La creación de la Pensión Garantizada Universal (PGU) cambió el mapa de las pensiones en el país y, con ello, el foco que debería tener la reforma previsional. Ahora, en vez de ir a mejorar las pensiones de las personas de menores ingresos, el énfasis debería trasladarse a los grupos de ingresos medios y medios altos.

Eso es lo que concluye un estudio realizado por los investigadores del Centro de Estudios Públicos (CEP) Rodrigo Vergara y Gabriel Ugarte, donde analizan cómo cambian las tasas de reemplazo que reciben los pensionados con y sin la PGU que propone el gobierno en su reforma previsional. Esto significa que midieron en qué porcentaje las pensiones reemplazan los ingresos laborales con y sin dicho beneficio, el cual es “el principal indicador que se utiliza para evaluar la eficiencia de un sistema previsional”, dice el documento.

El estudio concluye que la PGU que propone el gobierno en la reforma previsional “tiene un efecto significativo en las tasas de reemplazo, aunque diferenciado según el nivel de ingresos”.

Si bien las tasas de reemplazo de la pensión autofinanciada son más altas a medida que el salario imponible es mayor, lo cierto es que al incorporar la PGU en la ecuación, las personas de menores ingresos son las que resultan con las mayores tasas de reemplazo.

Así queda reflejado en el documento, el cual desagrega según quintiles, de acuerdo a la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI) 2021, y considera los parámetros que operarán en régimen para la PGU, es decir, un beneficio de $ 250 mil y una focalización al 100% de la población, entre otros parámetros.

Allí se enseña que aquellas personas que tienen un salario imponible menor a $ 430 mil (UF 12,4), es decir, quienes están en el tramo de ingresos más bajo, al incluir la PGU registran una tasa de reemplazo mediana que es más de once veces superior a la que tendrían solo con la pensión autofinanciada.

Ello, porque con la PGU este grupo consigue una tasa de reemplazo mediana que es de un 124%, tomando como referencia la mediana de los últimos doce salarios de los pensionados; lo que se compara con una tasa de reemplazo mediana de un 11% si se considera solo la pensión autofinanciada.

El estudio señala que “para los dos tramos de ingresos siguientes, la PGU también aumenta de forma significativa las pensiones, con tasas de reemplazo superiores al 60%”. Esto es, para aquellas personas que están en el tramo de ingresos de entre 12,4 UF y 16,6 UF ($ 230 mil y $ 578 mil), así como el grupo con un salario imponible de entre 16,6 UF y 22,6 UF ($ 578 mil y $ 787 mil). En el primero de estos tramos, la tasa de reemplazo considerando solo la pensión autofinanciada es del 22%, y con PGU sube al 73%. En el segundo caso, la tasa de reemplazo es del 24% con la pensión autofinanciada y aumenta al 62% con la PGU.

“Sin embargo, todavía existe un porcentaje de la población que se encuentra con tasas relativamente bajas. Tal es el caso de los últimos dos tramos de ingresos, que tienen tasas inferiores al promedio de la tasa de reemplazo brutas en los países de la OCDE, particularmente para las mujeres”, dice el estudio. Ese indicador en la OCDE es de un 52% para el caso de los hombres de ingreso medio (2021).

Según el estudio del CEP, los trabajadores con salarios mayores a 37,1 UF (casi 1,3 millones) tienen una tasa de reemplazo mediana del 42% con la PGU (versus el 31% que alcanzan solo con la pensión autofinanciada), y llega al 37% en el caso de las mujeres, por lo que es “la menor entre los cinco tramos de ingresos. Es decir, para el 50% de las mujeres de este grupo, el ingreso por pensiones corresponde a menos de un 37% del ingreso promedio de los últimos doce salarios”, dice el documento.

Por otro lado, el tramo de ingresos que va entre las 22,6 UF y 37,1 UF ($ 787 mil y casi $ 1,3 millones) registra una tasa de reemplazo del 26% con la pensión autofinanciada y sube al 52% al incluir la PGU.

“En este escenario, es razonable que el foco de la política pública traslade su atención a los grupos de ingresos medios y medios altos con bajas tasas de reemplazo, donde la pensión autofinanciada, más la PGU, no es suficiente para alcanzar los estándares internacionales”, concluye el documento.

Asimismo, agrega que “esto contrasta con la reforma de pensiones propuesta por el Ejecutivo, que, tal como está diseñada, plantea una redistribución de cotizaciones desde los trabajadores de mayores ingresos a los que ganan menos, dejando en una situación similar a los que están en el medio. Los resultados de este análisis indican que parece ser necesario atenuar la redistribución del fondo colectivo propuesto, asegurando que la cotización adicional pueda traducirse, en mayor medida, en tasas de reemplazo más altas en el futuro”.

Es más, los autores señalan que “la PGU cambia el mapa de las tasas de reemplazo de los pensionados en Chile”. Y afirman que “estos resultados avalan la idea que los 6 puntos que contempla la reforma de pensiones presentada por el Ejecutivo se distribuyan de forma distinta, dando paso a que una fracción vaya a capitalización individual. Ello permite aumentar las tasas de reemplazo de toda la población, pero en particular de los grupos medios, en el mediano y largo plazo, y a la vez darle sostenibilidad en el tiempo al sistema de pensiones. En otras palabras, nuestros resultados muestran que, con la PGU, el componente de ahorro colectivo no requiere la intensidad que se le asigna en la reforma propuesta”.

Eso sí, hay que considerar que el estudio no pretende medir cuáles eran las tasas de reemplazo totales de la población antes y después de la creación de PGU, ya que también hay que tomar en cuenta que antes existía el Pilar Solidario, cuestión que acá no se incorpora.

Economista Rodrigo Vergara

Rodrigo Vergara comenta que “la PGU tiene un efecto muy relevante en las tasas de reemplazo, en especial en los segmentos de menores ingresos. Eso debe hacer repensar la reforma de pensiones”. Adicionalmente, sostiene que “nuestros resultados sugieren que es posible atenuar el componente redistributivo y, en particular, que es razonable destinar una fracción relevante de la nueva cotización a las cuentas de capitalización individual”.

Los otros cálculos

Por otro lado, el documento hace una diferenciación entre hombres y mujeres. “A nivel total, la tasa de reemplazo de las mujeres es del 93%, la que es nueve puntos porcentuales mayor a la de los hombres. Sin embargo, al analizar la distribución según tramo de ingresos, se aprecia que las tasas de reemplazo de las mujeres son inferiores a las de los hombres para todos los tramos, excepto en el primero en que son muy similares. Esto se produce porque hay una mayor concentración de mujeres en el primer tramo de ingresos, que es el que tiene las tasas de reemplazo más altas”.

El estudio del CEP también muestra las tasas de reemplazo que se lograrían según años cotizados. “Se observa una tasa mediana del 19% de la pensión autofinanciada, fluctuando entre casi cero al 38% según los tramos de años cotizados. El efecto de la PGU es particularmente importante en los pensionados con menos años de cotización, con tasas de reemplazo cercanas o mayores al 100% para aquellos con hasta 15 años de imposiciones”, asegura el documento.

Los supuestos

Los cálculos consideran como fuente de información principal la base de datos Historia Previsional de los Afiliados (HPA) 2021, publicada por la Superintendencia de Pensiones, la cual se construye en base a la muestra teórica de la Encuesta de Previsión Social 2015 (EPS).

“Dado que el objetivo de este estudio es enriquecer el diagnóstico de la situación actual de los pensionados, en especial con la entrada en vigencia de la PGU, se optó por analizar las tasas de reemplazo de los jubilados actuales”, plantea el documento. Eso es hecho en base a su pensión actual y al salario que tenían antes de jubilarse. Y se considera a los jubilados “que se encuentran vivos, afiliados a la AFP y pensionados por vejez (incluyendo vejez anticipada y por trabajo pesado)”.

Como existen distintas modalidades de pensión, los autores definieron que harían el cálculo con parámetros definidos para una renta vitalicia simple, en base al saldo acumulado al momento de solicitar la pensión, el cual está compuesto por la cuenta obligatoria de capitalización individual y las cuentas de ahorro voluntario. Para calcular la renta vitalicia usaron “la tabla de mortalidad y la tasa de interés media de las rentas vitalicias de vejez para el mes de solicitud de la pensión. También se asume que todos al momento de pensionarse tenían un cónyuge como beneficiario. En el caso de los afiliados hombres se asume un cónyuge dos años menor, y para las mujeres, un cónyuge dos años mayor”, señala el estudio.

También dice que “para realizar el ajuste de la pensión a renta vitalicia simple sólo se incluyen aquellos pensionados desde el año 2008, ya que la información respecto de los saldos de cuentas se encuentra disponible a partir de esa fecha. Es decir, la tasa de reemplazo se calculará para los pensionados entre 2008 y 2021. Debido a que las pensiones se recalculan a una renta vitalicia simple, tomando en cuenta el saldo al momento de solicitar la pensión, este análisis no incluye el efecto de los retiros de los fondos de pensiones. La excepción, sin embargo, está en los nuevos pensionados de los años 2020 y 2021 que hicieron retiro previo a solicitar su pensión”, detalla.