Como director del Banco BCI y exgerente de Investigación Económica del Banco Central, ha seguido muy de cerca las turbulencias de instituciones financieras en EE.UU. y Europa durante las últimas semanas. No sólo pone “paños fríos” al escenario generado en los mercados internacionales tras la caída del Silicon Valley Bank, sino también destaca la solidez de la banca chilena para enfrentar una mayor agitación financiera mundial.

Sin embargo, Klaus Schmidt-Hebbel, académico de la Universidad del Desarrollo, pone también su foco en el complejo momento por el que atraviesa la economía chilena. “Estos cuatro años de gobierno serán económicamente perdidos”, afirma tajante el economista del Massachusetts Institute of Technology (MIT).

Hay una tensa calma en la actual crisis de algunos bancos en EE.UU. y Europa. ¿Cuál es su pronóstico? ¿Está controlada la crisis?

Aquí hay causas idiosincráticas en algunos bancos que han entrado en crisis. Son temas específicos que afectan a bancos específicos. Por lo tanto, no son problemas sistémicos; ni en EE.UU., ni en Suiza, ni en la Zona Euro. Esto no es una repetición de la gran crisis sistémica que llevó a la crisis financiera global de 2007-2009. A esto no lo llamaría una crisis financiera ni una crisis bancaria generalizada. Ni siquiera merece el nombre de crisis bancaria sistémica en EE.UU.

En el caso del Silicon Valley Bank hubo pecados originales idiosincráticos que gatillaron su implosión, pero también hay un pecado en la regulación de EE.UU. para los bancos calificados como no sistémicos, como el Silicon Valley Bank y bancos regionales. Tiene que ver con una regulación mucho más blanda, que requiere menores colchones de capital y de liquidez que lo que se exige a los bancos grandes y sistémicos norteamericanos. Eso es un error que han asumido los legisladores y la Reserva Federal. Es por ello que se debieran generar cambios para elevar las exigencias futuras a los bancos medianos y regionales que hoy no son considerados sistémicos. Esta debilidad regulatoria no existe en Chile. En nuestro país todos los bancos están sujetos a los regulación de Basilea III y, por tanto, a requerimientos muy elevados de liquidez, capital, provisiones, manejo adecuado de riesgo, transparencia y supervisión, que requiere la ley y la regulación bancaria, así como la supervisión continua por la Comisión del Mercado Financiero.

Más allá de que sean casos idiosincráticos de cada banco, ¿los riesgos financieros seguirán presentes en los mercados?

Seguirá habiendo más riesgos en la medida que estemos en un escenario de tasas de interés más altas. Siempre cuando se elevan las tasas de política monetaria a niveles como los actuales y los aún mayores que se anticipan en el futuro para EE.UU. y la Zona Euro, ocurren tensiones y a veces sorpresas negativas en aquellos bancos que han tomado demasiado riesgo en el período previo de “plata dulce”, a tasas bajas, en su cartera de créditos e inversiones en renta fija.

Sin embargo, hoy la banca internacional y la banca chilena están sujetas a exigencias mucho mayores en los requerimientos que he mencionado y que las exigencias que enfrentaba en los años 2007-2009. Además, no hay ningún banco importante en Europa, en Chile o en EE.UU. que no esté supervisado en tiempo real por los reguladores de los países correspondientes. Eso no ocurría hace 15 años. Por lo tanto, no estamos en presencia hoy de una crisis bancaria sistémica. Tampoco creo que lo estemos en un mes más o durante este año.

En Chile, entonces, deberíamos estar relativamente tranquilos…

En Chile debemos estar particularmente tranquilos. Como director del Banco BCI sigo muy de cerca a la banca. Por lo tanto, estoy confiado en que tanto los reguladores y supervisores (la Comisión del Mercado Financiero y el Banco Central) como los propios bancos en Chile están haciendo muy bien su trabajo frente a esta volatilidad financiera internacional.

Bajo este contexto, ¿cómo ve el escenario económico mundial relevante para Chile durante este año?

Las economías están en una mejor situación respecto de lo que se pensaba a fines del año pasado, cuando la posibilidad de recesión en EE.UU. y Europa era muy alta. Hoy esa probabilidad de recesión es más baja. Probablemente EE.UU. se escape de una recesión. Lo mismo se puede decir respecto de Europa continental. Se anticipa que ambas regiones tendrán un crecimiento bajo, pero positivo, este año. Esas son buenas noticias para Chile. Sin embargo, la incertidumbre y volatilidad financiera que aún se percibe ahora, coloca ‘paños fríos’ a este escenario. El riesgo es que estemos un poco más negativos respecto de lo que se pensaba hace unas semanas atrás.

A China, a su vez, la veo bastante mejor en sus perspectivas de crecimiento, especialmente comparado con el escenario de hace dos meses atrás, cuando estaba cerrada por el confinamiento de su población y su economía (política Covid Cero). China tendrá un crecimiento vigoroso en este año.

¿Este escenario mundial más benigno contribuirá a evitar una recesión en Chile?

El escenario internacional más favorable significa un buen viento de cola a nuestra economía. Sin embargo, las muy malas reformas propuestas por este gobierno y la creciente intensidad de terrorismo, narcotráfico, migración ilegal y delincuencia generan una incertidumbre muy alta, que inhibe el ahorro, la inversión y el emprendimiento, y promueve una continua salida de capitales. De acuerdo con las cuentas nacionales del Banco Central, el año pasado tuvimos tres trimestres de crecimiento negativo del PIB trimestral desestacionalizado; por lo tanto, ya tuvimos recesión durante tres cuartas partes del 2022. Sólo en el cuarto trimestre del año pasado tuvimos un crecimiento levemente positivo.

Anticipo que este primer trimestre y/o el segundo y/o el tercero vamos a tener crecimiento cero o negativo nuevamente. Es decir, se va a repetir la situación de recesión del año pasado. Es probable que cinco o seis de los ocho trimestres de los años 2022 y 2023 sean de crecimiento negativo del PIB desestacionalizado, es decir, sean de recesión. En palabras simples, la economía chilena está estancada, no está creando empleo y la inversión está por los suelos. El consumo, todavía alto, se está enfriando en forma fuerte, porque los IFE ahorrados se están terminando, y el empleo y los salarios están cayendo. Adicionalmente, las tasas de interés han subido mucho. Así, las familias altamente endeudadas tienen problemas severos para financiar su deuda.

¿El crecimiento de Chile, entonces, estará cercano a cero este año?

Peor que eso. Todas las autoridades, analistas y el sector privado coinciden en que el crecimiento del PIB anual será negativo este año. Estará en un rango entre -0,5% y -1,5%. Es decir, este año vamos a producir menos en promedio que el año anterior.

Los analistas pronostican un crecimiento para los próximos 2 años, 2024 y 2025, de entre el 1,5% y el 2%. Dado el nivel de incertidumbre que hay en materia constitucional, legislativa, capacidad gubernamental y seguridad, estimo que estas proyecciones para los años 2024-2025 son muy optimistas. Difiero del consenso de mercado, estimando que con suerte vamos a crecer en promedio un 1% anual en los siguientes dos años.

Eso significa que la economía chilena se mantendrá estancada durante todo el actual período de gobierno…

Es altamente probable que la economía chilena se mantenga con un crecimiento anual del PIB en promedio de entre el 0% y el 1% durante el cuatrienio de Boric, y eso es estancamiento, porque significa un crecimiento negativo del ingreso por habitante. Estos cuatro años de gobierno serán económicamente perdidos.

Pero el ministro de Hacienda, Mario Marcel, dijo que lo peor había pasado…

Todo ministro de Hacienda, de izquierda o derecha, tiene un sesgo optimista en su análisis y sus proyecciones, que es parte de la descripción de su cargo. Todo ministro trata de influir positivamente y, por tanto, no es una afirmación objetiva…

¿Cómo evalúa el desempeño del ministro Marcel en este primer año de gobierno?

Tiene un trabajo difícil Mario Marcel como ministro de Hacienda, porque en los hechos ha demostrado estar comprometido con el programa inicial del entonces candidato Gabriel Boric. Pero también supongo que algunas enmiendas y correcciones a los peores proyectos del gobierno pueden haber venido del propio Marcel. Sin embargo, respecto de lo que yo esperaba, Marcel me ha defraudado profundamente.

Su proyecto de reforma tributaria, que ya fue rechazado en el Congreso, era el peor proyecto tributario de todos y cada uno los países de la Ocde, desde que son miembros de la organización, a partir de los 60 en adelante. Ninguno de los países Ocde ha propuesto una reforma tan extraordinariamente mala; tan gravosa para el emprendimiento, las empresas, el capital y el desarrollo económico como la que propuso el ministro Marcel. Tengo la esperanza que esta nueva mesa de reforma tributaria a la que ha invitado el ministro, con nueva gente y técnicos de los partidos, pueda consensuar un proyecto menos expropiatorio del capital y más amigable con las bases del desarrollo de Chile que el anterior.

El proyecto de reforma previsional también es extraordinariamente malo, porque busca, con distintos nombres, un sistema de reparto en el largo plazo que reemplace al sistema de capitalización individual. Eso es malo para los trabajadores y pensionados, y es malo para el país. Chile necesita una reforma previsional, pero muy distinta a la que propone este gobierno.

Tuve otras esperanzas en la gestión del ministro Marcel. Pensé que iba a ser una gestión socialdemócrata, pero sus dos proyectos de ley estrella, el tributario y previsional, son pésimos y dañan al país.

Usted ha sido promotor de un sistema parlamentario. ¿Por qué sería bueno aplicarlo en un país como Chile?

He estudiado las experiencias de los países con sistema políticos presidenciales y parlamentarios del mundo, revisado la investigación comparativa internacional en detalle. Tanto en Chile como en EE.UU. y en los países en desarrollo de América Latina el presidencialismo ha fracasado. La evidencia muestra en forma clara que los países que han elegido sistemas parlamentarios tienen más estabilidad política y más progreso social y económico que los países que han optado por regímenes presidenciales.

Chile debería adoptar un sistema parlamentario porque las crisis y las distintas falencias de nuestro sistema político se deben en gran medida, aunque no exclusivamente, a nuestro régimen presidencial. Por ejemplo, en la segunda vuelta presidencial del 2021 se tuvo que elegir entre dos candidatos que no representaban al amplio centro, sino sólo a los extremos. El amplio centro de Chile, desde el PPD y la socialdemocracia pasando por Amarillos, Demócratas y Evópoli, y hasta los partidos de derecha como RN y la UDI, estaban excluidos de esas dos candidaturas de segunda vuelta.

En un sistema parlamentario eso es imposible, porque para formar gobierno en ese régimen siempre se genera una mayoría de votos desde los partidos representados en el Congreso. Por lo tanto, se generan gobiernos y programas más centristas. Un gobierno parlamentario es más estable políticamente. Cuando un Primer Ministro de un régimen parlamentario lo hace mal, se le pide la renuncia al día siguiente. Cuando lo hace bien, el Primer Ministro y su coalición pueden ser reelegidos cuantas veces lo quieran los votantes, y así los buenos gobernantes, como González en España, Thatcher en el Reino Unido, o Kohl y Merkel en Alemania, duraron 8, 11 o 16 años en el poder. Ello, en contraste con el sistema presidencial, donde los presidentes de mal desempeño son difíciles de echar, y los buenos no se pueden reelegir. Asimismo, en la medida que adoptemos un régimen parlamentario, tendremos mejores congresistas y mejores ministros de gobierno que los que tenemos en nuestro actual sistema presidencial. Por definición, un gobierno siempre tendrá una mayoría en el Congreso bajo un régimen parlamentario, lo que otorga mayor eficacia legislativa y administrativa. Todo esto evita el populismo, extremismo e inestabilidad política de los sistemas presidenciales.