Los bancos han alertado que el crédito está “en la fase contractiva más profunda y persistente de los últimos 30 años”. El presidente de la Asociación de Bancos (Abif), José Manuel Mena, reconoce que el principal factor que hoy está detrás de ello es la debilidad de la demanda, tal como lo ha constatado el Banco Central. Pero advierte que una vez que regrese esa demanda, los mayores requerimientos de capital que los reguladores han hecho a la industria, también podrían generar un efecto sobre el costo de crédito.
¿Cuáles son los factores concretos que están afectando el crecimiento de las colocaciones?
-Básicamente es una caída de demanda. Además, en los comités de crédito (de los bancos) no se observan peticiones de inversión de mediano a largo plazo. Por supuesto, nada es 0 y 1. Lo que digo es la principal variable. Y en este contexto, la banca se ha seguido fortaleciendo, ha seguido cumpliendo con el plan de Basilea III, que básicamente implica triplicar el nivel de capital que la banca tiene. Hace ocho años atrás teníamos US$20 mil millones, hoy tenemos US$44 mil millones, y en algunos años vamos a llegar a US$70 mil millones.
¿Ese nivel de capitalización era lo que ustedes proyectaban?
-Yo creo que los órdenes de magnitud de veces sí. Pero nosotros siempre vamos a seguir planteando que la banca requiere tener como referencia Basilea, cumplir en un cien por ciento con Basilea, pero no más allá de Basilea. Ni más, ni menos. Y hay elementos que son discutibles, en términos de que necesitamos una banca que sea competitiva con otros países. Porque la mitad de nuestra banca es internacional, sus casas matrices están fuera de Chile.
¿Esto está afectando el crédito?
-Por eso digo que nada es 0 y 1. Un nivel de capital que sea muy alto implica solvencia y un costo de capital más alto. Esto último tiene un efecto también, por supuesto, en la concreción de un crédito. En este momento, esa no es la principal explicación. Es la demanda. Pero cuando empecemos a crecer, eso se va a notar, me parece, en el costo de crédito.
Dijo que hay elementos discutibles en la implementación de Basilea III. ¿En qué sentido?
-Obviamente cada medida puede ser discutible si es que se aparta del Basilea estándar. Dos ejemplos. A nuestro juicio, tenemos muchos bancos sistémicos en Chile, y hay algunos bancos con presencia internacional, en que sus casas matrices tienen un ponderador inferior al de Chile. Con cada medida hay argumentos para uno y otro lado. Un segundo ejemplo tiene que ver con el mismo concepto de banco sistémico. La Ley General de Bancos (LGB) en Chile usa un piso del 1%, y Basilea dice que la normativa parte en 0%. Por lo tanto, en Europa en general, hay bancos que tienen 0,3%, o 0,5%. Y acá en Chile parten en 1%. Es un ejemplo de que en Chile, en general, la legislación ha sido conservadora. ¿Tiene buenos argumentos para eso? Sí. Somos un país que no es Suiza. Pero si se repite esto en otros elementos, como Pilar 2, por ejemplo... Tenemos nueve bancos en Pilar 2, la mitad del sistema de Chile está en Pilar 2. Y eso significa que a cada banco le van colocando un poquito más de capital. En otros países Pilar 2 es una situación excepcional.
¿A esto se suma el Requerimiento de Capital Contracíclico del Banco Central?
-Como hoy día tenemos una referencia, que es un nivel neutral de 1%, eso significa que, desde ya, el piso va a ser 1%. Nuevamente, hay argumentos entendibles, pero también hay argumentos en otra dirección, en términos de que sistemáticamente estamos creando un espacio de mayor nivel de capitalización. Pensamos que es necesario hacer una evaluación integral respecto a este conjunto de herramientas; que aplicado al sistema como un todo, evaluemos los efectos de impacto en competencia, en precio, en desarrollo de mercado.
Tasas hipotecarias
¿Cree que las tasas de los créditos hipotecarios puedan bajar el próximo año?
-La tendencia simplemente no lo va a permitir, porque somos un país más riesgoso, con mayor déficit fiscal y con una economía estancada. Esto no genera perspectiva para alguien que quiera comprar papeles chilenos a 30 años. Y ese mercado está destruido, el de largo plazo.
¿Qué se puede hacer para lograr mayor acceso a la vivienda?
-Hoy el problema de la vivienda es más que financiero. En los últimos diez años el precio de la vivienda ha crecido más que los salarios, generando una brecha que es extremadamente alta, que no se cubre con menores tasas. Por lo tanto, creo que hay que impulsar distintas líneas de trabajo. Son fáciles de decir, pero requieren cada una de programas específicos para trabajar consistentemente. No es un cambio que se pueda ver en un semestre, porque el hecho de volver a mejores condiciones de precio de la vivienda y de tasas de financiamiento, va a requerir tal vez el término de esta década.
¿Cuáles serían esas líneas de trabajo?
-La primera línea de largo plazo, es trabajar el precio de la construcción, precio de suelo, costo de construcción, impuestos asociados, productividad en la misma construcción, con todo lo que ello implica, implícitamente están todos los permisos asociados (...) Tenemos problemas de que el ingreso per cápita no está creciendo a los niveles que debiera. Eso se refleja en los salarios y en el nivel de empleo. Con lo cual, también ahí hay una situación que no se resuelve en el corto plazo. Son tendenciales.
¿Y medidas de corto plazo?
Junto con la Cámara Chilena de la Construcción (CChC) hemos planteado al Ministerio de Hacienda una opción que permita bajar los créditos hipotecarios nuevos, otorgados a personas que compran viviendas en el stock actual: casas, departamentos, los 105.000 que están actualmente en el stock a la venta. Una fórmula que permita que esa tasa de nuevos créditos se vaya al orden de UF+3%. Es una baja sustantiva. No son algunas décimas, es una baja de dos puntos completos aproximadamente, y que permiten bajar el dividiendo de una vivienda tipo, de un crédito tipo, del orden de un 17%-18%. Eso no soluciona el problema de fondo, pero ayuda a que vuelvan a emprenderse los proyectos. Pensamos que es una buena medida, y no sé si es que existe una mejor para impulsar al sector más dinámico de nuestra economía, como lo es la construcción.
¿Esa propuesta requiere recursos fiscales?
-Hay recursos fiscales requeridos. El crédito hay que financiarlo a las tasas actuales, que son altas. Por lo tanto, nuestra propuesta es que eso sea otorgado como un subsidio a la persona. Es un monto que se va entregando a la entidad que da el crédito, se da anualmente y por los próximos 20 años. Por lo tanto, es un flujo pequeño, pero que es constante. Por supuesto, eso va disminuyendo a medida que el crédito se va pagando. Lo que sí pasa es que, desde el punto de vista fiscal, los primeros años, dos o más, los ingresos son positivos. Porque por la vivienda que tú vas a comprar ahora en marzo, hay un IVA completo que recibe el Fisco al momento de la venta. Posteriormente, a partir de los próximos años, empieza a ser negativo (en recursos fiscales). Por eso digo que esto es una medida que busca reimpulsar el sector, adelantar proyectos que hoy día están detenidos. Desde el punto de vista de reactivación económica, no sé si hay un mejor proyecto que este.
El costo fiscal depende de cuántas viviendas se vayan a subsidiar. ¿Hay claridad de cuántas serán?
-Hay un universo posible. Son 105 mil viviendas que están en stock, y la medida que impulsamos corresponde aproximadamente al 70%, es decir, cerca de 70 mil. Hay otros escenarios posibles, también depende de cuántos puntos se financien, o si se financia una porción que no cubra el 70%. Por lo tanto, traído a valor presente, los escenarios varían desde que sea positivo, hasta que sea negativo en US$200 o US$300 millones.
Captación y fe pública
¿A qué se refería cuando mencionó que la captación tiene que ser solo bancaria?
-No tenemos problema con la competencia en la medida que haya condiciones de simetría regulatoria. La captación se permite a bancos y cooperativas; se les permite captar depósitos, cuentas, para poder tener fondos para prestar. Además, en Chile se permite captar en cuenta de prepago para un uso muy claro: para adquirir bienes y servicios, así como extinguir obligaciones. ¿Y por qué esto es así? Porque la captación requiere de una regulación muy clara, porque está la fe pública en juego. Por lo tanto, la captación en Chile está permitida a bancos y cooperativas, y para tarjetas de prepago con estas condiciones. Nosotros hemos pedido a la autoridad que aclare el uso de los fondos, explícitamente, en el caso de la tarjeta de prepago, para que se aclare cuando el destino es inversión.
¿Se refiere a cuando el dinero que se deposita en las tarjetas de prepago se usa como inversión?
-Sí. No tenemos problemas si la autoridad explicita que se puede. Pero tenemos instituciones legales que dicen que eso, tal como está hoy día, no da igual. Obviamente que ahí, al definir los límites, estamos minimizando interpretaciones inadecuadas y uso de fondos captados para objetivos que puede que no estén claros. Cuando estoy hablando de captación, son personas normales (las que depositan allí sus fondos). Y el cuidado que debemos tener, es que cuando estoy tomando el dinero de los clientes, de personas no calificadas, su uso debe estar muy claro y la simetría regulatoria es clave de manera de no producir una situación que puede generar daño en la fe pública y pueda generar una contaminación del sistema.
¿Cree que se ha malinterpretado lo que dijo respecto a la captación?
-Yo creo que cuando hay discrepancia entre industrias o gremios, el estilo que en Chile tenemos, y en lo personal, tiene dos bases que yo nunca voy a traspasar. Primero, es calificar instituciones, hacer un juicio de instituciones, como he escuchado. Y segundo, es descalificar al otro a partir de señalar, otra vez, que se defienden intereses. Ni mi trayectoria es así, ni la forma y el estilo entre las industrias en Chile, entre los gremios en Chile, es usar ese tono. Por eso yo no he entrado a ese juego, ni lo voy a hacer. Mi argumentación tiene que ver con principios, con medidas que permitan que el sistema genere más competencia, pero con simetría regulatoria, en beneficio de las personas.