entrega de créditos?
-El crédito esta cayendo. En parte eso ocurre por restricciones de oferta, porque los bancos se han puesto más cuidadosos, pero principalmente (ocurre) por debilidad de la demanda. En ese sentido, si el crédito está cayendo principalmente por debilidad de la demanda, también necesitas menos capital. Entonces, es una forma de facilitar el ajuste. Lo otro que también es importante, es ver cómo está Chile respecto al resto del mundo. El índice de adecuación de capital (IAC) está en 13%, y si uno mira los países europeos, los avanzados están del orden del 20%. Ellos tenían 15% diez años atrás, pero lo han ido subiendo. Ahora, las contabilidades no son las mismas, pero la dirección es clarísima: subieron 5 puntos en la última década. En Chile más bien hemos estado estancados o con una leve tendencia a la baja. Entonces, no es tan descabellado pensar que esto tenemos que empezar a hacerlo en algún momento.
Pero volvemos a la misma pregunta: ¿era esta la oportunidad?
-La banca ha dicho que estos son cerca de US$1.500 millones, donde hay un año entero para ponerse al día. Para tener una idea de la magnitud: las utilidades del sistema bancario en el primer trimestre fueron cercanas a US$450 millones, y si miras los balances, vas a ver que hay algo así como US$5.000 millones en provisiones para distribución de utilidades. Este es un aumento del 0,5% de los activos ponderados por riesgo, estamos hablando de que es bastante chico. Hay perfecta capacidad para absorber esto sin afectar al crédito.
¿Entonces no se va a restringir el crédito por esta medida, ni se van a encarecer los préstamos?
-En principio, los bancos no tendrían ningún problema de disponibilidad de capital para poder seguir otorgando más créditos. El crédito más caro no tendría por qué serlo, porque al final del día eso depende del costo de fondeo y de las condiciones de competencia. No veo problemas por ese lado. Es un problema más bien de carácter cuantitativo, porque esta no es una medida que afecte tan directamente al costo del crédito como a la cantidad de capital (…) Ahora, yo creo que hay un problema: si uno mira esto, parece un poco repentino.
¿En qué sentido?
-Todos sabíamos, es obvio, cuando está legislado, que el BC en algún momento tenía que empezar a subir este requerimiento. Probablemente todo el mundo pensó que esto iba a pasar una vez que la economía estuviera andando a toda capacidad… En ese sentido, esto es sorpresivo. Y creo que si uno ve el comunicado del BC, enfatiza mucho en los riesgos externos. Pero creo que se necesita mas pedagogía respecto de por qué se hace esto ahora. Y creo que la razón es justamente porque están las holguras. Y hay que empezar en algún momento, porque si tenemos una situación de contracción del crédito asociada a que se perciban problemas en el sistema financiero, o problemas en actividades económicas, y los bancos por natural precaución deciden no otorgar créditos, que es lo que naturalmente habrían hecho, por ejemplo, en la pandemia, bueno, este instrumento nos ayuda justamente a destrabar el crédito en esos momentos. Habría sido súper útil tenerlo en 2020 y 2021, pero no estaba. Había que empezar a hacerlo en algún momento. Por lo menos están las holguras para poder hacerlo sin que sea traumático. Creo que un poco de pedagogía y explicación habría ayudado.
¿Esto tiene efectos contractivos sobre la economía?
-Tendría efectos contractivos si se reduce el crédito. Mi impresión es que podría haber algún banco que esté un poco más apretado de capital que tenga que restringir el crédito por esto, pero creo que va a ser muy chico, si es que ocurre. Y si hubiese un efecto macro, bueno, para eso están los instrumentos de la política macro. Esta es más bien una cosa de política financiera.
A su juicio entonces, ¿el Central actuó bien?
-Creo que sí (...). Habría sido ideal que esto se hubiese, de alguna forma, anticipado en el IEF anterior (...). Hay un tema de timing, de comunicación, que probablemente podría haber sido mejor. Pero fuera de eso, en términos de disponibilidad objetiva de recursos y todo, creo que no hay ninguna cosa que sea dramática. Entiendo el papel de los bancos, la Asociación, porque esto efectivamente les significa un costo, pero creo que hay que tener cuidado con sobredramatizar las cosas, porque al final uno puede terminar perdiendo credibilidad y esa es una cuestión que hay que sopesar.